Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Hinchas por la vida: una respuesta inesperada ante la represión a los jubilados

    Concordia » Diario Junio

    Fecha: 11/03/2025 21:08

    «¿Y para qué trabaja uno si no es para ir los domingos y romperse los pulmones en las tribunas hinchando por un ideal? ¿O es que eso no vale nada? ¿Qué sería del fútbol sin el hincha?… El hincha es todo en la vida” (1). Como en la década del 90, los jubilados vuelven a ser víctimas de un ajuste brutal y de un ensañamiento cruel. Sí, el concepto de la crueldad es, sin duda, el que cabe a este gobierno y a buena parte de sus adherentes y cómplices. No casualmente la tasa de suicidios de adultos mayores trepó a récords históricos en la década final del siglo XX. ¿Cómo vivir sin dignidad? Ese goce cruel, cuya figura visible durante el menemismo fue Domingo Cavallo, lo encarna hoy la siniestra ministra Patricia Bullrich. Ella ni siquiera llega al cinismo que hizo llorar al ministro de Menem, lágrimas hijas de puta, de cocodrilo, frente a Norma Plá, la valiente jubilada que lideró la lucha de los viejos por sobrevivir con dignidad. Bullrich disfruta ordenando una represión atroz a una policía que convalida la “obediencia debida”, aquella conducta cobarde a la que apelaron hasta los jerarcas nazis para defenderse de haber masacrado a cinco millones de seres humanos. Esta crueldad forma parte de una cultura de la mortificación, cuya expresión máxima es la encerrona trágica: una situación en la que una víctima se encuentra en una condición de invalidez, sin posibilidad de apelar a un tercero de la ley, a merced de sus verdugos. Se considera un paradigma del desamparo cruel. La tortura es un ejemplo de encerrona trágica, ya que la víctima depende de alguien a quien rechaza para sobrevivir o dejar de sufrir. El psicoanalista Fernando Ulloa elaboró estos conceptos justamente trabajando con las víctimas de la dictadura. La encerrona trágica es el modelo en el que se despliega la crueldad en el gobierno de Milei y sus cómplices: los trabajadores despedidos y desocupados, los niños que se acuestan con hambre mientras los alimentos se han podrido en los galpones de Petovello, los enfermos oncológicos desesperados por sus remedios, las víctimas del fuego, los tornados y las inundaciones a quienes se les ha dicho que se las arreglen solos, enfundados en patéticos uniformes, las mujeres entregadas a las fauces de los femicidas y, los jubilados, que mueren de hambre y privados de remedios, sufren la encerrona trágica. Los jubilados, de manera más visible. Desde agosto del año pasado comenzaron a manifestarse con marchas por exiguas reivindicaciones, básicamente seguir viviendo. En realidad, expresan su deseo de morir de pie, con dignidad, habiendo puesto su testimonio de lucha ante tanta ignominia. La respuesta ha sido negarles los aumentos. Los legisladores prostituyeron sus votos, vendieron por dinero la traición al pueblo, a sus votantes, y apoyaron el veto del Presidente. Después, se comieron un asadito para celebrar. La otra respuesta fue la represión. La más penosa, la más degradante. Todos los miércoles, el indignante espectáculo de ancianos corriendo, llorando, gaseados, golpeados por palos asesinos, bajo la mirada impotente o indiferente de la sociedad, bajo la apatía y la ausencia de la oposición y la CGT, bajo la complicidad de un Poder Judicial cómplice por inacción de la masacre. Encerrona trágica. Sin apelación a un tercero de la ley. Entregados, como en el circo romano, a los leones vestidos de Robocop. Y es ahí, en la repetición atroz y repugnante de esa escena, en el momento preciso de la nauseabunda naturalización del crimen, que se produce lo inesperado y lo inédito. Ante el abandono de quienes debían proteger a los jubilados, se eleva una figura insólita: la figura de los hinchas de fútbol, seres apasionados y nobles. Ellos parieron una idea genial, creativa, solidaria, maradoniana, y empezaron a acompañar, para cuidarlos, a esos jubilados desamparados. Para defenderlos y protegerlos. Aún más, como un reguero de pólvora, llevaron la voz a otras hinchadas para que este miércoles acompañen y defiendan a los abuelos de la represión policial. Y este gesto extraordinario va a crecer poco a poco. Sí, incluso en nuestra ciudad, convocada por organizaciones sociales, políticas, gremiales y sindicales, manifestarán mañana, poniéndose la camiseta de los adultos mayores, en la Plaza 25 de Mayo a las 18 horas. Toda esta historia es muy emocionante. Lo es en un país que ha tendido a la estigmatización y criminalización de los movimientos populares. Los hinchas de los clubes de barrio, tanto como sus fundadores, los inmigrantes, fueron perseguidos y desvirtuados por el Poder Oligárquico y los intelectuales a su servicio, que justificaban el orden social vigente, injusto y desigual. Así, guiados por ejemplo por la pluma de un José María Ramos Mejía, tanto los movimientos anarquistas y socialistas como las hinchadas de fútbol y todos los movimientos colectivos que cuestionaban ese orden inmoral eran considerados incultos, irracionales, impulsivos y violentos, individuos que perdían la razón al integrarse a las masas, capaces de un desorden y una rebeldía “peligrosa”, tal como lo escribió en Las multitudes argentinas, un libro que el psiquiatra publicó en 1899. Es decir, el poder inscribió dentro de estos conceptos positivistas a las multitudes felices y puras que temía, en el territorio de la barbarie, para justificar su control y la represión. Es en 1951, tal vez, con la realización de la película El hincha, del fenomenal Enrique Santos Discépolo, que esos seres apasionados fueron rescatados desde la ternura, las pasiones alegres y la capacidad de entrega y sacrificio a ideales altruistas. Como aquellos en los que hoy cabalgan –honrando a Maradona, honrando a Norma Plá– estos hinchas de los viejos, para que la pelota no se manche y para que los jubilados tengan, a diferencia del viejo Coronel de García Márquez, quienes los defiendan. (1) Film argentino «El hincha», Enrique Santos Discépolo.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por