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» Diario Cordoba
Fecha: 11/03/2025 15:56
Mata el tiempo Ray Loriga (Madrid, 1967) echándose un cigarro en la puerta del grupo editorial Penguin Random House. Acaba de terminar la penúltima entrevista de la mañana. Habla de TIM (Alfaguara, 2025), su nuevo título, y contesta a preguntas sobre la soledad y las fiestas, la memoria y los recuerdos; Lev Tolstói y La metamorfosis de Franz Kafka. El Tim de Loriga barrunta en la cama, no se sabe si con los ojos abiertos. Piensa que el mundo no es más que una emboscada. Se siente viejo y cansado, como el caballo de la historia de Tolstói (Kholstomer, historia de un caballo). Recuerda que en algún momento de su vida, incluso, se trató la oneirofobia (miedo a soñar). Pero ahí está, acostado en el lecho con su "ánimo sombrío", pensando en figuras zulús. P. ¿Cuál es la realidad de Tim? R. Eso es lo que intenta investigar el pobre durante las páginas del libro. Le da vueltas todo el rato a dos cosas: quién es y cuál es la realidad que le rodea. Si hay algo entre la fabulación de la memoria, cuán confiable es en general (y la suya en concreto), la fiabilidad de sus anhelos, sus expectativas… Todo eso es lo que pone en cuestión. P. ¿Qué sería un ser humano sin su memoria? R. Es un tema que me preocupa. He escrito en Tokio ya no nos quiere sobre el asunto de la memoria. La memoria nos forma, nos perfila, es una carga, es una merma de la libertad, pero por otro lado nos solidifica de alguna manera: la memoria personal, la memoria colectiva… Desgraciadamente, vemos en muchos familiares y otros seres cercanos cómo las personas sin memoria desaparecen, se vacían, se quedan como una cáscara; menos sonrientes, más o menos amargas, según el carácter de la persona que porta estas terribles enfermedades. Como con el Alzheimer, es como que la muerte ya había sido, que en realidad ese cuerpo ya estaba inhabitado. La memoria es una actividad mecánica constante, afecta a todo el comportamiento, a todo el mecanismo. P. Tim está en la cama, pero tiene recuerdos que le llevan a otro escenario durante la historia, como cuando está en el risco y salta al agua. R. Sí, es parte de lo que intentaba en el libro. Dentro de una situación de absoluta inmovilidad, las acciones las ofrecen los recuerdos, las situaciones, los contextos; acciones como subir y bajar la ladera… Las acciones están ofrecidas en el libro por recuerdos y ensoñaciones. También hay aventuras que son meras ensoñaciones. Tiene el recuerdo del viaje del LSD, por ejemplo, que está entre la realidad y la alucinación. P. ¿Como cuando la abuela se levanta y ve al extraterrestre, que es otro Tim? R. Sí, porque Tim está naufragando entre un millón de Tims posibles, algunos extraterrestres. Por eso va sin asidero, porque cuando se cree que ha llegado a algún sitio, se encuentra con que eso también es poco fiable, entonces busca otro camino. Es todo a lo que se dedica este pobre individuo. El autor Ray Loriga en una imagen promocional. / DIEGO LAFUENTE P. ¿Todas las personas que ha conocido son Tim? R. Sí, hay duda entre si Tim es el nombre de los otros, o el suyo también. P. Pero hay un Tim original: Timoteo. R. El Timoteo de Arimatea... P. O el que conoce desde los cinco años. R. Sí. Pero a veces, por ejemplo, cuando va al teatro en el recuerdo, a la obra de Tolstói, tiene dudas de si es el espectador. Al principio lo cuenta como que él era parte del elenco, y luego duda si no sería espectador, y envidiaba tanto el elenco que ha reconstruido esa memoria cambiada. P. ¿Porque se siente tan viejo y cansado como el caballo de la obra? P. Evidentemente. Es ese recuerdo de la infancia, de algo que vio; el final de algo al principio, el final de una vida, el cansancio. Y el caballo recuerda sus principios, su juventud, sus etapas distintas de la vida. Las ve desde niño, pero ahora lo mira desde el otro lado, desde el cansancio, desde el final. P. ¿No se sabe la edad exacta que tiene? R. No, no se sabe su edad exacta. Solo hay un recuerdo fechado, que es la obra de teatro, pero eso te da que pensar que desde luego no es un jovencito. P. Tim no sale de la cama, no sabe si salir de ella. ¿Es acertado pensar que está deprimido? R. Yo creo que esa lectura es acertada, porque Tim, sea quien sea, arrastra una depresión. Esa sensación de amenaza constante, de miedo que tiene, es en gran medida la que le inhabilita. P. Es consciente de su pasado por una figura zulú. R. Es el recuerdo más claro que tiene Tim en el libro: la figura del Zulú de Isandlwana, de la batalla en la que le dieron para el pelo a los ingleses. Es su primer asidero, pero también se le va desvaneciendo. P. En la página 115 recuerda lo que le dijo el doctor Alanson White: "Lo peor sucede mientras duermes". ¿Le tiene Tim miedo a los sueños? R. Sí. Es algo que me encontré. Existe ese dream group, que ya el nombre me molaba, el grupo del sueño. Todos estos experimentos y esta enfermedad, el miedo que tiene la gente a soñar, lo cual debe ser una cosa horrorosa. Según envejezco, los mejores ratos de mi vida los paso soñando. Cada día me gusta más irme a dormir, porque es la única cosa que es gratis. No haces daño a nadie y no te sientes culpable por la mañana. Cada día me gusta más irme a dormir, porque es la única cosa que es gratis. No haces daño a nadie y no te sientes culpable por la mañana" P. ¿De dónde sale la idea de este libro? R. Como suele ser, no tengo en ningún libro un momento eureka. Es una especie de runrún que se va creando y que yo, de alguna manera, he aprendido a estimular: el tono, una voz, una capa… Podría ser esto, podría ser lo otro… Descarto cosas, cojo otras... Lo que sí tiendo a hacer es empezar un arranque, un tono y una voz, y ver si me lleva a algún sitio. Aquí empecé con el Zulú y ese despertar, y las cosas fueron como prueba y error, todo lo que conlleva escribir una novela. Y descartar muchas cosas y volver a empezar muchos capítulos y descartar algunos, equilibrarlo entre recuerdos, reflexiones, ensoñaciones… Las partes más poéticas están intercaladas, casi parece que son solo ritmo, tono y música, pero para mí amalgaman. Es una cuestión de ir perfilando. P. ¿Tenía claro que no iba a haber casi personajes? R. Sí. Era un poco el reto que me propuse: sin más trama. Es lo que intento. Luego el lector me dirá si he acertado y habrá mil opiniones, como siempre. Hay gente que entra en el juego, hay gente que no, y eso puede pasar con todos y cada uno de estos libros [dice señalando la estantería que tiene detrás]. A uno le encanta uno y a otro le encanta aquel, y ese se le cae de las manos… Nunca se sabe. Pero bueno, uno tiene que saber por lo menos qué intenta. P. ¿Y qué intenta usted? R. Pues intento TIM, intento este libro. Es experimental, pero llevamos ya tantos siglos de literatura que considerarse un experimentador sería muy arrogante, porque se ha probado del derecho y del revés, en vertical, en diagonal y de todas las maneras, y se ha hecho de maravilla. Ahí tienes a Samuel Beckett, a James Joyce, a Virginia Woolf… Se puede decir que nada es un súper experimento cuando todo está bastante hecho. Llevamos ya tantos siglos de literatura que considerarse un experimentador sería muy arrogante" P. ¿Tenía un final alternativo para Tim? R. En cierta medida, pero tampoco tenía muy claro cuál era. P. ¿La línea o el runrún? R. No totalmente. Era, a lo mejor, más críptico. Un final abierto. Cuando escribes siempre tienes varias opciones y nunca sabes si aciertas. P. ¿Final abierto entonces? R. Sí. Pero luego pensé… No sé, es como todo, cuando escribes siempre tienes varias opciones y nunca sabes si aciertas. P. Tim se pregunta: “¿Por qué algunos nacemos sin suerte?” R. Cuando a uno le pasa algo y no es bueno, es inevitable pensar: "¿Por qué a mí?" Parece que está diseñado así, que a ti te va a pasar tal cosa, y ya puedes tratar de evitarlo que te lo vas a encontrar.
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