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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 11/03/2025 14:43
Dalma y Gianinna con Diego Maradona en una antigua postal familiar Afuera de los tribunales de San Isidro, el aire parecía suspendido, como si Buenos Aires contuviera la respiración ante lo que iba a suceder. Adentro, las puertas se abrieron para dar inicio a uno de los procesos judiciales más esperados y cargados de tensión de los últimos tiempos. Diego Armando Maradona regresa al centro de la escena. Esta vez, sin gambetas ni goles imposibles, pero envuelto en la más cruda búsqueda de justicia. Pasaron cuatro años y dos meses desde aquella tarde sombría del 25 de noviembre de 2020. Maradona murió a los 60 años, en una casa del barrio privado San Andrés en Tigre, según la autopsia, por un edema agudo de pulmón y una insuficiencia cardíaca. Pero los fiscales lo escribieron sin rodeos en el expediente: “Murió en una situación de desamparo” y “librado a su suerte”. Hoy, el proceso que busca esclarecer quiénes fueron los responsables de ese final empieza a desplegar sus cartas. La escena se completa con las voces de sus hijas, Dalma y Gianinna Maradona, que desde la madrugada, a través de sus redes sociales, enviaron un mensaje que retumbó entre los seguidores de su padre y que anticipó el tono que tendrá el juicio. “Llegó el día. Este partido no lo vas a jugar solo”, escribió Dalma, acompañando la frase con una imagen imborrable: Diego, enfundado en la camiseta argentina, mirando al horizonte, preparándose para salir otra vez a la cancha. Gianinna fue más escueta pero igual de contundente: una foto del perfil oficial de su padre con la leyenda que se ha vuelto bandera en cada rincón donde se lo recuerda: “Justicia por Diego”. La imagen compartida por el perfil oficial de Diego Maradona En la cuenta de Instagram que ambas administran desde la muerte del exfutbolista, el clamor se replicó: una imagen negra, austera, cargada de gravedad, con esas tres palabras que parecen una condena y una promesa al mismo tiempo. La causa tiene nombres y apellidos. Siete personas se sentarán en el banquillo de los acusados: la psiquiatra Agustina Cosachov, el neurocirujano Leopoldo Luque, el psicólogo Carlos Ángel Díaz, la médica clínica Nancy Edith Forlini, el enfermero Ricardo Almirón, el jefe de enfermeros Mariano Ariel Perroni y el médico clínico Pedro Pablo Di Spagna. Una octava acusada, la enfermera Dahiana Madrid, será juzgada más adelante, en un proceso paralelo. Todos deberán responder por el delito de homicidio simple con dolo eventual, una calificación que podría significar condenas de entre 8 y 25 años de prisión. Dalma habló horas antes en LAM (América), dejando frases que helaron la sangre. “La Justicia tendría que fallar a su favor (de Diego). Había personas que tenían que hacer su trabajo y no sé por qué no lo hicieron”, dijo. Y luego fue más allá: “Queremos que estas personas digan quién los contrataba, quién les pagaba los sueldos, quién manejaba la casa”. La sospecha de un entorno poderoso que, según ella, se encargaba de blindar a los médicos y enfermeros, sobrevuela el proceso. “Ellos tienen mucha plata, que nosotros no tenemos. Yo para defender a mi papá y para que tenga justicia, voy a ir hasta lo último”, sentenció. La imagen de Diego Maradona compartida por Dalma Las primeras jornadas serán técnicas. La lectura de la acusación fiscal, los alegatos de apertura de las defensas. Pero en el ambiente se palpa lo inevitable: llegarán los testimonios. Se presentarán 192 testigos. Entre ellos, la exesposa de Diego, Claudia Villafañe; amigos íntimos como Verónica Ojeda, y hasta sus propios hijos, que deberán sentarse frente a los jueces y revivir las últimas semanas del ídolo. El juicio se extenderá hasta julio. Serán meses largos, cargados de declaraciones y pruebas. En ese tribunal se discutirá, en definitiva, una pregunta que desde 2020 ronda la mente de millones: ¿Murió Diego Armando Maradona por el peso inevitable de sus propias enfermedades o porque quienes debían cuidarlo fallaron de manera imperdonable? Dalma lo dijo sin titubeos: “Este partido no lo va a jugar solo”. Y el eco de esa frase resuena como una sentencia.
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