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Fecha: 10/03/2025 21:40
Evangelio de hoy – Pildorasdefe.net Sábado, 1 de febrero, 2025 Lecturas completas: Clic aquí y reflexiona Maria, Comparte el Evangelio a través de los botones de compartir y que el amor de Dios llegue a más personas. Dios te pague Facebook Twitter Telegram Whatsapp Oración de preparación Maria, disfruta de un tiempo de paz en la mañana con la Oración del Día, para ponerte en la Presencia de Dios. Haz clic en el siguiente botón: Clic aquí para Orar Celebración de hoy Santa Brígida de Kildare, Monja y Abadesa: Patrona de Irlanda Santa Brígida de Kildare, fundó uno de los primeros monasterios de Irlanda y continuó el trabajo de evangelización de san Patricio: Es la patrona de Irlanda Coronilla a la Misericordia Coronilla a la Divina Misericordia de Hoy Sábado y Consagración Honramos a la Virgen María e imploramos su maternal compañía para que nos auxilie en la dificultad. Oramos por tus intenciones Lecturas del día Maria, hoy observamos el relato de Jesús calmando la tempestad, que no es más que un espejo de nuestras batallas interiores. La barca, zarandeada por vientos que amenazan con devorar toda esperanza, refleja el corazón humano ante el caos. Los discípulos, expertos pescadores, sucumben al pánico. Jesús, durmiendo, no ignora el peligro; su quietud es un mensaje: la verdadera paz no depende de las circunstancias. Presta atención a las lecturas de hoy. Hebreos 11,1-2.8-19. Hermanos y hermanas: la fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación. Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba. Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa. Porque Abraham esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. También la estéril Sara, por la fe, recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un solo hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar. Todos ellos murieron en la fe, sin alcanzar el cumplimiento de las promesas: las vieron y las saludaron de lejos, reconociendo que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Los que hablan así demuestran claramente que buscan una patria; y si hubieran pensado en aquella de la que habían salido, habrían tenido oportunidad de regresar. Pero aspiraban a una patria mejor, nada menos que la celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de llamarse «su Dios» y, de hecho, les ha preparado una ciudad. Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac como ofrenda:él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas, a aquel de quien se había anunciado: De Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre. Y lo ofreció, porque pensaba que Dios tenía poder, aun para resucitar a los muertos. Por eso recuperó a su hijo, y esto fue como un símbolo. Lucas 1: Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que ha venido a su pueblo. (R). Nos ha suscitado un poderoso salvador, nacido de la casa de David, su siervo. /R. Por medio de sus santos profetas, prometió desde antiguo que nos salvaría de nuestros pecados de manos de todos los que nos odian. Prometió mostrar misericordia a nuestros padres y recordar su santa alianza. /R. Este fue el juramento que hizo a nuestro padre Abraham: liberarnos de las ataduras de nuestros enemigos, libres para adorarle sin temor, santos y justos a sus ojos todos los días de nuestra vida. /R. Marcos 4,35-41. En aquel día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: «Crucemos a la otra orilla». Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?». Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio! ¡Cállate!». El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: «¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?». Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: «¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?». Palabra del Señor.
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