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  • «Empecé con 16 años de tramoyista en el teatro, recuerdo haber llevado a misa a Rafaela Aparicio»

    » Diario Cordoba

    Fecha: 10/03/2025 10:36

    -El trabajo del utilero o utillero de una orquesta es un poco desconocido. ¿Cuál es su función? -Mi misión principal es cuidar de que toda la utillería de la Orquesta esté preparada cuando los músicos van a tocar, tanto en los ensayos como en los conciertos. Me dedico al montaje de atriles, sillas, tarimas... y de los cambios que se necesitan en cada obra y de los instrumentos que son de la orquesta como toda la percusión, contrabajo, arpa o el piano. Me encargo también de coordinar los montajes y las cargas y descargas de todo el material y aparte, desde hace unos años, tengo la función añadida de inspector, por lo que soy quien controla la asistencia, los horarios, los descansos, bajas o permisos de asuntos propios de los músicos. -¿Quién compra y se encarga del resto de instrumentos? -Los demás instrumentos de viento y cuerda son propiedad de los músicos. Cada músico tiene que comprar su propio instrumento y encargarse de su mantenimiento con su luthier y es algo muy costoso. Tienen un plus de instrumento, pequeño, para comprar cuerdas, boquillas, cañas de madera... -Descubrió el mundo de las artes escénicas muy pequeño... -Sí, yo empecé como tramoyista con 16 años. Se puede decir que me he criado en el teatro porque mi padre era el jefe técnico del antiguo cine Góngora y desde pequeño me iba con él a ver las películas y a echarle una mano. Luego, Herminio Trigo lo fichó para llevar el Gran Teatro y yo me fui con él aunque mi padre no quería que me dedicara a eso porque te tocaba trabajar cuando la gente estaba de descanso y él decía que se había perdido mucho de estar conmigo por el trabajo. A mí me gustaba y la verdad es que aquella fue una época bonita porque pasaban por aquí muchos artistas. Recuerdo haber llevado a la actriz Rafaela Aparicio a la misa en San Nicolás cuando estaba con alguna función en Córdoba. -La Orquesta de Córdoba se creó en 1992. ¿Cómo accedió al puesto de utillero? -Entré por casualidad, digamos que estaba en el lugar adecuado en el momento justo. Me llamaron para ayudar un par de meses y al final me quedé. Cada músico tiene su propio instrumento, lo tiene que comprar y encargarse de su mantenimiento -¿El inspector es siempre el utillero o lo suyo es una excepción? -Antes era un músico, pero tenía que estar pendiente de los demás y eso creaba conflicto y le quitaba tiempo y atención. Ahora suele ser el utillero, cuya misión principal es ser un facilitador. En el tema de los horarios, no suele haber problemas porque los músicos son muy disciplinados y en la Orquesta somos un poco como los militares. -¿Para su trabajo se requiere formación musical? -No existe una formación reglada para este trabajo. En toda España debemos ser 20 o 30. Yo he ido aprendiendo con los años y creo que se requieren algunos conocimientos en música y en idiomas para entender las partituras, los nombres de las obras y los instrumentos. En Arte Dramático hay una asignatura de utillería y debería haber algo específico para orquesta. Yo estudié en su día Educación Social, que tiene una parte de gestión cultural que me pareció idónea para este puesto. -¿Quién le ha enseñado más de su trabajo en estos 32 años? -Leo Brouwer, él me enseñó mucho, era un genio como músico y también muy didáctico y le encantaba compartir lo que sabía, daba auténticas clases magistrales de cómo montar una orquesta, de una obra, de todo. -¿Cuál es el trabajo más estresante del utillero? -Yo diría que montar el foso es lo peor. Ahora estamos preparándolo para la ópera, para La Traviata, y es muy complicado y muy estresante -porque hay que encajar a todos los músicos y sus instrumentos en un sitio muy estrecho. Normalmente tocan en espacios más amplios, así que ajustar todo ahí abajo cuesta. Hasta que está todo en su sitio se pasa mal. También es complicado el montaje de los conciertos en la calle, donde no hay infraestructura, porque hay que amplificar mucho, hacer muchas pruebas de sonido y montar y desmontar todo para los ensayos y para el concierto porque no se pueden dejar los instrumentos y el material por la noche. -¿Cuál es la época en la que han salido más a tocar? -Con Leo Brouwer salíamos mucho, estuvimos 15 días en Grecia, fuimos a Oporto, a Marsella, por toda Andalucía... Con Hernández Silva también hubo mucho movimiento y con Salvador Vázquez también. -¿Una orquesta puede tocar en cualquier sitio? -Se tienen que cumplir unos mínimos porque hablamos de instrumentos muy caros que se pueden estropear, algunos son del siglo XVIII. Lo recomendable es tocar entre 18 y 28 grados. En Córdoba hay veces que salimos con más temperatura, aunque no vamos con el termómetro en la mano. También es importante la humedad. En estos 32 años solo hemos suspendido un concierto. Evitamos los espacios abiertos en el mes de julio y tocar fuera cuando hace mucho frío. -Usted trabaja con músicos y vive con músicos. ¿Cómo diría que son en la distancia corta? -Efectivamente, mi mujer es arpista, Maite García, y mi hijo, Jaime Figuerola, toca el violonchelo y tocó en febrero como solista con la Orquesta de Córdoba después de ganar el premio de Jóvenes Promesas, para mí fue lo más. Respeto mucho el trabajo de los músicos porque sé lo sacrificado que es, lo veo a diario en casa, son como los deportistas de élite y mucha gente no lo sabe. Desde fuera no se ve, pero en una orquesta hay una exigencia muy alta porque no puede haber errores, tiene que sonar todo perfecto. Montar el foso es lo más estresante porque hay que encajarlos a todos en un sitio muy estrecho -¿Cómo se lo montan en su casa para que puedan ensayar dos músicos piezas diferentes? -Es complicado. El arpa está en el salón y el violonchelo en el cuarto de mi hijo. Intentan no coincidir en los ensayos. Mi mujer trabaja de profesora en el Conservatorio de Sevilla y si los dos tocan a la vez, cierra cada uno su puerta y ya está. Mi otro hijo, que no es músico, y yo estamos acostumbrados. Toda la familia está implicada. Cuando nos compramos el coche, vino el del concesionario a medir para asegurarnos de que entrábamos los cuatro y los dos instrumentos. -Es una profesión sacrificada que también provoca muchos problemas de salud . -Sí, hay enfermedades profesionales asociadas no reconocidas por los movimientos repetitivos que realizan y muchos trabajan con dolor, se acaban acostumbrando. En la orquesta hemos tenido tres casos de jubilación por distonía, dos trompistas, a los que el labio no les responde al soplar, y un violinista. -¿Le gusta la música clásica? -Yo soy más rockero, pero descubrí la música clásica con la orquesta y me encanta. A veces, me he sentado en el puesto del director titular y es una maravilla. Animaría a todo el mundo a ir a un concierto. La pena es que la Orquesta no tenga un auditorio en Córdoba porque cuando sales fuera te das cuenta de la diferencia. A mí me gusta Mozart, Dvorak y he descubierto en estos últimos meses el concierto para violonchelo de Lalo por mi hijo. Me gusta cuando tocan con Serrat o Santiago Auserón y me encantaría escuchar un Manolo García sinfónico. -¿Tiene alguna anécdota con algún director? -Leo Brouwer siempre llevaba cosas que hacen ruido en los bolsillos, monedas, llaves... y me dejaba algo justo antes de tocar. Y luego... mi mujer se mete conmigo porque me conocen todos los músicos y allá donde voy me paran por la calle. Suscríbete para seguir leyendo

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