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» Diario Cordoba
Fecha: 10/03/2025 09:15
¿Se puede vender un Velázquez? La pregunta centra el debate entre historiadores, conservadores y expertos en arte, pero, por su trascendencia, debería interpelar de forma más amplia al resto de la sociedad. El protagonismo lo tiene el lienzo Sor Jerónima de la Fuente de Diego Velázquez, uno de los tres retratos conocidos de esta monja franciscana pintados por el maestro sevillano, expuesto estos días en la feria TEFAF (The European Fine Art Fair) en Maastricht de la mano de la galería londinense Stuart Lochhead Sculpture, que con este caso ha visto proyectada su imagen mundialmente. Según el periódico The Guardian, el cuadro está a la venta. Las obras de Velázquez rara vez salen a subasta, pero cuando lo hacen alcanzan precios estratosféricos. En 2004, el retrato Juan de Pareja se vendió en Christie’s por 4,7 millones de dólares (unos 3,5 millones de euros al cambio de entonces), aunque hoy su valor sería mucho mayor. En diciembre de 2023, Sotheby’s Londres estimó el retrato de Isabel de Borbón en 35 millones de dólares (unos 32 millones de euros) para su subasta en Nueva York, aunque finalmente fue retirado. En Londres y en España, hay quienes están haciendo números con Sor Jerónima. La exhibición pública de esta obra, que pocas veces se ha visto en público, permite sobre todo tasarlo a los ojos de los expertos. Claves para entender la venta (o no) de un 'velázquez' Propiedad de la familia Fernández de Araoz Marañón desde los años 40, el retrato forma parte del corpus del genio de Las Meninas conocido por los investigadores. Javier Portús, jefe de Pintura Española del Barroco del Museo del Prado, incluyó las fichas de estos retratos en el catálogo de la recordada Velázquez y Sevilla de 1999, como apuntaba en un mensaje en X Benito Navarrete, catedrático de Historia del Arte y una de las voces siempre alerta de los desmanes contra el patrimonio artístico y la dejadez de las administraciones. En concreto, esta Sor Jerónima, pintado en 1620, es uno de los dos retratos de cuerpo entero (el otro está en el Prado) de la monja franciscana clarisa que tuvo un papel clave en la fundación de conventos en las Filipinas, colonia española en el siglo XVII, y desde el punto de vista artístico, es un testimonio excepcional de la etapa sevillana del pintor, una fase temprana y menos representada en las colecciones públicas españolas. Marco legal en España En España, la venta y exportación de obras de arte están regulado por la la ley de Patrimonio Histórico Español de 1985, que establece que las obras de arte de más de 100 años de antigüedad forman parte del ámbito de protección del patrimonio histórico español, independientemente de si están en manos públicas o privadas. Sin embargo, para que una obra sea objeto de medidas restrictivas concretas, como la prohibición de exportación o la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC), debe cumplir ciertos requisitos y pasar por un proceso administrativo. Es decir, si el cuadro hubiera sido declarado BIC por la Comunidad de Madrid (donde está inventariado) o por el Ministerio de Cultura, su venta en el extranjero estaría estrictamente prohibida, y cualquier transacción en el mercado nacional estaría sujeta al derecho de tanteo y retracto del Estado. Hasta donde se sabe, el cuadro no es BIC, lo que deja un vacío en su protección específica. Según la información del Ministerio de Cultura, sólo se concedió un permiso de exportación temporal para que el cuadro pudiera exhibirse en la feria de Arte. Este tipo de autorización implica que la obra debe regresar a España tras la feria, pero no prohíbe explícitamente su venta mientras esté en el extranjero. Aquí surge la controversia: la galería asegura que el cuadro está a la venta, mientras que el Ministerio de Cultura ha negado que pueda comercializarse. La clave está en las condiciones del permiso de exportación. En un mensaje en redes, Navarrete ha enaborlado su papel como presidente de la Comisión de Bienes Muebles de la Consejería de Cultura para pedir una explicación al Ministerio de Ernst Urtasun: "Nuevamente no se ha pedido informe al Museo de Bellas Artes ni tampoco al que esto escribe, se exporta con un solo informe de un único especialista. Me parece cuanto menos preocupante lo que está ocurriendo en la Junta de Calificación y Valoración". Este órgano consultivo del Ministerio asesora sobre la exportación e importación de bienes culturales y propone su adquisición para enriquecer colecciones públicas. Su función principal es evaluar el valor de las obras y garantizando su conservación en el país cuando es necesario. Si el Prado ya tiene un cuadro gemelo al que se vende y de ejercer su derecho de retracto el Estado sobre la venta, su destino natural sería el Museo de Bellas Artes de Sevilla, que no cuenta con ningún cuadro de Diego Velázquez correspondiente a sus primeros años sevillanos (1617-1623), etapa en la que el pintor, aún joven, desarrolló su estilo inicial influido por el naturalismo y el tenebrismo en su ciudad natal. En 2024, el Ministerio de Cultura realizó más de 250 compras para enriquecer los museos que son de titularidad estatal, por un valor de casi 15 millones en total, pero ni una sola de esas adquisiciones fueron a parar a colecciones de Andalucía, como denunció la consejería de Cultura de la Junta. Si se vendiera a un comprador español o a un extranjero con residencia en España, la obra podría cambiar de manos y retornar al país sin violar la autorización temporal. Sin embargo, si un comprador extranjero no residente lo adquiriera, sería necesaria una autorización de exportación permanente, algo que el Ministerio podría denegar si considera que la obra tiene un valor patrimonial excepcional. Hay otra salvaguarda que garantizaría que este cuadro no se perdiera: aunque no sea BIC, el cuadro está inventariado por la Comunidad de Madrid, es decir, el Estado tiene conocimiento de su existencia y podría intervenir si se solicitara un permiso de exportación permanente tras una venta. La decisión de autorizar o no dicha exportación dependería de un informe técnico que evalúe su importancia para el patrimonio español. Es decir, en términos estrictamente legales, el cuadro puede venderse en el mercado, tanto en España como en el extranjero, siempre que se respeten las condiciones impuestas por la legislación española: si se vende en España, los dueños tienen pleno derecho a venderlo a otro particular o institución dentro del territorio nacional; y si se vende en el extranjero durante la feria de arte, mientras el permiso de exportación está en vigor, la venta sería legal si el comprador garantiza el retorno del cuadro a España. Si no se cumple esta condición, la transacción podría ser impugnada por el Ministerio de Cultura, que tiene la potestad de bloquear la salida definitiva del país. Por último, si la galería lograra venderlo a un coleccionista o museo extranjero con destino fuera de España, el Ministerio tendría que emitir un nuevo permiso. Y ahí, la presión ciudadana y de las instituciones y centros de arte sería clave para multiplicar los mensajes que estos días han compartido voces como Benito Navarrete o como Pablo Hereza, conservador y experto en la obra de Murillo. ¿Debería España permitir que una joya como esta quede a merced del mercado global o es hora de que el Estado actúe para asegurarla en una colección pública?
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