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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 10/03/2025 04:53
Juana Manso fundó su propio periódico, dirigió escuelas y luchó por los derechos de las mujeres en Argentina y Uruguay La vida de la mujer durante el siglo XIX estaba restringida al ámbito privado, más bien doméstico, con un rol central en el hogar y con escasas oportunidades en el espacio público o laboral, más allá de la clase social a la que pertenecía. Es por ello que el lugar femenino se invisibilizaba en el marco de una historia protagonizada por hombres. Sin embargo, más allá de las costumbres sociales, hubo mujeres que sobresalieron por su inteligencia, su perseverancia, su sagacidad y se pudieron abrir caminos en espacios que estaban dominados solamente por varones. Juana Manso, Eduarda Damasia Mansilla, Juana Azurduy, María Catalina Echevarría de Vidal, Sara Eccleston, Mary Graham, Rosario Vera Peñaloza, fueron algunas de ellas, solo por nombrar las más destacadas de la centuria mencionada. Juana Manso escribió poesía y literatura, fue traductora de varios idiomas, fundó su propio periódico, creó y dirigió escuelas; propuso y llevó adelante políticas educativas innovadoras y peleó por los derechos de las mujeres, convirtiéndose en precursora del feminismo en la Argentina. Se comprometió con la educación popular y está considerada una iniciadora de este movimiento en educación. Ejerció varios cargos docentes en Uruguay y Argentina. Cuando viajó a Estados Unidos, conoció a Mary Mann, esposa de Horace Mann, reconocido por destacar y trabajar por la formación docente en el país del norte y quien colaboró con Sarmiento en traer casi un centenar de maestras a la Argentina. De hecho, el sanjuanino no solo la consideró una igual, sino que le confió funciones en la educación pública: dirigió la revista pedagógica más importante de la época, “Los anales de la educación común”, creada por el estadista, quien, a su vez, cuando se desempeñó como director general de escuelas, le dio responsabilidades para que llevara a cabo sus ideas. Desde allí promovió nuevos métodos de enseñanza, impulsó los recreos, reconocidos como obligatorios más tarde en la primera Ley de educación N.º 1420, ella sostenía que los niños y niñas necesitaban una pausa para poder distenderse durante los tiempos de aprendizaje; además de promocionar cambios trascendentales en la educación de la primera infancia, intentando romper con una escuela verbalista y propagando autores de la talla de Pestalozzi. Eduarda Mansilla fue también una escritora y periodista argentina precursora, cuya obra transcendió el ámbito nacional traducido a otros idiomas. Se la considera la primera novelista argentina, aunque fue cronista y escritora de distintos géneros; también incursionó en la música, donde demostró un talento y sensibilidad notables. Compuso canciones en español, francés, y melodías religiosas para canto y piano. Madre de seis hijos, a los 45 años, a pesar de los prejuicios, se separó de su marido, hecho que fue considerado nefasto debido a su lugar social y que le trajo consecuencias en un contexto puritano y patriarcal y no hizo más que cerrarle puertas. Otra de las destacadas mujeres de la historia fue Juana Azurduy, quien, en 1809, luego de que estallara la revolución independentista de Chuquisaca, junto a su esposo se unieron a los ejércitos populares y ayudaron a destituir al Gobernador y a formar una junta de gobierno que duraría hasta 1810. Capitana del batallón “Los leales” combatió contra el imperio español, destacándose por su valentía y su capacidad de mando. Llegó a reclutar 10.000 soldados y obtuvo 33 triunfos sobre los ejércitos realistas. Bajo las órdenes de Belgrano, tomó el cerro de Potosí en 1816 y su valentía la hizo merecedora del uniforme militar entregado por Güemes, del rango de teniente coronel y del sable que utilizó su superior para combatir en el éxodo Jujeño. Murió en la miseria el 25 de mayo de 1862, a los 81 años, en la provincia de Jujuy y enterrada en una fosa común. Catalina Echevarría de Vidal era rosarina, hermana de Vicente, abogado activo en el proceso revolucionario y amigo personal de Belgrano. Fue desde su casa donde el prócer argentino comandó e inauguró las baterías Independencia y Libertad para forjar la nueva Nación. Junto a algunas vecinas confeccionó la bandera argentina siguiendo las directivas del prócer, tarea que les llevó cinco días. Una vez terminada, la acercó a las orillas del río Paraná y Belgrano la invitó a quedarse para jurar la bandera, un evento impensado para las mujeres de la época. Sara Eccleston fue la pionera en la profesionalización de las maestras jardineras al crear la carrera para su formación. Perteneció al grupo de docentes traídas por Sarmiento y portadora de las ideas que circulaban en la época sobre la necesidad de crear jardines de infantes y de impulsar la formación de maestras, casi inexistentes hasta el momento. Mary Graham fue otra de las maestras que el prócer trajo a la Argentina en 1879. Pasados seis meses de preparación en Paraná, llegó a San Juan. Tenía 27 años y su destino era hacerse cargo de la dirección de la Escuela Normal que había sido creada ese año en esta provincia. Cuando Sarmiento supo de su capacidad docente, expresó que “había valido la pena esperar tanto”. “Miss Mary” causó asombro en San Juan con la puesta en práctica de su método de enseñanza, basado en la observación y la experiencia. Su objetivo era inducir a los alumnos a analizar y comprender más que a memorizar. Por último, Rosario Vera Peñaloza. Dedicó su vida a la enseñanza, fundó el primer jardín de infantes argentino y falleció el 28 de mayo de 1950, fecha que se toma para conmemorar en su honor, el “Día de los Jardines de Infantes”. Recibida de maestra en su provincia a los 15 años, luego se perfeccionó en Paraná, cuya Escuela Normal era por entonces un lugar de avanzada pedagógica. Allí comenzó a implementar métodos pedagógicos novedosos, que, curiosamente, le valieron la cesantía en 1917, ordenada por Yrigoyen. La propia Vera Peñaloza escribiría: “Son del dominio público los acontecimientos que me hicieron abandonar la Escuela Normal que dirigía, y en tales circunstancias, el doctor Biedma, casi sin conocerme, puso en mis manos la realización de la obra que había concebido: una escuela donde fuera realidad el principio de educar deleitando”. Es hora de deconstruir relatos y entrar en el entramado de los sucesos en pos de visibilizar a los verdaderos protagonistas, más allá del género al que pertenecen. “Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia -la verdadera historia- quien quiere oír que oiga…”
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