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Gualeguaychu » El Dia
Fecha: 09/03/2025 12:05
Año electoral. No para la gente que se levanta todos los días pensando en cómo llegar a la noche; cómo aumentar las ventas en su comercio; cómo conseguir un mejor laburo o, simplemente, cómo llegar a horario a su trabajo. Esos son dilemas que la clase política no tiene, simplemente porque piensa en otra cosa. Claro, año electoral. Si el procedimiento está entrampado será porque nada limpio sobrevendrá de él. El largo recorrido que llevan García Mansilla y Lijo para llegar a la Corte se parece más a una carrera de obstáculos que a otra cosa. La Corte, con el voto del propio García Mansilla (que fue nombrado por decreto del Ejecutivo junto con Lijo) le rechazó a este último el pedido de licencia. Lijo, que sabe los bueyes con los que ara, no quiere renunciar al Juzgado Federal porque nadie le aseguró que su pliego saldrá del Senado. El kirchnerismo va y viene con su postura y le quiere sacar el máximo provecho posible a la mayoría que tiene en la Cámara Alta. El Presidente Milei en tanto sigue empecinado en encaramar a los dos elegidos, más allá del desgaste al que han sido sometidos los candidatos. Todo esto en códigos de “alta política”, obviamente. Al ciudadano de a pie, que tiene otras urgencias poco le importa semejante debate. Algo similar ocurre con el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que está en ciernes: Si pasará o no por el Congreso, si servirá para salir del cepo, o si implicará que el país está más endeudado todavía. Es otro debate afín a las tertulias políticas, pero que está lejos de lo que pasa en la calle. Poco interés también concitó el discurso del Presidente ante la Asamblea Legislativa. El intento por vaciarlo de expectativa de algunos bloques opositores fracasó ante la “pelea” entre Facundo Manes y el asesor Santiago Caputo. El enfrentamiento que sigue en Tribunales con la denuncia por amenazas y golpes del neurólogo, ensombreció la palabra presidencial y puso otra vez en el ojo de la tormenta al poderoso asesor. Caputo no la lleva bien desde hace un tiempo. Su insólita y condenable irrupción en la famosa nota que Viale le estaba haciendo a Milei, y ahora este escándalo no lo dejaron bien parado en el entorno presidencial. Si es cierto lo que se dice, que por encima de él sólo están Karina y el propio Milei, es obvio a quien le cayó mal su excesivo protagonismo. De todas maneras, es poco probable que haya algún cambio, porque se trata de alguien que reporta sólo al Presidente. Igual, no debería confiarse demasiado: este Gobierno ha batido todos los récords de eyección de funcionarios, de los más variados orígenes. Todo lo que pase este año tendrá que ser decodificado electoralmente. Habrá dos grandes escenarios: la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires. Las peleas son simultáneas. Los libertarios ya tienen resuelto ir por todo, no importa que estén los Macri en el medio. Miran los números, las encuestas dan y punto. Para ellos será toda ganancia la ampliación del poder legislativo. Los Macri se lamen las heridas porque todavía piensan que debería haber agradecimiento por el apoyo en la segunda vuelta del 2023. Y por la tarea en el Congreso, donde los votos de diputados y senadores del PRO han sido determinantes para destrabar leyes fundacionales del proyecto libertario. El dicho popular diría: el agradecimiento de la vaca empantanada. La lógica presidencial es la inversa. Milei le arrebató al PRO sus históricas banderas y fue más allá. Ya no les debe nada. O en todo caso ya pagó lo que debía pagar. Es un riesgo grande el que corren ambos. El oficialismo de dejar en el camino votos que podrían llevarlo más allá del 0%. El PRO quedar relegado a una expresión mínima, más refugiada que nunca en la Ciudad de Buenos Aires, su último bastión, ahora más que nunca. La Provincia será el campo de otra batalla, más decisiva quizás para los protagonistas. De un lado Kicillof y Cristina, que luchan por ver quién se queda con el peronismo. Del otro, los libertarios que se empecinan en cometer el mismo error del 2023. Si la oposición va separada sus posibilidades de victoria se desbarracan. Aunque la pelea entre Cristina y su antiguo alfil es de final incierto, el Gran Buenos Aires le asegura un caudal de votos inmenso que los protege del humor de la coyuntura. ¿Alcanza? En las legislativas es probable y con la oposición dividida, aún más. En esta dinámica está hoy la política argentina. Todo gira alrededor de estas urgencias, que son de los políticos o de los dirigentes que conducen y no de la gente. Es lo que hay. Menos mal que suspendieron las PASO, sino ya casi que estábamos votando. Por Jorge Barroetoveña
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