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  • Alberto Olmedo el payaso triste

    Concordia » El Heraldo

    Fecha: 09/03/2025 11:10

    En 1957 decide marcharse a Buenos Aires para cambiar su suerte. Con Pancho Guerrero, oriundo de Rosario, comienza a trabajar como swicher en el viejo canal 7. El destino lo colocó en el lugar y el momento justo. En una cena de fin de año de 1959, en medio de discusiones, se colocó arriba de una mesa y comenzó a hacer chistes para disipar los ánimos de los asistentes. Y comenzó su carrera ascendente como cómico para adultos que no se detendría hasta su muerte en 1988. Aunque su primer gran éxito lo tuvo con un personaje entrañable para los niños, el Capitán Piluso, junto al recordado Humberto Coquito Ortiz. Tuvo subes y bajas en el amor, su primera mujer fue Judith Jaroslavsky con quien se casó en 1957 y tuvo tres hijos: Fernando (muerto trágicamente con el cantante de cuarteto Rodrigo), Marcelo y Mariano. Con el éxito de Piluso que lo colocó en primer plano conoce, a mediados de los sesenta, a una media vedette del teatro de revistas Maipú, María del Pilar García, más conocida como Tita Russ. Entre ensayos, funciones y charlas de sobremesa, Olmedo debutaba como capo cómico sintiéndose fuertemente atraído por Tita, dejando a Judith. Tita le da dos hijos más: Javier y Sabrina. Sus amigos recuerdan que fue su mejor mujer, la que más lo quiso. En 1977, con cuarenta y cuatro años conoce a una chiquilina adolescente de diecisiete años, Nancy Herrera, su última mujer, con quien vivió sus últimos momentos, y también la que le dio la más fuerte depresión y de la que personas de su más íntimo entorno recuerdan que nunca salió de ese estado. Pasarán cuatro años para que el gran cómico rosarino se separara de Tita. A partir de 1981, comenzaron a vivir juntos y a vivir públicamente un gran idilio con Nancy. Él trataba de insertarla en el ámbito laboral consiguiéndole algún papel para alguna de sus películas, pero no logró nunca darle un significativo papel, ni en el cine, ni la televisión. El infierno tan temido Como los grandes noqueadores donde alguna vez hay otro oponente más fuerte y termina noqueado, en 1987 Olmedo vivió en carne propia lo que es ser engañado. Y de la peor forma, él que se consideraba un tipo común, sencillo, buen amigo, fue traicionado por su mujer con uno de sus mejores amigos, el conocido locutor Jorge Cacho Fontana. Las fotos salieron en la revista Gente, donde se podía observar a e la bajando del auto de Cacho, dándole un beso en la boca. Paradójicamente, en el año más exitoso de su carrera de cómico, pasaba por un infortunio que lo marcaba a fuego. El payaso triste en su vida, que hacía reír a los demás, dando sonrisas y alegrías, que no poseía en su vida privada. En un reportaje de la revista GENTE, comentó lo mal que estaba viviendo: “Estoy loco, hecho polvo, destruido… Esto no es vida… Mirá lo que estoy comiendo: dos pedazos de pizza fría… ¿Querés un poco? Necesito masajes… Estoy destrozado, roto… Por suerte, ahora me voy a mi casita de Punta del Este… ¿Qué me queda? ¿Tomarme tres botellas de vino por noche? O champagne… Siempre le digo al gordo Porcel: ‘¡Qué tarde descubrimos el champagne, gordo!’… Salí, corréte, dejáme pasar, no quiero hablar de nada…”. El infierno tan temido fue una gran película argentina de Raúl De la Torre, en que el protagonista Alberto de Mendoza se enamora de Graciela Borges, levándolo hacia un camino doloroso, sin retorno como lo es la muerte. Pero antes de que se sucediera esta, el estadio anterior es una secuencia lógica de una vida desdichada, con una gran opresión en el pecho que no le dejaba margen como para pensar en un futuro mejor. La depresión del protagonista del filme en un paralelismo con la vida de Olmedo, estaba marcado cuando conoció a esa mujer, el desengaño amoroso, el origen dudoso de e la, y que lo marcaría de manera trágica. Excesos para evitar la realidad Los años pasan y Olmedo se convierte en rey indiscutido, logrando sucesos en las taquillas de teatro y cine. Los tiempos de escasez dan lugar a un próspero artista, tanto en el generoso cariño de sus espectadores, como en lo material. Pero manteniéndose sencillo, transparente y generoso, como lo recuerdan sus compañeros de trabajo. El teatro en Mar del Plata en los 80 bate récords de público superando el millón de espectadores, el rating de su programa “No toca botón” es uno de los más altos de la televisión. Pero para evadirse, recurre al alcohol y a las drogas. Es común que hombres de éxito en su carrera personal, pero que arrastran grandes problemas como la depresión y la soledad, donde no les falta nada materialmente, encuentren como única salida estos vicios para superar el difícil trance de encontrarse cara a cara consigo mismo. El payaso que hace reír no encuentra cura para su mal Juan de Dios Peza fue un poeta y escritor mexicano que nació en México el 29 de junio de 1852 y murió el 16 de marzo de 1910. Su libro más famoso fue “Cantos del hogar”. Él también vivió el desencanto de vivir el abandono de su esposa. Quedó con sus dos hijos muy chicos, criándolos y educándolos con ahínco. Es reconocida su pieza magistral “Reír llorando”, que se asemeja a los últimos años de Olmedo, el actor, el cómico, que da todo a su público, pero que vive su drama sin encontrar un remedio que le dé la ansiada felicidad. Viendo a Garrik -actor de la Inglaterra el pueblo al aplaudirlo le decía: “Eres el más gracioso de la tierra, y más feliz.” Y el cómico reía. Víctimas del spleen, los altos lores en sus noches más negras y pesadas, iban a ver al rey de los actores, y cambiaban su spleen en carcajadas. Una vez, ante un médico famoso, llegóse un hombre de mirar sombrío: sufro -le dijo-, un mal tan espantoso como esta palidez del rostro mío. Nada me causa encanto ni atractivo; no me importan mi nombre ni mi suerte; en un eterno spleen muriendo vivo, y es mi única pasión la de la muerte. -Viajad y os distraeréis. - ¡Tanto he viajado! -Las lecturas buscad. - ¡Tanto he leído! -Que os ame una mujer. - ¡Si soy amado! -Un título adquirid. - ¡Noble he nacido! - ¿Pobre seréis quizá? - Tengo riquezas. - ¿De lisonjas gustáis? - ¡Tantas escucho! - ¿Qué tenéis de familia? - Mis tristezas. - ¿Vais a los cementerios? - Mucho ... mucho. -De vuestra vida actual ¿tenéis testigos? -Sí, mas no dejo que me impongan yugos: yo les llamo a los muertos mis amigos; y les llamo a los vivos, mis verdugos. Me deja -agrega el médico- perplejo vuestro mal, y no debe acobardaros; tomad hoy por receta este consejo “Sólo viendo a Garrik podréis curaros”. - ¿A Garrik? -Sí, a Garrik . La más remisa y austera sociedad le busca ansiosa; todo aquel que lo ve muere de risa; ¡Tiene una gracia artística asombrosa! - ¿Y a mí me hará reír? - ¡Ah! sí, os lo juro; Él sí; nada más él; más. ¿qué os inquieta? -Así -dijo el enfermo-, no me curo: ¡Yo soy Garrik! Cambiadme la receta. ¡Cuántos hay que, cansados de la vida, enfermos de pesar, muertos de tedio, hacen reír como el actor suicida, sin encontrar para su mal remedio! ¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora! ¡Nadie en lo alegre de la risa fíe, porque en los seres que el dolor devora el alma llora cuando el rostro ríe! Si se muere la fe, si huye la calma, si sólo abrojos nuestra planta pisa, lanza a la faz la tempestad del alma un relámpago triste: la sonrisa. El carnaval del mundo engaña tanto, que las vidas son breves mascaradas; aquí aprendemos a reír con llanto, y también a llorar con carcajadas. En esta última estrofa, cuando comienza: Cuántos hay… he escuchado el verso recitado, agregándole el apellido de Olmedo. Un llamado fatal Él la amaba a Nancy Herrera, a pesar de sus amoríos de noches para escapar al dolor de sentirse traicionado y de no poder tener a la mujer que amaba, añoraba en el fondo de su corazón una futura reconciliación. Ante los amigos tenía un discurso, propio del mundo varonil, en donde el macho que ha sido engañado, dice que nunca más en su vida la volvería a ver, y que ni se le pasaba por su cabeza, según Serra, Olmedo habría dicho: “Está muerta para mí… ¿Quién es Nancy Herrera?”. La verdad es que se seguían comunicando y viendo a escondidas, con un éxito descomunal en Mar del Plata con la obra “Éramos tan pobres” y con su última película estrenada días pasados, “Atracción Peculiar”. Entre idas y venidas, Olmedo le propone que pasen un fin de semana juntos y blanquear por fin el arreglo en la relación. Ella le dice que irá a su departamento alquilado en Mar del Plata del piso 11 del edificio Maral 39, frente a la playa Varese y esperará que regrese de la función y la cena que acostumbraba con sus compañeros de elenco. Con su generosidad habitual pagó la cena de todos, no dijo nada, y se fue al reencuentro tan esperado. La fiesta termina con una gran noticia y los últimos excesos provocan una tragedia El reencuentro ocurrió, él llego, hablaron mucho, tomaron demasiado champagne, Nancy le escribió en el espejo del baño: “Te amo”, el abajo le contesto: “Eu tambem”. Se reconciliaron, y ella le dijo que estaba embarazada y que le daría su sexto hijo. Próximo a las ocho de mañana, él estaba desbordado con la inmensa alegría que le brindaba estar con su amor de nuevo y se supone que fue a buscar una bolsita rosada que colgaba del balcón. Esa bolsita contenía cocaína, Olmedo, jugando, se subió a la baranda del balcón, resbaló y cayó al vacío. Con él se fue la alegría del cómico, se acabó lo que tendría que haber justificado hasta el hartazgo, porque volvió con la persona que lo había dejado en ridículo. Se fue del mundo, viéndola a e la, que trató de salvarlo, se fue contento, y pensando como en la canción de la película Tango Feroz, de que “el amor es más fuerte”, que se puede reintentar, dándole nuevamente a este una oportunidad. En una nota realizada por Juan Alberto Mateyko para la televisión, tres meses antes del desenlace fatal, le preguntó quién era Olmedo: “Olmedo, un tipo sencillo, común, creo que buen amigo”, y luego habló de la vida, comentó que:” No es fácil… después de cierta edad, uno ya empieza a tomar una filosofía con respecto a la vida y creo que siempre la he manejado bien, porque siempre me he manejado animalmente. Soy bastante animal con respecto a mis sentimientos, me dejo llevar por las cosas y creo que siempre me he conducido bien.” Y con la generosidad de la que él hacía gala remata: “Lo que realmente y siempre deseo de corazón es que no solamente me vaya bien a mí, sino que nos vaya bien a todos.” Su último instante de la vida nos muestra que cuando realmente alcanzó a reconquistar su amor malogrado, se murió para tristeza de su pareja y de su público que tantas veces lo aplaudió.

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