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» El Santafesino
Fecha: 09/03/2025 11:02
Este 8M, estudiantes, docentes, investigadoras, graduadas, emprendedoras, deportistas y trabajadoras de la UNL hablan sobre sus experiencias profesionales y universitarias. En un mundo construido en base a los varones, ellas dejan su huella desafiando estereotipos de género en cada una de sus áreas y siendo ejemplo para las que vienen. Facebook Twitter WhatsApp Más de la mitad de la comunidad de la Universidad Nacional del Litoral está conformada por mujeres. Un 61,63% de las y los ingresantes de este 2025, son mujeres. Estamos, habitamos la Universidad Pública, nos formamos y somos parte del mundo profesional. Este 8 de marzo, en el Día Internacional de la Mujer, es importante valorar el trabajo y el esfuerzo de las mujeres que hacen a nuestra universidad pública, porque abren caminos e inspiran a las que vienen. Pero también porque están acá gracias a la lucha de otras. “El 50% de la sociedad somos mujeres, entonces si no estamos en algún lugar es porque hay desigualdad y, a pesar de que el mundo está hecho poniéndonos palos en las ruedas y haciéndonos todo más difícil, nosotras hacemos carreras iguales o incluso superiores a las que pueden hacer varones”, sostuvo Valentina Locher, graduada de la Licenciatura en Economía y docente de Economía Laboral de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNL e investigadora del Conicet. “Es clave el acceso a la educación para todos y, especialmente, para las mujeres”, remarcó y aclaró que “es importante que desde la universidad se piense en las mujeres y en las disidencias, porque si bien se ha avanzado bastante sigue pasando que no llegan a estudios de grado, eligen determinadas carreras que desde chicas les marcaron como posibles o no encontramos con referencias bibliográficas de mujeres en ninguna materia de las carreras”, aclaró quien además es magister en Economía y Desarrollo Rural por la Universidad de Toulouse, Francia, y doctorada en Economía Agrícola, a través de becas de colaboración entre la UNL y la casa de estudios francesa. Valentina se formó en la universidad y, si bien sigue trabajando como docente, también está en contacto con el mundo empresarial. Se dedica a estudiar cómo las transformaciones vinculadas a las innovaciones se introducen en la agricultura argentina y cómo los actores sociales intervienen en esos procesos. Economía, negocios, agricultura, un mundo que se vincula normalmente a los varones. “Es un sector bastante masculinizado porque usualmente en los sectores que generan más dinero, hay más varones”, señaló, pero aclaró que “hubo una ola hace un tiempo que atravesó a toda la sociedad y permitió que las mujeres ocupemos otros lugares de poder, sin embargo aún queda mucho por hacer”. Llenar la universidad y el deporte Paulina Contini es estudiante avanzada de la carrera de Ingeniería Química en la Facultad de Ingeniería Química de la UNL y deportista. Representó a la universidad en varias competencias a nivel nacional e internacional, como el Campeonato Mundial Universitario de Canotaje FISU 2024. Hace unos años, cuando empezó con sus primeras competencias, no había tantas mujeres. “Éramos muy pocas, íbamos a un nacional y no completábamos las nueve participantes, pero hoy hay más de 20, seguro”, valoró. “En la facultad pasó lo mismo, hoy tengo un montón de compañeras mujeres”, aclaró y, con relación a las carreras que generalmente son escogidas por más varones, indicó que “les diría a las demás mujeres que se animen, una a veces tiene miedos o muchas preguntas y lo importante es pedir ayuda, hablarlo, porque con ganas y paciencia se puede”. Además, agregó que ver a otras mujeres tanto en el deporte como en la vida universitaria “sirve de inspiración”. Comunicar y trabajar con perspectiva de género Anisé Casim es Licenciada en Comunicación Social y trabajadora de la Dirección de Comunicación de la UNL. Trabaja en la universidad desde hace 13 años, coordinando el área de Comunicación de la Secretaría de Planeamiento e Internacionalización y el Centro de Idiomas. “En estos años que llevo trabajando acá noté que hay más mujeres ocupando puestos como no docentes y pensando, charlando y trabajando en equipo, aportando otras miradas”, sostuvo. “Creo que nosotras traemos, además de paridad, otras voces, somos capaces de mostrar otras experiencias, visibilizar otras realidades”, señaló. Ciencia y vida: un camino de desafíos y aprendizajes Vanesa Arzamendia es doctora en Ciencias Biológicas, investigadora adjunta de Conicet; bióloga, jefa de Trabajos Prácticos en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL; vicepresidenta de la Asociación Herpetológica Argentina; editora de Cuadernos de Herpetología, revista de la Asociación Herpetológica Argentina y editora asociada de la Revista del Museo Argentino de Ciencias Naturales. Su línea de investigación se enmarca en el estudio de la biodiversidad de serpientes neotropicales, que junto a su historia evolutiva o filogenética permite responder a nuevos interrogantes sobre la estructuración de las comunidades que abordan la ecología y biogeografía de las serpientes de Argentina, lo cual aporta a su conservación. “Conciliar la actividad científica con la vida familiar ha sido un reto constante, pero también una fuente de satisfacción y crecimiento. La ciencia es una vocación que exige tiempo, dedicación y un compromiso que muchas veces trasciende los horarios de trabajo”, contó Arzamendia y añadió que “en mi caso, lograr ese equilibrio ha implicado organización, apoyo familiar y una comunidad científica que entiende la importancia de compatibilizar ambos mundos; aunque no siempre es así, pero es necesario contar con esa postura desde la academia”. “A nivel global se necesitan mujeres en la ciencia porque la diversidad de perspectivas enriquece el conocimiento y permite avanzar en soluciones más inclusivas y equitativas. Históricamente, la ciencia ha estado dominada por voces masculinas, y aunque eso está cambiando, aún queda camino por recorrer. Las mujeres aportamos enfoques distintos, abordamos preguntas desde otras miradas y contribuimos a que futuras generaciones vean la actividad científica como un espacio de oportunidades para todos, sin importar el género”, continuó. “Mi recorrido no ha estado exento de desafíos: desde la falta de oportunidades y el escepticismo en algunos espacios hasta la dificultad de acceder a financiamiento para proyectos científicos. Cada obstáculo ha traído consigo una enseñanza, y hoy me siento orgullosa de haber contribuido con investigaciones que ayudan a comprender y proteger los ecosistemas neotropicales, así como haber formado parte de equipos interdisciplinarios que impulsan la ciencia en nuestra región y promover la formación de jóvenes investigadores/as. La actividad científica no sólo nos permite descubrir el mundo; nos da oportunidad de cambiarlo para mejor”, finalizó Arzamendia. Emprender en el mundo 3D Camila Picco es Diseñadora Industrial, primera graduada de esa carrera en la Facultad de Diseño, Arquitectura y Urbanismo de la UNL, docente, investigadora y emprendedora. “Nunca sentí la disparidad en mi carrera, en mi camada éramos muchas chicas, empecé a emprender en el segundo año porque me pareció interesante formar un negocio de impresión 3D, y ahí sí noté una disparidad”, advirtió. Trabaja con tecnologías de prototipado rápido, arma los diseños en la computadora y la impresora los materializa. “Soy docente, doy cursos sobre el diseño 3D, talleres, capacito a mucha gente y trabajo con máquinas, a muchas personas les parece raro que sea yo quien haga todo esto, que arregle máquinas, que haga servicio técnico porque son roles que históricamente estaban delegados a los varones”, precisó Camila. Sumar identidades para abonar a la ciencia María Eugenia Marichal es abogada y doctora en Derecho por la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNL; magíster en Ciencia, Tecnología y Sociedad (UNQ); investigadora adjunta de Conicet; profesora adjunta exclusiva ordinaria en Filosofía del Derecho en la carrera de Abogacía, y de Epistemología de las Ciencias Sociales en la Licenciatura en Trabajo Social, en la UNL. Sus temas de Investigación refieren a la regulación de la seguridad alimentaria y derecho humano a la alimentación. “Las profesiones más tradicionales, entre ellas la abogacía, no suelen estar directamente vinculadas a la producción de conocimiento científico. El destino más común de quienes egresan en Derecho es el ejercicio de la profesión liberal, eventualmente pueden pensar en seguir alguna actividad vinculada a la administración pública, la política partidaria, o el ingreso a la carrera del Poder Judicial. Estos destinos son tan preponderantes que al inicio de mi carrera de grado incluso desconocía que podía dedicarme a la investigación en Derecho”, comentó Marichal. “Cuando estudiaba me hacía muchas preguntas, es decir, por qué las leyes habían terminado siendo así y no de otro modo, qué intereses en realidad protegían y cuáles no, qué tan efectivas podrían llegar a ser, y por qué. En el cuerpo de conocimiento sobre el Derecho que se conoce como dogmática jurídica o doctrina jurídica no siempre encontraba respuestas satisfactorias. Ya próxima a graduarme tuve la posibilidad de incorporarme en un proyecto del Curso de Acción para la Investigación y Desarrollo, conocido como CAI+D UNL, y ahí descubrí todo un espacio que me brindaba vías para encauzar esas preguntas”, subrayó. “La investigación jurídica como oficio, como profesión, es de algún modo reciente en el país. Tengo el orgullo de pertenecer a la primera generación de mujeres que se dedican a tiempo completo a la investigación en derecho en el ámbito de la UNL”, enfatizó y siguió: “Abono a las epistemologías feministas según las cuales se entiende que la producción de conocimiento científico no es un proceso neutral, sino que como científicos/as y sujetos sociales estamos situados y tenemos un montón de determinantes como por ejemplo por la posición de clase, género y raza. Lo cual hace que tengamos una cierta mirada sobre el mundo y que las preguntas que nos formulamos al momento de investigar están atravesadas por todas esas dimensiones, entre ellas el género”. “Considero que todas las identidades subalternas, no sólo las mujeres, pueden construir un tipo de conocimiento científico, de saberes, que permitan horizontes más justos, más igualitarios y equitativos. Y eso no solo es bueno para los propios grupos subalternos, sino que abona a una emancipación de la sociedad toda. La ciencia tradicional, sesgada por ciertos valores patriarcales, puede llegar a ser miope, invisibilizar cuestiones problemáticas. En el campo jurídico, por ejemplo, las miradas feministas aportaron al derecho de familia, derecho laboral o de la seguridad social, una comprensión más amplia de los propios conceptos de familia (incluso, se habla de familias, en plural, porque no hay una única forma o modelo) de la noción de trabajo”, explicó María Eugenia y aclaró que “es importante entender que el trabajo no es sólo la labor remunerada que se enmarca en un vínculo contractual, sino que existe el trabajo de cuidado, las tareas reproductivas, generalmente no remuneradas, que permiten el sostenimiento de la vida misma, sin el cual el mercado laboral tradicional no podría funcionar. Esta perspectiva visibiliza y jerarquiza otras formas de trabajo, problematizando las bases tradicionales de varias ramas del Derecho”, concluyó Marichal.
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