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  • En la educación ya nada será como antes

    » Elterritorio

    Fecha: 09/03/2025 09:13

    domingo 09 de marzo de 2025 | 6:05hs. Sostiene que los estudiantes tienden a no participar de actividades colectivas. Cuando me propusieron escribir estas líneas, me vino a la memoria, un contenido que solía trabajar con los estudiantes de la universidad, antes de jubilarme. ¿Qué es la educación? Por entonces decíamos que la educación es la transmisión de los valores de la cultura. Es que, para perpetuarse, cada cultura necesita que sus nuevos integrantes se apropien de sus valores, que no son solamente los principios que guían la forma de actuar, ser y pensar de los sujetos, sino también la economía, la organización política y social, la lengua, la ideología, las formas jurídicas, la ciencia y la tecnología, el arte y la propia educación, entre otros. La pandemia de Covid 19 produjo profundas transformaciones en todos esos dispositivos de la vida social. Tan fuerte fue el impacto que algunos intelectuales pensaron que el modo en que la humanidad estaba siendo afectada, en todas sus actividades, por la propagación del virus, iba a generar el surgimiento de nuevas formas de solidaridad y comunitarismo, que reemplazarían al individualismo y la competencia desleal, a la cual el neoliberalismo había ido llevando a nuestra humanidad. Que, en ese marco, por ejemplo, las naciones iban a ser complementarias en la producción y distribución de los medicamentos; que, por otra parte, en las comunidades, el respeto por la salud de los otros, iba a predominar por sobre el egoísmo del “sálvese quien pueda”. Pero, aunque asistimos a prácticas y gestos que parecían orientarse en esa dirección, como el arduo y comprometido trabajo de los profesionales de la salud, el tiempo nos mostró que, pasados los aplausos, empezaron a aparecer carteles en los edificios pretendiendo que esos mismos profesionales no siguieran viviendo allí, por miedo al contagio. Por entonces, escribíamos con Alex Yarza de los Ríos: “Si bien existen contados esfuerzos de algunos Estados, los efectos negativos de las medidas tomadas o de las que nunca se han tomado, no se hacen esperar: muertes en residencias, instituciones, calles o casas; exclusión de la asignación de recursos sanitarios por prejuicios médicos o por mandatos mercantiles; restricciones en la participación comunitaria o por aislamiento social; incremento de empobrecimiento; aumento exponencial de violencias domésticas, urbanas e institucionales, de prácticas disfóbicas; retrocesos personales en los procesos de aprendizaje, de educación escolar o de rehabilitación integral”. Entonces, ¿qué iba pasando con la educación y esa transmisión de los valores de la cultura? Por una parte, las necesarias medidas de alejamiento y aislamiento, conocidas como Dispo y Aspo, generaron en los habitantes de nuestras ciudades, principalmente, una tendencia a un repliegue de los sujetos sobre sí mismos. En un trabajo coordinado por Martín Becerra y Victoria Irrisarrio se incluye un testimonio de una adolescente que durante los meses de confinamiento decidió utilizar TikTok con mucha frecuencia. “Ya que no tenía nada para hacer. No salía de la pieza, no hablaba con nadie, sólo estaba con el celular encerrada”, cuenta. Pasar largas horas en TikTok le generó discusiones con sus padres y amigos. Ella consideró que 2021 fue su peor año, no hablaba con nadie y cuando salía, al volver a su casa lloraba. Esta situación de angustia e incertidumbre, vivida por los adolescentes que luego ingresaron a la universidad o de los que comenzaron a transitar sus estudios en la educación superior durante la pandemia, en modalidades virtuales, con escaso o nulo vínculo con los docentes y sus compañeros, ha dejado huellas muy importantes en la socialización de los estudiantes. En síntesis, la calidad de nativos digitales, de esos niños y jóvenes pertenecientes a la llamada Generación Z y la situación de confinamiento durante la pandemia son dos elementos a considerar para intentar comprender los procesos educativos de los jóvenes de hoy. A modo de ejemplo se puede destacar la experiencia de aquellos estudiantes que ingresaron a la universidad en 2020 y 2021, que transitaron sus primeros años a través de la virtualidad; que hoy se resisten a la presencialidad y tienden a no participar de las actividades culturales, deportivas o gremiales que caracterizan a la vida en las universidades, por ejemplo, en las recientes asambleas, para organizar actividades en defensa de la universidad pública. Otra marca visible de la pandemia en alumnos de primaria y secundaria fue la brecha digital causada por la desigualdad de clases sociales. Como la educación formal se virtualizó compulsivamente, los niños y jóvenes de los hogares de menores ingresos, que no dispusieron de fácil acceso a internet para desarrollar las actividades escolares, quedaron afuera de los procesos educativos, viviendo el aislamiento con una angustia todavía mayor. Todas estas experiencias han sido tierra férti, para potenciar la tendencia, ya existente en nuestra sociedad, a prácticas sociales cada vez más individualistas, que conducen a una reducción acerca del sentido de lo colectivo, como una alternativa para enfrentar la desigualdad y la injusticia social. Por Pablo Daniel Vain Docente-investigador Unam/Conicet Compartí esta nota:

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