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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 09/03/2025 00:30
Un final inquietante: los 7 días en que la esposa de Gene Hackman ya no pudo cuidarlo (EP) Puede que nunca se conozcan los detalles exactos, pero Hackman, de 95 años y con alzheimer avanzado, estuvo solo durante aproximadamente una semana tras la muerte de su esposa y única cuidadora. Antes de que Gene Hackman desapareciera de la vista pública en su ciudad adoptiva de Santa Fe, Nuevo México, los residentes veían a la envejecida estrella de cine en el campo de golf o en su camioneta o paseando a sus queridos perros por la encantadora ciudad del oeste, entre mezquites, enebros y pinos piñoneros. Su esposa, Betsy Arakawa, estaba a menudo junto a él. Había muchas cosas de su vida que ella manejaba. Organizaba los partidos de golf con sus amigos. Controlaba su dieta, dados los problemas de corazón que le habían perseguido durante décadas. Diluía su vino con agua con gas. Mecanografiaba y editaba las novelas que él escribía a mano. Al parecer, también asumió el papel de única cuidadora mientras él sufría los devastadores efectos del alzheimer. Treinta años más joven que él, debió de haber planeado atenderlo hasta el final, en la casa que compartían. Por eso, el viernes, resultó aún más impactante que las autoridades de Nuevo México revelaran más giros oscuros en el misterio de cómo murió la pareja el mes pasado en su casa de cuatro dormitorios, oculta por los árboles al final de una lujosa calle sin salida al este de la ciudad. Las autoridades dijeron que la pareja murió por causas naturales, él de una enfermedad cardiaca y ella de una infección vírica poco frecuente. Pero fue Arakawa -la cuidadora, amante, protectora- quien falleció primero, quizá el 11 de febrero, dejando a Hackman, de 95 años y con alzhéimer avanzado, solo en la casa durante días. Se cree que murió una semana después, el 18 de febrero. Sus cuerpos en descomposición no se descubrieron hasta pasados otros ocho días, cuando un trabajador de mantenimiento llamó a un guardia de seguridad para que acudiera a la casa después de que nadie abriera la puerta. Los trabajadores de urgencias encontraron a Arakawa, de 65 años, en el suelo de un cuarto de baño, cerca de un frasco de medicamentos y pastillas derramadas. Zinna, una de sus tres perros, estaba muerta en una jaula dentro de un armario. El cadáver de Hackman fue descubierto en el mud room, un vestíbulo de la casa, con pantuflas y un bastón. Su esposa, Betsy Arakawa, estaba a menudo junto a él. Había muchas cosas de su vida que ella manejaba. Organizaba los partidos de golf con sus amigos. Controlaba su dieta, dados los problemas de corazón que le habían perseguido durante décadas. Diluía su vino con agua con gas. Mecanografiaba y editaba las novelas que él escribía a mano (AP) La médica forense jefe de Nuevo México dijo el viernes que la enfermedad de Alzheimer había contribuido a la muerte de Hackman. Arakawa murió de hantavirus, que se contrae por exposición a excrementos de roedores, a menudo el ratón ciervo o norteamericano de Nuevo México. Es posible que nunca se conozcan los detalles exactos de lo que ocurrió en la casa en el transcurso de aquella semana. Amigos y vecinos dijeron que la pareja se había recluido cada vez más en los confines privados de su casa de la ladera desde el inicio de la pandemia de COVID-19. Pero la cronología presentada el viernes plantea la aterradora posibilidad de que Hackman, veterano de los marines y actor de consumada precisión y control, haya pasado días en presencia de su esposa fallecida, demasiado desorientado o débil para pedir ayuda, básicamente atrapado en la hermosa y apartada casa que había sido su recompensa a una vida de trabajo en el foco de atención pública. Hackman se sintió atraído por Santa Fe a finales de la década de 1980, poco después de divorciarse de su primera esposa. Ya había recibido un Oscar por su papel protagonista en el thriller de 1971, Contacto en Francia. Otro Oscar, como actor secundario en el wéstern de 1992 Los imperdonables, llegaría más tarde. Su padre, quien abandonó a la familia cuando Hackman tenía 13 años, era periodista en un periódico local. Su madre era camarera. Pero Hackman tenía una vena bohemia, y se sintió atraído por el impresionante paisaje natural de Santa Fe y por los artistas que este inspiraba. Se convertiría en uno de ellos, pasando gran parte de la segunda mitad de su vida pintando, esculpiendo y escribiendo ficción en Santa Fe, lejos de las casas trofeo de Beverly Hills que habitan muchos famosos de su calibre. Arakawa era pianista clásica, nacida en Hawái. Conoció a Hackman en Los Ángeles, en un gimnasio donde tenía un trabajo a tiempo parcial. Él había olvidado su tarjeta de entrada, y ella se negó a dejarle entrar, según Rodney Hatfield, un amigo. Se casaron en 1991. Los amigos dijeron que la relación parecía natural, a pesar de la diferencia de edad. Hackman se sintió atraído por Santa Fe a finales de la década de 1980, poco después de divorciarse de su primera esposa. Ya había recibido un Oscar por su papel protagonista en el thriller de 1971, Contacto en Francia. Otro Oscar, como actor secundario en el wéstern de 1992 Los imperdonables, llegaría más tarde (AP/ARCHIVO) “Esa parte nunca me venía a la cabeza porque parecían iguales en muchos aspectos”, dijo una amiga, Susan Contreras. “Ella era una personalidad en sí misma”. La vida que emprendieron en Santa Fe fue encantadora y sorprendentemente normal. Architectural Digest publicó una casa anterior que tenían en lo alto de una colina, a las afueras de la ciudad, construida según sus especificaciones en un elegante estilo del suroeste. Hackman se unió al consejo del Museo Georgia O’Keeffe, una de las joyas culturales de la ciudad. Invirtieron en un restaurante, Jinja, que exponía los cuadros de Hackman y bautizaron un cóctel mai tai de la casa en su honor. Pero otros recordaron a un hombre que a menudo parecía encajar en el molde del “hombre común” que tantas veces interpretó en la pantalla. Helen Dufreche, una antigua vecina, recordaba haber conocido a Hackman por primera vez hace una década. Llevaba una gorra de béisbol y se había detenido junto a ella en un camión para halagar a sus perros salchicha. “¡Qué cachorros más bonitos!”, dijo él. Tom Allin, viejo amigo de Hackman, dijo que Arakawa siempre había sido una especie de guardiana de su famoso marido. A lo largo de una amistad de 20 años con Hackman, Allin nunca recordaba haber hablado con él por teléfono o por correo electrónico. Siempre organizaba partidos de golf o visitas a través de Arakawa. Con poco interés por la tecnología, Hackman no tenía teléfono móvil que Allin conociera. “Era muy protectora con él”, dijo Allin, y añadió que Hackman parecía feliz de que su mujer se encargara de todo. Recordó que Hackman decía que habría muerto "hace mucho tiempo" sin que su mujer cuidara de él y se asegurara de que comiera sano. En enero de 2020, justo antes de la pandemia, dijo Allin, vio a su amigo por su cumpleaños 90 en Islamorada, Florida. Recuerda a Arakawa mezclando agua con gas en su vino. "Lo cuidaba mucho", dijo. Gene Hackman y el perro que adoptó en 1999 (Facebook/ Animal Rescue Inc) También dijo que pudo percibir que la salud de Hackman estaba decayendo. La pareja tenía la tradición de que Hackman preparara cada año una cena para el cumpleaños de Arakawa. En 2023, ella llegó a casa esperando una comida, recordó Allin, pero Hackman había olvidado su ritual. Como muchos estadounidenses mayores, Hackman se refugió en casa durante la crisis de covid para mantenerse a salvo. En los últimos años, los vecinos de Santa Fe Summit, la comunidad cerrada donde vivía la pareja, dijeron que no habían visto ni rastro de esta, salvo sus cubos de basura a un lado de la carretera, en espera de que los recogieran. Durante la conferencia de prensa del viernes, el sheriff Adan Mendoza, del condado de Santa Fe, dijo que los investigadores habían determinado que el 9 de febrero, un domingo, Arakawa había recogido a Zinna de un veterinario después de que la perra se sometiera a una intervención quirúrgica, lo que podría explicar por qué Zinna había permanecido encerrada en una jaula. El 11 de febrero, quizá horas antes de morir, Arakawa envió un correo electrónico a su masajista por la mañana y luego fue a una tienda de comestibles por la tarde. También fue grabada en un video de vigilancia haciendo una breve parada en una farmacia. El sheriff Mendoza dijo que creía que ese día llevaba una mascarilla cuando estaba en público, lo que hacía a menudo para evitar contagiar cualquier enfermedad a su marido, según dijeron sus amigos. Arakawa se detuvo en una tienda de comida para mascotas esa misma tarde y regresó a su vecindario sobre las 5:15 p. m., dijo el sheriff. No respondió a ningún correo electrónico después de ese día. Arakawa era pianista clásica, nacida en Hawái. Conoció a Hackman en Los Ángeles, en un gimnasio donde tenía un trabajo a tiempo parcial. Él había olvidado su tarjeta de entrada, y ella se negó a dejarle entrar, según Rodney Hatfield, un amigo. Se casaron en 1991. Los amigos dijeron que la relación parecía natural, a pesar de la diferencia de edad (Splash News/The Grosby Group) Ante la pregunta de si la pareja tenía a alguien que cuidara de Hackman, el sheriff Mendoza dijo: “En este momento, no hay indicios de que hubiera un cuidador en la casa”. James Everett, que vivió a tiempo parcial en el vecindario durante unos cinco años, dijo en una entrevista la semana pasada que le parecía inusual que la pareja no tuviera ningún cuidador, dada la edad de Hackman. “Sé que cuando mi padre tenía 95, 96, 97, 98 años, teníamos una cocinera y una asistenta que vivían con él”, dijo. “Me sorprende que no las tuvieran”. Otro vecino, Robert Cecil, se preguntó si el deseo de privacidad de la pareja fue, al final, una “debilidad” que contribuyó al horror que les sobrevino. Pero Hatfield, amigo de Hackman desde hacía mucho tiempo, dijo que a Hackman le encantaba Santa Fe porque le permitía vivir una vida que no siempre era la de una estrella. “Sé que a Gene no le gustaba el papel de famoso”, dijo. “Era bastante obvio”. Otro amigo, Stuart Ashman, dijo que la soledad era a menudo el objetivo de quien se mudaba a Santa Fe. “La gente venía aquí para esconderse”, dijo. “Ciertamente lo hacían”. © The New York Times 2025.
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