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  • Acuerdo con el FMI: sanear el BCRA para terminar con la inflación – Cadena Entrerriana 96.5MHz LRS 798

    Concordia » Cadena Entrerriana

    Fecha: 08/03/2025 21:04

    Horas después de haberse anunciado el DNU sobre el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el Presidente hizo llegar esta columna a LA NACION en la que explica su estrategia para restaurar el patrimonio del Central y dejar el incremento de precios en el pasado La inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario generado por un exceso de oferta de dinero, ya sea porque subió la oferta, cayó la demanda o ambas cosas, lo cual reduce el poder adquisitivo del dinero, esto es, todos los precios en unidades monetarias suben. A su vez, este mecanismo no es instantáneo, ya que la política monetaria opera con un rezago que oscila entre 18 y 24 meses. Esto es, dada la demanda de dinero, aun cuando uno fije la cantidad de dinero, la inflación tardará en desaparecer entre un año y medio, y dos años. Esta situación se vuelve más tediosa, si en el origen existían restricciones cuantitativas en los distintos mercados aunado a controles de precios, lo cual genera un sobrante monetario que implica una mayor tasa de inflación de corto plazo. Por otra parte, la dinámica con la que suben los distintos precios (dólar, transables, mayoristas, minoristas y los salarios) depende del origen del desequilibrio. Finalmente, aun sin desequilibrio monetario, para la misma escala nominal de la economía, los precios relativos suelen cambiar, lo que implica que cuando algunos suben, otros deberán caer por la simple cuestión de que la cantidad de dinero está fija. Si bien la explicación anterior es muy potente tanto desde la argumentación como desde el punto de vista empírico, terminar con el problema de la inflación de una vez y para siempre requiere considerar de modo explícito las operaciones que los distintos agentes realizan con el Banco Central y cómo esto impacta en sus distintas hojas de balance. Puesto en otros términos, no solo hay que mirar qué está pasando con los flujos, sino también con los stocks. En este sentido, el balance del Banco Central (BC), como el del resto de los agentes, muestra que su patrimonio neto surge de la diferencia entre sus activos y sus pasivos. Por ende, si uno pensara en el último día de nuestra existencia física, dado que el dinero emitido por el BC no tiene poder de compra alguno en el más allá, todos deberían liquidar sus tenencias monetarias antes de partir. Por ende, si el BC tuviera un patrimonio neto a mercado no negativo, podría rescatar sus pasivos monetarios sin que haya sobresaltos en el nivel de precios. Por otra parte, si el patrimonio del Banco Central fuera negativo, dado que en el activo suelen existir bienes con un valor real independiente de lo que pase con el poder adquisitivo del dinero, ello implica que para reestablecer el equilibrio patrimonial el nivel de precios debe subir para licuar los pasivos monetarios y de ese modo alinearse con el valor de los activos. De ello surge que cuanto mayor sea el deterioro patrimonial del BC, mayor será el nivel de precios que permite sanear su balance. Así, dicho nivel de precios de largo plazo contra el nivel actual nos muestra la tasa de inflación subyacente de la economía. Por lo tanto, para terminar con la inflación no basta con trabajar sobre los flujos, sino que resulta fundamental recomponer el equilibrio de stocks (patrimonio del BC). Dentro de este marco, en el caso del BCRA, sus activos se componen de reservas internacionales y títulos públicos emitidos por el gobierno nacional. En cuanto al pasivo, en el mismo se encuentra la base monetaria (circulante en poder del público y encajes de los bancos) y la deuda remunerada, que en su momento se llamaron Lebac, luego Leliq y después Pases. En este sentido, cuando suben los pasivos del Banco Central, ya sea por emisión de pesos contra títulos públicos que no tienen mercado, es decir, emisión espuria, o por el devengamiento de intereses de los pases, el patrimonio del Banco Central se deteriora aumentando la inflación presente y futura. Desde esta perspectiva, es muy simple entender por qué desde la salida de la convertibilidad hemos venido soportando niveles de inflación crecientes hasta 2023. En primer lugar, por la estafa descomunal de la pesificación asimétrica, lo cual implicó que la política se robó US$14.000 millones que respaldaban la base monetaria en 2001; y que a dinero de hoy ajustado por la inflación americana serían US$30.000 millones. La segunda estafa fue el Fondo del Bicentenario, cuando por el capricho electoral de Cristina Kirchner se extrajeron del BCRA US$10.000 millones, que a dinero de hoy serían US$15.000 millones. Sin embargo, el saqueo de los políticos vía el Banco Central no se acaba con esas dos estafas monumentales, sino que a eso hay que sumar los US$25.000 millones de la venta de aire en el dólar futuro durante 2015 y los US$40.000 millones de las SIRA en 2023. Esto significa que, en los últimos 25 años, la política, mediante el BCRA, les robó a los argentinos US$110.000 millones. Por lo tanto, ante semejante destrucción del activo del BCRA, no debería sorprender el desastre inflacionario que hemos vivido en los últimos veinte años. Y, dado que el dólar es un precio más de la economía, es casi natural que se haya multiplicado por 1200 veces. En función de todo esto, para terminar con la inflación de una vez por todas y para siempre, desde que asumimos el poder hemos trabajado en dos líneas simultáneas. Por un lado, cortamos el flujo de emisión de dinero. Esto se logró cortando de raíz tanto el déficit del Tesoro Nacional como el cuasifiscal del BCRA que se generaba por el devengamiento de intereses de los pasivos remunerados. Es por ello que la base monetaria amplia permanece constante desde mediados del año pasado. Esto es, la escala nominal de la economía está constante y la inflación que se observa obedece a los rezagos de la desastrosa política monetaria K y la eliminación del sobrante monetario no titulizado. Por otro lado, se trabajó de modo activo en la regularización de los stocks, entre lo que se destaca un write-off (reconocimiento de pérdida de valor) en títulos públicos por cerca de US$45.000 millones y de ir pasando deuda del BCRA al Tesoro, dado que el origen de dicha deuda yacía en el déficit fiscal financiado con emisión monetaria. Es más, como parte de esta tarea el stock de deuda bruta consolidada cayó en US$20.000 millones. Sin embargo, aún falta un paso adicional y ahí es donde aparece el nuevo acuerdo con el FMI. Así, el dinero que ingrese del FMI, el Tesoro lo utilizará para cancelar parte de su deuda con el Banco Central, de modo tal que la deuda bruta no sube y en caso de que la misma se utilice para rescatar títulos cuyo valor de mercado está debajo la par, la misma caerá. Por lo tanto, el acuerdo con el FMI busca restaurar el patrimonio del BCRA, para que de este modo la inflación sea solo un mal recuerdo del pasado. A su vez, se podría objetar que, si bien la deuda bruta no sube, hay un cambio en el acreedor. Sin embargo, este argumento implicaría aceptar que la política querría seguir estafando a los argentinos vía inflación, lo cual no sólo es aberrante por su efecto negativo en el crecimiento, sino por cómo golpea sobre los segmentos más vulnerables de la población. También, se podría señalar que estamos cambiando impuestos explícitos por un impuesto implícito no legislado, lo cual es falso porque la deuda bruta no sube. Y si así fuese, ante la necesidad de un mayor resultado fiscal el mismo lo alcanzaremos recortando el gasto. En definitiva, nada nos detendrá en nuestra tarea de exterminar la inflación y hacer grande a la Argentina nuevamente. El autor es presidente de la Nación compartir

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