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Concordia » Despertar Entrerriano
Fecha: 08/03/2025 04:49
En la región del río Uruguay, una planta exótica invasora se ha convertido en un desafío ambiental de gran escala. Sin embargo, un grupo de investigadores de la Facultad de Ciencias de la Alimentación (FCAL) de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) ha encontrado una forma innovadora de aprovecharla: transformar sus vainas en harina para el consumo humano. Despertar Entrerriano conversó con la Dra. Andreina Stefani, docente e investigadora de FCAL, quien explicó los avances y el impacto de este proyecto. Un problema ambiental con consecuencias graves La acacia negra (Gleditsia triacanthos), originaria de América del Norte, se introdujo en Argentina con fines ornamentales y para el uso en cercos vivos, pero su propagación descontrolada ha generado serias consecuencias ecológicas. “Es una invasora agresiva, especialmente en la región del río Uruguay, en áreas como el Parque Nacional El Palmar, los esteros del Farrapo y la zona del Norbelta”, explicó Stefani. El problema radica en su capacidad de expansión. “Las semillas de la acacia negra son muy resistentes y se dispersan fácilmente a través de las aves, que las ingieren sin digerirlas completamente. Esto hace que la planta crezca rápidamente y desplace a los montes nativos”, detalló la investigadora. Además, sus raíces modifican la composición del suelo, acidificándolo y afectando la biodiversidad del ecosistema. Ante esta problemática, los científicos de FCAL decidieron abordar la cuestión desde una perspectiva diferente: ¿podría este problema ambiental convertirse en una solución alimenticia? El objetivo de convertir la acacia en alimento Desde 2019, el equipo de investigación trabaja en el desarrollo de alimentos a partir de plantas silvestres comestibles. “Nos enfocamos en la acacia negra porque, además de ser una amenaza ecológica, tiene un gran potencial alimenticio”, señaló Stefani. El primer paso fue analizar las propiedades de sus vainas y semillas. “Encontramos que la harina obtenida de la acacia negra tiene un perfil nutricional interesante, con un buen aporte de carbohidratos, proteínas y fibras”, explicó. Sin embargo, el proceso no fue sencillo. “Trabajamos en distintas metodologías para obtener harinas con y sin semillas, mejorando su perfil sensorial y optimizando su uso en diversas preparaciones”, indicó la investigadora. Finalmente, lograron desarrollar un polvo fino y seco, con un sabor comparable al del algarrobo, con notas de chocolate y vainilla. Productos innovadores y aplicaciones gastronómicas Una vez obtenida la harina, el equipo de FCAL comenzó a experimentar con distintas aplicaciones gastronómicas. “Probamos su uso en panes, que pueden combinarse con harina de trigo o utilizarse en mezclas sin gluten para personas celíacas”, explicó Stefani. Además, desarrollaron un alfajor al que denominaron alfacacia, elaborado con un alto porcentaje de harina de acacia. “Es una forma innovadora de incorporar este ingrediente en productos más atractivos para el consumidor”, destacó. La investigadora también mencionó que la harina de acacia podría usarse en otras preparaciones, como galletas, tortas y barritas energéticas. “Estamos explorando opciones para hacerla más versátil y accesible”, afirmó. Hacia la incorporación en el Código Alimentario Argentino Uno de los objetivos del equipo es lograr que la harina de acacia negra sea reconocida dentro del Código Alimentario Argentino. “Si logramos su incorporación, podrá comercializarse a mayor escala, permitiendo que más industrias y consumidores la utilicen”, explicó Stefani. Esto abriría la puerta a una mayor diversificación de productos y a un mayor impacto en la economía local, generando oportunidades para productores y emprendedores. Revalorizando los alimentos silvestres Más allá del caso específico de la acacia negra, la Dra. Stefani resaltó la importancia de recuperar el conocimiento sobre los alimentos silvestres comestibles. “Históricamente, muchas culturas han utilizado plantas como el diente de león, la borraja y otras especies silvestres en su alimentación. Sin embargo, con el tiempo, estos conocimientos se han ido perdiendo”, explicó. La tendencia actual en gastronomía apunta hacia lo que se conoce como las 4S: alimentos que sean sanos, sostenibles, sabrosos y sustentables. “Es fundamental volver a valorar estos ingredientes naturales, que no solo son nutritivos sino que también pueden ayudarnos a reducir el impacto ambiental de la producción de alimentos”, comentó. Un modelo de desarrollo sostenible El trabajo del equipo de FCAL no solo busca ofrecer una solución a un problema ambiental, sino también fomentar un modelo de producción de alimentos más sostenible. “Lo que hacemos es unir el conocimiento científico con la tradición y la innovación. Al trabajar con plantas silvestres, no solo recuperamos saberes ancestrales, sino que también ofrecemos alternativas más ecológicas y accesibles”, sostuvo Stefani. Fuente: Despertar Entrerriano
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