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  • ¿Por qué nos cuesta tanto decir que “no”?: una batalla interna que debemos ganar

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 07/03/2025 05:04

    Una pareja discutiendo por necedades, mostrando cómo pequeños desacuerdos pueden generar tensiones innecesarias. – (Imagen Ilustrativa Infobae) Un hombre toca el timbre en la casa del vecino. -¿Podrías prestarme la soga? -No puedo, la estoy usando. El vecino se sorprendió por la respuesta, porque podía ver la soga tirada en el patio. Indignado, le dijo: -¡Pero si la estoy viendo ahí tirada en medio del patio! -Ese es su uso, contestó su dueño, dando por terminada la conversación. El protagonista de esta historia es un personaje legendario de la literatura de medio oriente, célebre por sus anécdotas llenas de sabiduría y humor. Cuando leí esta historia pensé para mis adentros, “qué placer poder contestar que no, simplemente porque no queremos!” Desconozco el vínculo entre estos vecinos, pero lo central me parece que es el hecho de no sentirnos obligados a hacer algo que no deseamos. ¿Por qué tantas veces decimos que sí cuando querríamos decir que no? ¿No sería más fácil nuestra vida si lo hiciéramos? ¿No nos evitaríamos algunos problemas de salud, incluso graves, al dejar de traicionarnos a nosotros mismos? Al indagar por qué tenemos tanto miedo al rechazo, la ciencia encuentra razones diversas, que van desde malas experiencias que pudimos haber vivido en la infancia y nos marcaron, hasta raíces antropológicas. El primer caso es bastante obvio: si cuando éramos niños había mucha presión para ser correctos, perfectos, buenos, como nuestros padres querían…es probable que esa adaptación, o deformación, nos acompañe el resto de la vida. A menos que trabajemos bastante para modificarla. A su vez, diversas investigaciones vienen comprendiendo que nuestro pánico a ser rechazados tiene raíces biológicas. Nuestra especie, como cualquier otra, sabe que estar aislado es sinónimo de vulnerabilidad y mayor riesgo de ser presa de los predadores. Estar dentro de una manada tiene una función clave: tener mayores chances de sobrevivir. Entonces, ¿cómo poner en riesgo nuestra supervivencia, aislándonos de compañeros que llegado el caso podrían ayudarnos a defendernos? Por eso no es fácil decir que no. Lo interesante es que otras investigaciones muestran que no hacerlo es perjudicial para nuestra salud. Lenta pero contundentemente, la ciencia viene observando que muchas enfermedades están muy relacionadas con el carácter de ciertas personas que les cuesta mucho decir que no, o expresar lo que sienten, y que viven “traicionándose” a sí mismas. Para no incomodar al otro, aceptan vivir incómodas ellas mismas. “Me pasé tan ocupado en cumplir con los demás, que no me quedó tiempo ni energía para cumplir conmigo mismo”, me dijo una vez una persona. -¿Y qué hubieras querido hacer?, le pregunté. -Ni siquiera lo sé, me dijo con los ojos llenos de lágrimas. Su respuesta me resultó desoladora. No solo no puede hacer lo que desea, sino que ni siquiera se puede ocupar de averiguar qué es. Tantos años, décadas, pendiente de agradar a los demás, que no sabe ni qué quiere. Por eso, un paso central en nuestras vidas es ser capaces de empezar a decir que no. Dejar de sentirnos obligados a decir que sí a todo. Si decir que no, nos resulta un abismo porque creemos que no tenemos margen de defraudar al otro, es hora de darnos cuenta de que esa actitud no es gratis. Traicionarnos a nosotros mismos nos enferma. Y no estoy hablando de no ser solidario ni dejar de ayudar a personas que lo necesitan, sino a dejar de sentirnos obligados a actuar así. ¿Y vos? ¿Tenés margen para decir que no? ¿Sentís que cumplís con vos mismo o vivís traicionándote? Y por último: ¿tenés claro qué es lo que querés para tu vida? Juan Tonelli Autor de Un elefante en el living, historias sobre lo que sentimos y no nos animamos a hablar. Speaker. www.youtube.com/juantonelli

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