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» Diario Cordoba
Fecha: 06/03/2025 08:23
Con motivo del 8-M, SanaMente inicia una serie de propuestas relacionadas con la brecha de género que existe también en la lucha por la salud mental. Una de esas brechas es la del cuidado de personas con trastornos, que corre a cargo mayoritariamente de mujeres. Àurea Márquez ha interpretado a muchos personajes, pero el de 'La dona del tercer segona' la atravesó nada más leer el guión de este excelente monólogo escrito por Víctor Borràs y que se estrenó en el 2021. Un texto que habla cara a cara de salud mental, de tabú, de normalidad, de miedos y, sobre todo, de una madre coraje, Raquel, dispuesta a todo por su hijo. -Antes de enfrentarse al texto de 'La dona del tercer segona', ¿había tenido usted alguna vivencia relacionada con la salud mental? -Como madre, no, afortunadamente. Pero sí que he visto casos a mi alrededor, detalles de pequeñas cosas. Desgraciadamente cada vez hay más casos y las referencias te llegan. Me he cogido mucho al tema del amor de madre. Y esto va por encima de todo. Raquel, la protagonista, es una mujer que no tiene muchos recursos. Y me iba bien no tener mucha información sino presentarme con toda la vulnerabilidad. -A Raquel a podríamos definir como una madre coraje -Es de una clase popular, con pocos recursos económicos, y no tiene red social salvo alguna vecina. El padre está ausente, no ha hecho de padre porque no puede aguantar el problema del hijo. Y ella tiene pocos estudios pero la potencia, la fuerza que saca de debajo de las piedras por su hijo es lo que la moviliza. La obra tampoco dice que lo que hace es lo que se ha de hacer, quizás la pífia. Áurea Márquez. / Ferran Nadeu -Es la historia de una desesperación -Sí. Cuando leí el texto, lo hice de una tirada y me penetró como una flecha. Es un lenguaje coloquial, es difícil de estudiar pero fácil de leer y dije sí, esto lo quiero hacer, lo puedo hacer. -Siempre las madres, por cierto... -Siempre las madres, y pasa muy a menudo que en situaciones así los padres se marchan, por incapacidad o por miedo. -¿Qué reacciones ha generado la obra en otras mujeres? -Hemos hecho coloquios, charlas con asociaciones de familias, y te dicen 'mi vida es esto, tal cual'. Si la obra es desgarradora, las charlas posteriores te dejan... Porque cuando te abres, aunque sea ficción, das pie a que la gente se pueda explicar. Hubo momentos de comunión total, de catarsis. Cuando te abres, aunque sea ficción, das pie a que la gente se pueda explicar. Hubo momentos de catarsis Era muy emocionante. Hay personas que te dicen 'me ha ido bien verlo desde fuera, me ha ayudado a perdonarme'. Mucha gente se siente culpable. Es como la herida sobre la herida. Encima de lo que te toca vivir... -¿Hay mucha culpabilidad, todavía? -Mucha. Sobre cosas como 'qué he hecho mal, donde la cagué, es culpa mía'. Pasa mucho. Hubo un caso que me tocó mucho. ¿Qué es violencia, es un grito, empujar una silla o no mirarte cuando pasas por mi lado? ¿Qué es más violento? Una chica que tenía un trastorno mental nos dijo 'tras ver la obra, creo que puedo entender y perdonar a mi madre'. Quien lo vive en primera persona ve muy poco a su entorno, no ves el sufrimiento de tu madre porque el tuyo es tan grande, que ni lo ves. -En salud mental cuando aparece la violencia, como en la obra, nada es lo que parece y hay mucho prejuicio -Mucho, porque ¿qué es violencia, es un grito, empujar una silla o no mirarte cuando pasas por mi lado? ¿Qué es más violento? Nos fijamos en lo más vistoso, pero también es violencia que yo no te salude porque no te quiero aceptar en mi día a día. Esto es muy violento y genera más violencia. A la persona que está así, como mínimo que la miren y la reconozcan como ser humano. -Luego está el miedo -El miedo que nos coge a todos porque tenemos nuestras vidas complicadas y, de repente, tienes un vecino que a las tantas empieza a gritar. Ha de ser duro. -Usted interpretó por primera vez el monólogo hace cuatro años. ¿Hemos mejorado desde entonces en relación a la salud mental? -Un poco, sí, por fuerza, porque cada vez salen más casos. A nivel institucional creo que vamos retrasados. Hace unos días me llegó un video de una madre con hijos como los de la obra, con una violencia y una corporeidad muy bestia que no puede ser contenida por los padres. Estas personas tienen que estar en un centro. ¿A qué estamos esperando? Estas personas tienen que estar en un centro. ¿A qué estamos esperando? Tampoco hay tantos casos, en Catalunya. No ha de costar tanto. -Además, la obra muestra la desesperación por un tratamiento con pastillas, que no soluciona el caso -Los dejan aplacados. Aplacan la violencia pero también aplacan la creatividad, los afectos. -También se aborda la uniformidad social, frente a la diversidad, al diferente -Tendimos a ser cada vez más iguales, consumimos lo mismo, nos vamos adocenando. El que sale de la norma es mirado como un elemento no deseado. Las pastillas los dejan aplacados. Aplacan la violencia pero también aplacan la creatividad, los afectos. -Hay también un punto de esperanza en este joven, que sabe escribir poesía... -Detrás de la sensibilidad de alguien a quien le es tan difícil vivir, hay una mente creativa, luminosa, pero el mundo no le da vías. ¿Cuántos artistas tildados de locos han sido reconocidos como genios post-mortem?. Lo bonito de cada persona ha de hallar la vía para salir. La obra tiene esperanza. Hay mujeres que ayudan a mi personaje, hay pequeñas luces que hemos de intentar que sean más grandes y ayudarnos. Lo bonito de cada persona ha de hallar la vía para salir. Hay pequeñas luces que hemos de intentar que sean más grandes Y no hace falta tener un trastorno mental grave, nadie nos asegura que en un tiempo caigamos en una depresión. -Los vecinos a los que la protagonista interpela, ¿Cree que quedan positivamente afectados? -Me gustaría pensar que lo que dice Raquel deja huella y modifica cosas. Con lo que me cuesta a mí hacerlo en escena...[ríe].
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