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» Diario Cordoba
Fecha: 06/03/2025 02:17
El reiterado anuncio de Donald Trump de imponer aranceles a los productos agrícolas ha puesto en guardia a los fabricantes de aceite de oliva. Y con razón, pues no en vano se espera que EEUU se convierta en esta campaña 2024-2025 en el segundo consumidor de oro líquido del mundo, superando por vez primera a Italia. ¿Adivinan quién es el primero? España, por supuesto. El boom del aceite de oliva en EEUU comenzó finales del siglo pasado y no se ha detenido desde entonces. El gusto por una alimentación saludable hizo que creciera el consumo de esta grasa vegetal, que se ha multiplicado por cinco en el país norteamericano en pocas décadas. Según los datos del Consejo Oleícola Internacional, en 1990 Estados Unidos consumía 88.000 toneladas de aceite de oliva en sus diferentes variedades; este año serán 398.000 toneladas, un sorpasso a las 395.000 que se espera que pongan los italianos en su mesa. Los españoles aún quedamos lejos con las 460.000 toneladas de consumo interno. La voracidad de los norteamericanos por el aceite de oliva no se podría sostener sin el concurso de España e Italia, los dos principales exportadores de AOVE hacia EEUU con mucha diferencia. El año pasado, se vendieron desde aquí 142.000 toneladas de aceite, más otras 118.000 de origen italiano. Turquía o Túnez quedaron muy lejos, con 56.000 y 25.000 toneladas respectivamente. En todas estas transacciones, Andalucía en general y Córdoba en particular han tenido una importancia destacada: hasta el inicio de la campaña actual los olivareros cordobeses vendieron en EEUU por valor de 170 millones de euros sobre los 676 millones de exportaciones de AOVE totales desde la provincia. Incluso más allá de la relevancia del dato en bruto, conviene recordar que el mercado norteamericano sigue al alza, como lo demuestra el incremento del 37% en las ventas con respecto al año anterior, y eso sólo desde las almazaras y cooperativas cordobesas. Ningún otro mercado presenta ese dinamismo. La pregunta que se hace el sector es si los aranceles de Trump podrían dar al traste con un destino de consumidores insaciables que tanto ha costado ganar. Ya han surgido voces que recuerdan que EEUU no es un productor de aceite de oliva, y, por tanto, no puede haber aranceles recíprocos. En realidad, los norteamericanos sí que elaboran su propio AOVE, pero en cantidades ínfimas. Para esta campaña serán apenas 15.000 toneladas, menos de un 4% de su gigantesco mercado interno. Necesitan recurrir a las importaciones o, en el peor de los casos -también para los propios norteamericanos-, dejar de consumirlo. El american dream de Trump consiste en que los productores fabriquen más. "Prepárense para empezar a producir mucho más producto agrícola para vender DENTRO de Estados Unidos", dijo en sus redes sociales. Eso puede estar muy bien para quien tiene una fábrica de salchichas o de calcetines, pero no funciona así en el sector primario. Los olivares de California, estado que concentra la escasa producción norteamericana, nunca van a dar abasto en su configuración actual para atender la enorme demanda del país. Necesitarían décadas para conseguirlo y una profunda transformación agraria. La cuestión es más sencilla: en EEUU gusta mucho un producto que sólo España puede presentar en cantidad y calidad suficientes. La cuestión arancelaria Si los aranceles son indiscriminados, el sector no tiene mucho que temer, acostumbrado a la competencia. Todo el AOVE valdrá más caro, venga de donde venga, y la diferencia podría paliarse con el descenso del precio en origen o incluso ser asumida sin demasiados remilgos por el cliente norteamericano. Ya ocurrió en España. Existe el precedente de los aranceles al aceite de oliva español aplicados en 2019 como respuesta, también de Trump, a una cuestión comercial que nada tenía que ver, como la pugna internacional entre Boeing y Airbus por la venta de aeronaves. En ese momento, se impusieron gabelas al aceite procedente de España, país que forma parte del consorcio aeronáutico (pero no Italia). Las ventas se desplomaron a beneficio de Italia y Túnez, que ocuparon el puesto dejado por los productores españoles. Dos años después, en 2021, los aranceles desaparecieron por completo y el AOVE ibérico volvió a reinar, como sigue haciendo ahora, en EEUU. No constan en el Ministerio de Agricultura más trabas al comercio de este producto en la actualidad. La amenaza: Turquía y Túnez La principal amenaza para el AOVE español podría venir de fuera de la UE, si finalmente el republicano opta por perjudicar solamente al Viejo Continente. Italia no es capaz de mantener un equilibrio entre su mercado interno y la producción propia y sus ventas al exterior son en gran medida reexportaciones de origen español. Turquía y Túnez son otra cosa, ya que son vendedores netos, al igual que España, que producirá esta campaña casi el triple de lo que gastará. En el primer caso, el consumo se situará este año en las 200.000 toneladas mientras que su producción alcanzará las 450.000 toneladas. Túnez es muy diferente, ya que sólo se gastan 30.000 toneladas en el interior del país africano, que ofrecerá otras 340.000 toneladas. Estos dos países tendrían una capacidad teórica suficiente para abastecer a todas las tiendas norteamericanas, lo que no será en ningún caso sencillo. Para eso, tendrían que mejorar mucho sus redes comerciales y de logística: entre ambos alcanzan a la mitad de todo el AOVE que vendió España el año pasado en EEUU. Además, parte del sector considera que en las condiciones actuales, solo España tiene el volumen suficiente para atender las demandas reales al otro lado del Atlántico. Sea como sea, las patronales agrarias ya han lanzado alertas. Fernando Adell, presidente de Asaja Córdoba, afirma que los aranceles «no son una buena noticia para el campo». Desde COAG, su responsable de olivar, Juan Luis Ávila, entiende que «la UE debe responder de manera firme». Suscríbete para seguir leyendo
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