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» Diario Cordoba
Fecha: 06/03/2025 01:59
Triunfalista, determinado, insultante. Todo eso y más ha sido este martes el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en el primer discurso de su segundo mandato ante una sesión conjunta del Congreso, una intervención intensamente protestada por los demócratas en la que el republicano ha redoblado la agresiva y radical agenda con la que en solo seis semanas ha transformado el Gobierno de EEUU, golpeado el tablero geopolítico mundial y sacudido los mercados con una guerra comercial. "No hemos hecho más que empezar", ha dicho. A lo largo de 100 minutos, una marca nunca vista en la historia moderna de estos discursos al Congreso, Trump ha hecho una encendida y apasionada defensa de esas acciones tomadas hasta la fecha, alardeando de sus casi 100 decretos y 400 acciones ejecutivas y repitiendo las ideas que ya lanzó en su toma de posesión: que "EEUU está de vuelta" y con él se ha iniciado "una edad de oro". No han faltado tampoco las afirmaciones falsas y las exageraciones; los insultos a su predecesor, Joe Biden (al que ha llamado "el peor presidente en la historia del país") y a todos los demócratas; el lenguaje degradante hacia los inmigrantes o hacia países (esta vez le ha tocado el trato despectivo a Lesoto) o declaraciones provocativas como la de que EEUU se hará con Groenlandia "de una manera u otra" y "volverá a hacerse con el Canal de Panamá". Protestas demócratas Toda la sesión ha sido otra exposición más de la profunda división y polarización que se vive en Washington y en el país. Esa brecha se ha abierto cuando Trump llevaba menos de cuatro minutos hablando y, tras presumir de tener un "mandato como no se ha visto en décadas" (algo que no es cierto pues ganó el voto popular con solo 1,5 puntos de ventaja sobre Kamala Harris), le han increpado varios demócratas, que ya le habían recibido con frialdad. Uno de ellos, Al Green, se ha levantado y se ha negado a sentarse. Y entonces el 'speaker' republicano, Mike Johnson, ha ordenado que el representante de Texas fuera desalojado de la sala. Algo así no había pasado nunca antes, aunque las faltas de decoro en una cita que tradicionalmente había sido solemne arrancaron hace años, durante el mandato de Barack Obama. No ha sido la única protesta de la oposición. Varios congresistas se han levantado en mitad del discurso y han dado la espalda a Trump con camisetas en las que se leía "Resist" y, sin esperar a ser expulsados, se han marchado. Otros han alzado y sacudido a lo largo del discurso pequeños carteles con frases como "falso", "(Elon) Musk roba" o que llamaban a proteger programas y servicios o a los veteranos. Hay quien se ha vestido de rosa para subrayar los derechos de las mujeres en regresión o quien se ha puesto prendas o complementos azules y amarillos, en respaldo a Ucrania.Y la congresista Rashida Tlaib ha estado toda la sesión con una pizarra blanca donde iba escribiendo y borrando mensajes con rotulador, adaptados a lo que dijera Trump. En un momento de discurso económico, por ejemplo, ha escrito: "empiece por pagar sus impuestos". Trump se ha mostrado impertérrito ante las protestas y ha seguido con un discurso claramente dirigido a sus bases que, a menudo, ha sido fácil de confundir con cualquiera de los que daba en campaña, alejado de cualquier pretensión formal de incluir el mensaje bipartidista o de llamada a la unidad que tradicionalmente impregnaba este tipo de intervenciones antes más solemnes. Elogio a Musk y defensa de aranceles Ha alabado los profundos y caóticos recortes de personal y de gasto públicos promovidos por Elon Musk, presente como invitado (esta vez con traje y corbata) y aplaudido por los republicanos, aun cuando sus amplios poderes no solo han provocado múltiples demandas en los tribunales, sino que están incomodando incluso a algunos conservadores. Y Trump ha vuelto a asegurar, sin que haya datos que lo sustenten, que con el llamado "Departamento de Eficiencia Gubernamental" Musk ha logrado descubrir "miles de millones de dólares de fraude". El mandatario ha defendido también vehementemente la política de aranceles con la que este mismo martes ha abierto una guerra comercial, incluso admitiendo que "puede haber un pequeño periodo de ajuste" y que habrá "un poco de perturbación". Pero ni con esa admisión plantea un cambio de rumbo, por más que su secretario de Comercio hubiera sugerido horas antes que este mismo miércoles podría aligerar los gravámenes a México y Canadá. En el discurso el presidente volvía a apuntar al 2 de abril como fecha de entrada en vigor de más aranceles, incluyendo los "recíprocos" a todos sus socios comerciales. Además ha pedido al Congreso que recorte los impuestos, como hizo en 2017. Y, como en todo el discurso, ha culpado a su predecesor, en este campo por haber heredado una "catástrofe económica". Inmigración y guerras culturales En materia de inmigración Trump ha sacado pecho, señalando a las históricas cifras mínimas de cruces en la frontera y a su campaña de deportaciones, para la que también ha pedido al Congreso que apruebe fondos. Ha vuelto a mentir sobre los inmigrantes y a insultarlos y a hablar de una "invasión". Ha asegurado que con él se está "logrando la gran liberación de América". Y ha aprovechado para el ataque y el autobombo. "Los medios y nuestros amigos en el Partido Demócrata no dejaban de decir que necesitábamos nueva legislación para asegurar la frontera, pero resulta que todo lo que necesitábamos era un nuevo presidente", ha dicho. En su listado de "logros" el republicano ha incluido "acabar con el ridículo nuevo timo verde", la retirada del "injusto Acuerdo del clima de París", de la "corrupta Organización Mundial de la Salud" y del "antiamericano Consejo de Derechos Humanos de la ONU". Y ha entrado de lleno en las guerras culturales, atribuyéndose una victoria contra "la tiranía del DEI" (diversidad, igualdad e inclusión). "Nuestro país ya no será woke", ha dicho en otro momento del discurso, donde ha vuelto a enmarcar como un logro la regresión de los derechos de las personas transgénero.
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