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Chajari » Chajari al dia
Fecha: 04/03/2025 15:32
Día aciago, sin dudas, fue el 4 de marzo de 1811. Ese día fue asesinado Mariano Moreno, figura de inmenso valor entre los revolucionarios de mayo de 1819. Él mismo lo había anticipado, ya que tras embarcar hacia Europa, dijo a su hermano Manuel y a su amigo Tomás Guido: “Algo funesto se anuncia en este viaje…”. A 214 años de aquella jornada, no pocas cosas obligan al razonamiento lógico. Una de ellas es citada claramente en sitio elhistoriador.com.ar que dirige Felipe Pigna. “Mientras continuaban los padecimientos de Moreno en alta mar, en Buenos Aires el gobierno porteño de Saavedra y Funes firmaba un contrato con un tal David Curtis Deforest el 9 de febrero de 1811, es decir, quince días después de la partida del ex secretario de la Junta de Mayo, adjudicándole una misión idéntica a la de Moreno para el equipamiento del incipiente ejército nacional. En el artículo 5° del documento se establecía que ´para poner en ejecución el convenio deberá Mr. Curtis ponerse antes de acuerdo con el enviado de esta Junta a la Corte de Londres, señor doctor Mariano Moreno, cuya aprobación será requisito necesario para que los comprometimientos de Mr. Curtis obtengan los de esta Junta´. El artículo 6° determinaba que los pagos por sus servicios deberían ser certificados por el doctor Moreno. Y aquí viene lo mejor: en el artículo 11 de este documento se aclaraba con una previsión no frecuente en nuestros gobernantes ´que si el señor doctor don Mariano Moreno hubiere fallecido, o por algún accidente imprevisto no se hallare en Inglaterra, deberá entenderse Mr. Curtís con don Aniceto Padilla en los mismos términos que lo habría hecho el doctor Moreno´”. Muy claro esto. Padilla, que había colaborado en la fuga de Beresford en 1807, fue designado por la Junta en septiembre de 1810 para comprar armamento en Londres. Era socio de Curtis y juntos montaron una operación de compra ilegal de armas a través del traficante francés Charles Dumouriez presentado a Padilla por Saavedra ya que Inglaterra no podía aparecer vendiendo armas a Buenos Aires que serían usadas contra su aliada España. Al embarcarse Moreno el negocio ya estaba cerrado, explicó Pigna, agregando: Quedaban muy pocas dudas de que Moreno objetaría los términos económicos del acuerdo y las abultadas comisiones de los intermediarios, como lo hará efectivamente su hermano Manuel al llegar a Londres, que llamará a Padilla “bribón, miserable parásito e intrigante”. Ya eran varios a los que no les convenía que Mariano Moreno llegara a destino. El Capitán de la nave, Walter Bathurst, se mostró hostil durante todo el viaje y se negó rotundamente a acceder a los pedidos humanitarios de los secretarios de Moreno de permitirles descender en el puerto más cercano. Ante las demandas permanentes de calmantes y ante la ausencia de un médico en la tripulación, a escondidas, el capitán le daba unas misteriosas gotas de un supuesto remedio, pero lo cierto era que Moreno estaba cada vez peor. Finalmente en la madrugada del 4 de marzo de 1811 el misterioso capitán le suministró un vaso de agua con 4 gramos de antimonio tartarizado. Este no es un hecho menor, ya que según indica Pigna, el doctor Manuel Litter, en su ligro “Farmacología”, dice que el antimonio es un metal pesado que se asemeja al arsénico y señala que la ingestión de una dosis de 0,15 gramos puede ser mortal (a Moreno le dieron casi 40 veces esa proporción). Así lo cuenta Manuel Moreno recordando el episodio en 1836, ya con su título de médico a cuestas: “El accidente mortal, que cortó esta vida, fue causado por una dosis excesiva de emético, que le administró el capitán en un vaso de agua, una tarde que lo halló sólo y postrado en su gabinete. Es circunstancia grave haber sorprendido al paciente con que era una medicina ligera y restaurante sin expresar cuál, ni avisar o consultar a la comitiva antes de presentársela. Si el Dr. Moreno hubiese sabido se le daba a la vez tal cantidad de esta sustancia, sin duda no la hubiese tomado, pues a vista del estrago que le causó, y revelado el hecho, dijo que su constitución no admitía sino la cuarta parte (de la dosis), y que se reputaba muerto. Aún quedó en duda si fue mayor la cantidad de aquella droga, y otra sustancia corrosiva la que se administró, no habiendo las circunstancias permitido la autopsia cadavérica”. A esto siguió una terrible convulsión -continúa Manuel Moreno- que apenas le dio tiempo para despedirse de su patria, de su familia y de sus amigos. Aunque quisimos estorbarlo desamparó su cama ya en este estado, y con visos de mucha agitación, acostado sobre el piso solo de la cámara, se esforzó en hacernos una exhortación admirable de nuestros deberes en el país en que íbamos a entrar, y nos dio instrucciones del modo que debíamos cumplir los encargos de la comisión, en su falta. Pidió perdón a sus amigos y enemigos de todas sus faltas; llamó al capitán y le recomendó nuestras personas; a mí en particular me recomendó, con el más vivo encarecimiento, el cuidado de su esposa inocente –con este dictado la llamó muchas veces. El último concepto que pudo producir, fueron las siguientes palabras: ‘¡Viva mi patria aunque yo perezca!’ Murió el 4 de marzo de 1811, al amanecer, a los veinte y ocho grados y siete minutos sur de la línea, en los 32 años, 6 meses y un día de su edad. Ya no pudo articular más”. Así terminaba sus días uno de los primeros revolucionarios argentinos. Su cadáver fue arrojado al mar. Pero hay más datos que expone Pigna. El 9 de marzo de 1813 la Asamblea General Constituyente investigó los asuntos de los gobiernos patrios. En la causa judicial correspondientes a la muerte de Moreno puede leerse que el oficial de la secretaría de Guerra, Pedro Jiménez, declaró que le había dicho a Moreno que se refugiara en algún lugar seguro porque “corrían voces de que se lo quería asesinar”. El prestigioso médico Juan Madera, introductor de la vacuna antivariólica y director de la Escuela de Medicina y Cirugía, declaró: “Estando en Oruro por el mes de marzo de 1811, le oyó exclamar al Padre Azcurra dando gracias a Dios por la separación del doctor Moreno y como asegurando su muerte en los términos siguientes: ‘ya está embarcado y va a morir’, delante de otros varios individuos y que últimamente, ya por este dato, tan anticipado a la noticia de su muerte, que vino a saberse en el mes de octubre, y ya por la relación que le ha oído a su hermano Manuel, de la enfermedad, del emético y dosis que se le suministró por el capitán inglés y de la conducta cuidadosa que este guardó para con dicho hermano y don Tomás Guido, que lo acompañaban, como sincerándose del hecho del exceso de la dosis, está firmemente persuadido el que declara que el doctor Moreno fue muerto de intento por disposición de sus enemigos”. Así concluía el expediente. Hasta el momento, ningún tribunal se ha expedido al respecto. Se sabe, en la Argentina la justicia suele ser lenta.
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