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  • El plátano de César: el peculiar legado del emperador romano en Córdoba

    » Diario Cordoba

    Fecha: 04/03/2025 13:25

    Cuando Córdoba era colonia patricia y el Alcázar ejercía como aduana, además de ser residencia del gobernador, llegó a la ciudad un hombre, que todavía no llegaba a los 40 años, para ejercer ciertas labores fiscales y comerciales en la ciudad. Era un cuestor, una especie de magistrado que en la Antigua Roma tuvo diversas funciones. El magistrado se hacía llamar Cayo Julio César. Décadas más tarde, el César. Julio César, en sus primeras visitas a la Corduba romana, no era aquel emperador romano que protagonizaría algunos de los capítulos más épicos de la historia. Era, como decíamos, un cuestor. Y, además de dedicarse a sus labores económicas, extraoficialmente participaba en actividades de jardinería. ¿Se lo imaginan? El plátano y la guerra De uno de esos momentos en los que César hacía crecer la vida en la tierra, nació un peculiar legado que el emperador, antes de sus grandes días, dejó en Córdoba: un plátano. Dejaría más, probablemente, pero no todos los árboles que sembró recibieron la gloria que tuvo el platano cordobensi. Y fue un poeta hispano del siglo I, Marcial, quien se encargó de que así quedara reflejado para la posteridad. El plátano de César. / Córdoba Cualquiera se preguntaría por qué alguien dedica un poema a un plátano. ¿Qué lo hacía tan importante? ¿La mano de César? Por supuesto, pero también cabe señalar que esta especie, muy asociada a la guerra, fue un símbolo de éxito en la batalla para héroes griegos como Agamenón y Menelao. Incluso para Alejandro Magno, que imitó de alguna forma a los héroes homéricos, al igual que César, plantando este árbol. Pero la historia no acaba ahí. Gloria en Córdoba Veinte años después de la primera visita, en el 45 a.C., César encabezaría la batalla de Munda contra los hijos de Pompeyo. Tras la guerra, se hizo con el poder absoluto. En ese transcurso del tiempo, puede entenderse que, mientras unos y otros se mataban en la provincia cordobesa, siguió creciendo. Se volvió vigoroso y frondoso y, a la muerte del emperador (44 a.C.), los romanos creyeron que su espíritu residía en el mismo. Busto de Julio César. / Museo de la Provença Así lo recoge Marcial en sus versos, un texto que, para algunos historiadores, pudo tratarse de un himno escrito tras la famosa batalla, pues en uno de los versos finales hace mención a Pompeyo, aludiendo a la victoria de César. Tan glorioso fue aquel plátano de Córdoba que se piensa que llegaron a regarlo con vino, una costumbre que no era extraña en la Antigua Roma y cuyos motivos varían entre los intérpretes de la historia. Pero, y a todo esto, ¿dónde creció ese árbol de César? Donde creció el plátano Entre palmeras, cipreses, naranjos y limoneros, junto a las aguas de los estanques, desapercibido por el colorido de las flores, existe un rincón, de los 5.000 metros cuadrados que tienen los jardines del Alcázar de los Reyes Cristianos, que guarda un pequeño recuerdo de esta historia que cantó el poeta romano. En la piedra de uno de los muros, unos versos rezan: "En tierras tartesas hay una casa celebérrima/ allá donde la Córdoba vienta se mira en el plácido/ en medio y abarcando toda la morada/ se alza el plátano de César de espesa cabellera/ que la diestra feliz del huésped invicto plantó/ comenzando su tronco a crecer desde su mano/ oh árbol del gran César, oh amado de los dioses/ no temas el hierro ni el fuego sacrílego". Un estanque del Alcázar de los Reyes Cristianos, entre flores. / Córdoba. El epigrama se encuentra a la sombra de un plátano, que no es tan antiguo, pero que rememora la peculiar siembra de César en la capital, de la misma manera que los versos recuperados y plasmados en la roca. El lugar, un pequeño estanque decorado con mosaicos al final de las huertas. Porque, como se diría, al César lo que es del César.

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