04/03/2025 13:59
04/03/2025 13:59
04/03/2025 13:58
04/03/2025 13:58
04/03/2025 13:58
04/03/2025 13:57
04/03/2025 13:57
04/03/2025 13:56
04/03/2025 13:53
04/03/2025 13:53
» El litoral Corrientes
Fecha: 04/03/2025 11:46
“Fue muy alto el precio que pagamos por esta democracia como para ir detrás de algún mesianismo…es indispensable la humildad en el gobernante, es mala la arrogancia…es indispensable la tolerancia en el gobernante, es temible el fanatismo” - Raúl Alfonsin Se advertía en el ambiente un clima tenso, el peor de una inauguración presidencial del período de sesiones ordinarias del Congreso desde la reinstauración democrática. Los filtros para impedir la presencia de la prensa amiga no amiga, personal de seguridad a full, el destrato a la vicepresidenta a través de un saludo frío y nada caballeresco, todo ello en un recinto semivacío de legisladores pero con gradas repletas de fanáticos libertarios con aires del peor kirchnerismo. Fue ése el escenario patético de un discurso que se presentía electoralista y nada institucional. Pero fue más que eso, porque en medio de algunas importantes verdades, una monserga de insultos, descalificaciones, medias verdades, mentiras completas, conceptos engañosos, en suma violencia verbal hecha y derecha. Milei jugó de local, porque ante un recinto dónde había un solo equipo, excepciones puntuales hechas, la tribuna, como en el fútbol argentino actual, estaba copada por la hinchada propia. “Sólo con legisladores del palo en las bancas y las tribunas repletas de hinchada local, Milei recargado descargó toda su artillería verbal auto celebratoria y agresiva. Todo muy berreta, nada institucional”. Lo que le gusta al presidente (también a Cristina): público aplaudidor, prensa cooptada, funcionarios con manos enrojecidas, nada que interrumpa el goce libidinoso del autócrata al escucharse a sí mismo. Cartón lleno, a pesar de Manes. Pudimos escuchar la repetición de los logros de la gestión, como la baja de la inflación, la disminución de las interrupciones en la vía pública, el déficit cero (a pesar de su costo social a cargo de jubilados y provincias, entre otros). Una sola novedad, el anuncio de la futura remisión de un acuerdo con el FMI. Milei cantó, como viejo rockero, sus hits preferidos, el odio al estado, la denuncia a la “casta” con la cual ya ha realizado pingues negocios, la política del ajuste perpetuo. Eso sí, se olvidó de aclarar su relación con la estafa critpo, o la designación por decreto de integrantes de la Corte, o el cambio de voto en la Onu sobre la agresión rusa a Ucrania. Temas sin importancia, tal vez? El resto, una auto celebración insoportable, repitiendo frases como “el mejor gobierno de la historia”, alabando a sus ministros y funcionarios como los mayores genios que tuvo el país, alardeando sobre cuánta temática piensa que le salió bien. Narcisismo puro. Pero, independientemente de aquello que podríamos analizar en función de logros y fracasos de su administración, el acto estuvo con un dato presente adentro y afuera, la violencia. Violencia en el discurso, violencia en los gestos, violencia verbal en el público (tal cual el kirchnerismo), pero también violencia afuera del recinto. Milei fue Milei. No se ahorró calificativos groseros, repitió el glosario contra sus enemigos, incitó a sus conmilitones a el juego directo. Es más, aprovechó el discurso para avivar su disputa con el gobernador Kicillof al que, en una muestra de respeto a la democracia y el federalismo, le pidió que renuncie y deje a su cargo la solución de los problemas de seguridad de la Provincia de Buenos Aires. Al periodismo, como no podía ser de otra manera, le dedicó una parrafada. Los “ensobrados” cultores de la pauta, están en su contra porque, precisamente, no reciben el sobre. De manera inoportuna, se escuchó en el recinto: “¡teléfono Jony Viale!”, mientras detrás del colorado se veía correr también a Luis Majul, al pelado Trebucq, y a una caterva de héroes de la comunicación, para hacer cola en YPF y su colosal propaganda en los medios. “La violencia de adentro se trasladó afuera. El diputado Manes, el único contendor del presidente en el recinto, recibió la amenaza verbal y física de Caputín y sus “influmatones”. Se exponen nervios en el oficialismo, antes reservados a los recintos del poder” El diputado Manes, más sólo que Hitler en el día del amigo, se desgañitaba con la Constitución en mano, mientras recibía respuesta del presidente con micrófono, a la vez que desde arriba, Nico Caputo lo llenaba de insultos casi inaudibles. Pero eso no fue todo, el neurodiputado no sabía lo que afuera le esperaba. Un ensoberbecido Caputín, rodeado de su guardia pretoriana, una mezcla de influencers y matones, lo paró en los pasillos y, palmadas o trompadas mediante (según las versiones), le espetó: “Vos me vas a conocer a mí, te voy a tirar todo el estado encima”, todo un oxímoron si consideramos que la amenaza partió de un creyente anarcocapitalista de la desaparición del estado. Este acto de violencia verbal y física tal vez hubiera constituido un hecho anecdótico. Pero no es aislado, forma parte de la nueva era libertaria, que perfecciona el escenario de crispación que supo generar el kirchnerismo. El fin del discurso tuvo un tinte tragicómico. Cuando la vicepresidenta anunciaba el cierre de la sesión, luego que Milei dijera las formales palabras de inauguración de las sesiones ordinarias, este le dijo “pará, todavía no terminé”. Era cierto, faltaba lo más importante: “viva la libertad, carajo” repetida tres veces. Así están las cosas.
Ver noticia original