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» SL24
Fecha: 04/03/2025 10:49
Facebook Twitter LinkedIn WhatsApp La Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) informaron que durante febrero de 2025 las empresas del sector liquidaron un total de 2.181 millones de dólares, lo que representa un incremento del 45% en comparación con el mismo mes de 2024, y un 5,2% más respecto a enero de este año. El fuerte incremento está directamente relacionado con la entrada en vigencia del Decreto 38/25, que estableció una baja transitoria de derechos de exportación para el complejo cerealero-oleaginoso, una medida que el sector venía reclamando desde hace años y que apunta a mejorar la competitividad de las exportaciones argentinas. Sin embargo, el impacto real de esta medida recién empezó a sentirse a mediados de febrero, cuando se terminó de reglamentar el nuevo esquema tributario. En paralelo, el buen ritmo de compras de soja por parte de la industria, tanto a precio como a fijar, fue otro factor clave para explicar el incremento en la liquidación de divisas. Estas divisas, una vez transformadas en pesos, permiten sostener el flujo de compras a los productores, asegurando liquidez al mercado interno y mejores precios para los granos en el momento de la venta. Un sector clave, pero condicionado La liquidación de divisas en el sector oleaginoso-cerealero está estrechamente vinculada al proceso de compra, procesamiento y exportación de los granos. En muchos casos, el ingreso de dólares se concreta con hasta 90 días de anticipación al momento de la exportación final, dependiendo del grano y del grado de procesamiento. En el caso de los granos sin procesar, ese plazo ronda los 30 días, mientras que para los productos industriales como aceites y harinas proteicas, puede extenderse hasta tres meses. Este esquema de anticipos y el ritmo de liquidación dependen no sólo de la voluntad de venta de los productores, sino también de factores exógenos que complejizan cualquier comparación directa entre distintos períodos. Precios internacionales, condiciones climáticas, volumen y calidad de la cosecha, conflictos sindicales, feriados, trabas regulatorias o barreras comerciales en mercados externos son sólo algunos de los elementos que influyen sobre las decisiones comerciales del sector y, por ende, sobre el ritmo de ingreso de divisas. Mirá también El Puerto de Santa Fe potencia el embarque de trigo hacia el Cordón Industrial El corazón exportador argentino Durante 2024, el complejo oleaginoso-cerealero —incluyendo al biodiésel y sus derivados— aportó el 45% del total de las exportaciones de la Argentina, consolidando su rol estratégico en la balanza comercial del país. Así lo reflejan los datos oficiales del INDEC, que muestran cómo la harina de soja sigue siendo el principal producto de exportación nacional, seguido por el aceite de soja y el maíz. Sin embargo, pese al peso específico que mantiene el agroexportador en el comercio exterior argentino, el sector sigue estancado en términos productivos y de crecimiento estructural. La Argentina, que históricamente supo posicionarse como uno de los principales proveedores de alimentos del mundo, quedó atrapada en una lógica dependiente casi exclusivamente de las oscilaciones de los precios internacionales. Sin un plan de estímulos productivos ni incentivos a la inversión tecnológica, la agroindustria no logra expandir su capacidad exportadora ni diversificar su oferta, lo que expone al país a un alto grado de volatilidad externa. 2025: un año de oportunidades y desafíos El arranque de 2025 muestra ciertos indicios de mejora, apalancados en la baja temporal de retenciones y un contexto internacional donde, al menos en algunos segmentos, los precios acompañan. Pero desde el sector advierten que esta mejora puede ser circunstancial si no se avanza en políticas de previsibilidad y desarrollo a largo plazo. Desde el cordón industrial de San Lorenzo, epicentro de la mayor concentración de plantas de crushing y puertos cerealeros del país, las empresas siguen operando con alta capacidad ociosa, un fenómeno que se repite desde hace al menos cinco años. La falta de incentivos a la inversión, la presión tributaria y la incertidumbre macroeconómica fueron las principales causas de esta situación. En ese contexto, el aporte de divisas de febrero, que acumula ya más de 4.250 millones de dólares en lo que va de 2025, es una buena señal de corto plazo. Sin embargo, tanto desde CIARA-CEC como desde las cámaras sectoriales locales, advierten que sin un plan industrial de largo plazo, que potencie la producción con valor agregado y diversifique mercados, el crecimiento sostenido seguirá siendo una deuda pendiente.
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