04/03/2025 11:23
04/03/2025 11:22
04/03/2025 11:21
04/03/2025 11:21
04/03/2025 11:21
04/03/2025 11:21
04/03/2025 11:20
04/03/2025 11:20
04/03/2025 11:20
04/03/2025 11:20
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 04/03/2025 03:14
Josh Powell y Susan junto a sus dos hijos (Departamento de Policía de West Valley, Salt Lake City) La historia de Josh Powell es una de las más estremecedoras en la crónica criminal estadounidense. Se trata de un caso que involucra abuso, manipulación, violencia y un desenlace trágico que terminó con el un hombre muerto que antes asesinó a sus dos pequeños hijos. Pero la historia de Powell no comienza con la explosión de su casa en 2012, sino con la desaparición de su esposa, Susan Cox, dos años antes. Aunque su cuerpo nunca fue encontrado, las pruebas circunstanciales apuntan a que Josh fue el responsable de un femicidio también. La infancia disfuncional de Josh Powell Josh Powell nació el 20 de enero de 1976 en Puyallup, Washington, en el seno de una familia disfuncional. Su padre, Steven, tenía un historial de comportamiento abusivo y controlador. En los documentos de divorcio de Steven y su esposa, Terrica, se detallaban acusaciones de inestabilidad mental, poligamia, pornografía e incluso prácticas ocultistas. Terrica describió a su esposo, padre de Josh, como un hombre obsesionado con la pornografía, que compartía contenido inapropiado con sus hijos y ejercía una influencia tóxica en el hogar. Crecer en ese ambiente tuvo un impacto evidente en el joven, quien desde joven mostró signos de comportamiento perturbador. Se dice que en su adolescencia mató a los hámsters de su hermana, amenazó a su madre con un cuchillo y tuvo al menos un intento de suicidio. Josh y Susan se casaron en el 2001 (Departamento de Policía de West Valley, Salt Lake City) El pequeño Josh estranguló a los pequeños roedores sin inmutarse y dejó sus cuerpos tibios para que su hermana menor los viera. El hecho fue un drama en la familia Powell, pero el padre no dejaba que Terrica avanzara en la educación de Josh. A pesar de estos antecedentes alarmantes, Josh logró ingresar a la Universidad de Washington, donde intentó dejar atrás la influencia de su padre. Fue allí donde conoció a Catherine Everett, con quien mantuvo una breve relación. Sin embargo, su comportamiento controlador pronto alejó a esta joven, quien decidió terminar con él de manera abrupta mientras visitaba a un amigo en Utah. Poco después, en el año 2000, Josh conoció a Susan Cox, con quien se casó en 2001. Lo que parecía un matrimonio feliz pronto se convirtió en una relación marcada por el abuso emocional y el control. Si se ven las imágenes familiares, todo parece familia muy normal del pequeño pueblo de West Valley, en las afueras de Salt Lake City. La mayoría de sus vecinos adoraban a la mujer que salía con sus hijos a hacer las compras con el auto familiar y volvía con el baúl cargado de bolsas de supermercado. Josh y Susan parecían una pareja normal para sus vecino (Departamento de Policía de West Valley, Salt Lake City) Un matrimonio con una obsesión peligrosa Susan Cox, nacida en Nuevo México y criada en Puyallup, era una joven de 18 años cuando conoció a Josh en una actividad de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (LDS). Apenas unos días después de conocerse, Josh le propuso matrimonio, y en abril de 2001, la pareja se casó en el Templo LDS de Portland, Oregón. Sin embargo, los problemas comenzaron cuando se mudaron con el padre de Josh, Steven Powell. Pronto, Susan se convirtió en el objeto de una obsesión enfermiza por parte de su suegro. Steven la espiaba mientras se cambiaba de ropa, le robaba ropa interior, grababa videos en secreto y leía sus diarios personales. Cox aguantaba por amor a Josh. En 2003, Steven confesó abiertamente sus sentimientos por Susan, quien lo rechazó de inmediato. Luego de este episodio, la pareja decidió alejarse del padre tóxico. Se mudaron a West Valley, en las afueras de Salt Lake City en Utah. El objetivo era distanciarse de la influencia de Steven. Sin embargo, los problemas en el matrimonio persistieron. La relación entre Josh y Susan ya estaba rota. Josh se mostraba cada vez más posesivo y controlador. Se alejaba de la iglesia, gastaba dinero de forma irresponsable y tenía dificultades para mantener un empleo estable. En 2007, se declaró en quiebra. Debía más de 200.000 dólares. Había ocultado que ya no tenía trabajo. Todas las mañanas salía de su casa como si fuera a una oficina. Sin embargo, visitaba prestamistas y hacía tiempo en los parques para volver a su casa luego de varias horas. A su regreso, Susan le reclamaba frente a los niños. Esto hacia que Josh se pusiera violento. Susan, por su parte, comenzó a documentar sus preocupaciones en un diario y en videos. En uno de ellos, grabado en 2008, mostraba daños en su hogar que habían sido causados por Josh. Ese mismo año, escribió un testamento en el que dejaba claro que temía por su vida. Susan dejó un video en el que alertaba sobre la violencia de Josh Powell (Departamento de Policía de West Valley, Salt Lake City) “Si me pasa algo no será un accidente, aunque lo parezca”. Ese testimonio resultaría ser una premonición aterradora. La mujer iba hacia su propia muerte impotente. Sin poder hacer nada. Estaba atrapada dentro del espiral de violencia de Josh Powell. La desaparición de Susan El 6 de diciembre de 2009 fue la última vez que alguien vio a Susan Cox con vida. Ese día, una vecina la visitó alrededor de las 17. Charlo con ella unos minutos y no notó nada raro en la mujer. Nada indicaba o al menos esa vecina no notó que estaba en peligro. A la mañana siguiente, ni Josh ni sus hijos, Charlie y Braden, se presentaron en sus actividades habituales. Preocupados, los empleados de la guardería de los niños alertaron a la familia de Josh. Cuando la policía registró la casa de los Powell, no encontraron signos de forcejeo ni de entrada forzada, pero sí un detalle inquietante: dos ventiladores estaban dirigidos hacia una mancha húmeda en la alfombra, como si alguien intentara secar rápidamente una superficie mojada. Más tarde, Josh regresó a casa con sus hijos, pero sin Susan. Su coartada era inverosímil: había salido de camping con sus hijos en medio de una tormenta de nieve, a pesar de que era una noche de domingo y los niños tenían escuela al día siguiente. Josh Powell mató a sus hijos antes de suicidarse (Reuters) Para agravar aún más las sospechas, el teléfono de Susan fue encontrado en la camioneta familiar. Cuando los investigadores lo confrontaron con este hallazgo, Josh no pudo dar una explicación convincente. Los detectives estaban seguros de que Josh Powell estaba involucrado en la desaparición de su esposa, pero carecían de pruebas físicas para incriminarlo. Sin el cuerpo de Susan, las autoridades no pudieron acusarlo formalmente. Lo que sí obtuvieron fue un testimonio inquietante de Charlie, el hijo mayor de la pareja. El niño le dijo a un investigador que su madre había ido de campamento con ellos, pero que “no regresó”. Días después, le dijo a un líder de la iglesia: “Mi mamá está muerta.” Lamentablemente, nunca se pudo demostrar judicialmente la implicación de Josh Powell en la desaparición de su esposa. Y la investigación fue dejada de lado por los oficiales. Habían dejado suelto a un femicida. Ahora los niños estaban en peligro. El final de los Powell que conmocionó a Estados Unidos Con la investigación sin pruebas para culparlo, Josh Powell obtuvo la custodia de sus hijos y se mudó con ellos a Puyallup, Washington, a la casa de su padre. Sin embargo, tras el arresto de Steven Powell en 2011 por posesión de pornografía infantil, un juez otorgó la custodia de los niños a los padres de Susan. Así quedo la casa tras la explosión (Reuters) Josh, desesperado por recuperar a sus hijos, se vio obligado a mudarse solo si quería volver a tener la custodia. Durante el proceso, tenía permitido recibir visitas supervisadas de Charlie y Braden. El 5 de febrero de 2012, Elizabeth Griffin-Hall, la trabajadora social encargada de supervisar la visita, llevó a los niños a la casa de Josh. Pero tan pronto como entraron, Josh los arrastró adentro y cerró la puerta, dejándola afuera. La mujer gritó para alertar a los vecinos y enseguida llamó al 911. En ese mismo instante empezó a sentir un fuerte olor a nafta. Segundos después, la casa de Powell explotó y empezó un incendio con llamas de hasta cuatro metros. Josh Powell había atacado a sus hijos con un hacha antes de rociarlos con combustible y prender fuego la casa. El hombre, Charlie y Braden murieron en el incendio. La muerte de Josh Powell llevó el caso de Susan un punto muerto. Aunque las autoridades están convencidas de que él la asesinó, su cuerpo nunca fue encontrado, lo que impide cerrar el caso en forma oficial. En cuanto a Steven Powell, tras cumplir su condena por los cargos de pedofilia, salió en libertad en 2017. Falleció al año siguiente sin haber revelado ninguna información sobre el paradero de Susan. Hasta el día de hoy, la familia de Susan sigue buscando respuestas y esperando justicia.
Ver noticia original