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  • Qué dice sobre la economía argentina el estudio del académico de la Reserva Federal que citó Milei en el Congreso

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 03/03/2025 02:32

    Argentina's President Javier Milei gestures after delivering the annual State of the Nation address, which marks the start of the legislative year, in Buenos Aires, Argentina, Saturday, March 1, 2025. (AP Photo/Rodrigo Abd) En su discurso ante el Congreso Javier Milei citó al economista argentino Juan Pablo Nicolini, académico de la Universidad Torcuato di Tella (UTDT) que actualmente trabaja en la Reserva Federal de Minneapolis, integrante del sistema de la Reserva Federal (Fed) o Banco Central de EUU, para destacar las posibilidades de crecimiento que tiene por delante la economía argentina si mantiene el equilibrio fiscal, en cuyo caso, precisó, el PBI per cápita crecería sosteniblemente al 4,5% anual. “De la misma forma que la inflación tenderá a cero, el PBI per cápita tenderá a crecer de modo sostenido en el tiempo”, aseguró el presidente, que dijo que la cifra del trabajo de Nicolini se queda corta, porque -explicó- “a eso hay que agregarle algunas cuestiones adicionales, porque el trabajo no hace diferenciación entre lo que es la caída del riesgo país, que lo recibimos cerca de 3000 puntos básicos y hoy está rondando los 750 puntos” El paper de Nicolini tampoco considera -se embaló Milei- “que el equilibrio alcanzado fue hecho en base a reducir impuestos, bajar el gasto público, y no como se hacían antes los ajustes, aumentando la presión impositiva. Tampoco contempla la enorme cantidad de reformas estructurales que hemos hecho, solo el DNU 70/2023 y la ley bases representa en una reforma estructural ocho veces más grande que la reforma que hizo Carlos Menem cuando fue el mejor gobierno de la historia hasta ahora. Imagínense, si además sumamos las 900 regulaciones que Federico Sturzenegger eliminó en el camino, si sumamos el RIGI y si asumimos también estamos terminando con la distorsión que genera la inflación”. Por eso, afirmó el presidente un poco más adelante, “el único camino para reconstruir la Argentina es el del reformismo permanente”. El estudio referido es de Nicolini y Tobías Martínez Gonzáles y proyecta que, bajo ciertas condiciones, el PBI per cápita argentino podría crecer al 4% (no al 4,5% que citó Milei) para, tomando como base 2024, pasar de USD 22.000 anuales por habitante a USD 34.000 en 2035, como muestra el gráfico de abajo. Los autores repasan la “tragedia” argentina de los últimos 75 años, en especial a partir de los 70s, período en que la Argentina cayó en crisis recurrentes y se alejó cada vez más del PBI por habitante de economías desarrolladas como EEUU, Canadá y el Reino Unido, se rezagó también respecto de países del sur de Europa e incluso fue igualado o superado por algunas economías a las que antes aventajaba, como Chile, Uruguay y Brasil. Entre 1950 y los 70s, dicen los autores, no hubo mucha convergencia con el PBI per cápita del primer grupo e incluso hubo una “clara divergencia” desde 1975. En cuanto a los países europeos, señalan, mientras en la Argentina el PBI per cápita de 1990 era básicamente igual que en 1960, en esos 30 años se multiplicó por 4 en Portugal, por 3,5 en España y por 3 en Italia. El trabajo precisa también que en dólares constantes el PBI per cápita argentino era en 1950 un 50% superior al de Uruguay, más del doble del de Chile y casi seis veces el de Brasil. Pero ahora es más bajo que el chileno, similar al uruguayo y solo 50% superior al brasileño. El villano Según el paper, el villano de la historia es el déficit fiscal -aunque los síntomas con que se manifiesta puedan ser diferentes- al punto que los breves período de crecimiento se asocian a programas de ajuste y equilibrio previos y los únicos dos momentos de crecimiento más o menos perdurable de las últimas décadas son 1991-1998 (con la crisis de 1995 en el medio) y 2003-2007, en que hubo equilibrio e incluso superávits fiscales. Nicolini y su coautor creen que las convicciones presidenciales de equilibrio fiscal y reformas podrían llevar a la Argentina al crecimiento sostenido y en base a un “modelo” de Robert Lucas, uno de los economistas más admirados por Milei (de hecho, Lucas es el nombre de uno de sus queridos perros). En su campaña, citan, el presidente “hizo explícita su intención de eliminar los crónicos déficits fiscales que caracterizaron la historia económica argentina y hasta ahora cumplió su promesa”. El trabajo asume que la Argentina mantendrá superávits fiscales por un par de décadas y estima cuánto podría crecer usando un “modelo” de Lucas según el cual el potencial de crecimiento de los países en desarrollo depende de dos cuestiones: 1) el nivel de conocimiento global, que crece a ritmo constante en los países en los países ricos y se asocia a la “frontera de productividad”, y 2) la capacidad de un país en desarrollo de adoptar y usar, vía el comercio internacional, ese conocimiento o productividad de sus pares más ricos y crecer más rápidamente que ellos. Lucas explicita además dos condiciones para que eso sea posible: 1) que el país sea abierto al comercio internacional, y 2) que sea “bien gobernado” y aplique “buenas políticas”, conceptos escurridizos que los autores sintetizan básicamente en el equilibrio fiscal y la exclusión de políticas proteccionistas. “Identificamos los déficits crónicos y las recurrentes crisis macroeconómicas que generan -explican- como indicador de malas políticas”. Hoy la Argentina, prosiguen, es una economía relativamente abierta, el actual gobierno tiene como objetivo remover restricciones comerciales, y así como en los últimos 50 años la Argentina ciertamente fue “un país bien gobernado”, la “hipótesis principal del trabajo de Nicolini y Martínez González es “sin volatilidad macroeconómica, Argentina se volverá un país bien gobernado”. Nicolinia, segundo desde la izquierda, al lado de Emilio Ocampo, en un debate sobre dolarización Los ejemplos y resultados de 1991-1998 y 2003-2007, dicen, habilitan ese supuesto, a pesar de que los gobiernos de ambos períodos tuvieron orientaciones diferentes. El primero era el niño mimado de Washington y el segundo fue “el exacto opuesto”. Sin embargo, ambos tuvieron algo en común: equilibrio fiscal, en el primer caso durante 7 años y en el segundo durante los primeros cinco y luego déficits relativamente pequeños, hasta 2010, en el que se desbarrancaron. El “modelo” de Lucas, describe bien el crecimiento del PBI de ambos períodos, con crecimientos del PBI per cápita cercanos al 30% en ambos casos. Evidencia “débil” Si bien los autores reconocen que la evidencia que presentan “es débil”, proyectan un 4% de crecimiento del ingreso per cápita que supone un crecimiento del PBI total promedio cercano al 6%. En apoyo del optimismo implícito en ese resultado citan también un estudio más amplio sobre 10 países de América Latina, consistente con el resultado que auguran para la Argentina: los países que ajustaron sus cuentas y se ordenaron, dice ese trabajo, “terminaron con sus crisis autoinfligidas y la economía comenzó a crecer más rápidamente”. Calzan bien, afirman, con el modelo usado para proyectar el futuro crecimiento de la economía argentina, con una sola y notoria excepción: México, que a pesar de sus disciplina fiscal y su apertura económica posterior a la crisis de 1994 (el “efecto Tequila”), ha tenido un muy bajo crecimiento del ingreso por habitante, que “desafía la fórmula de Lucas”. Ploteando los datos de la economía argentina de1950 a 2023 y usando las proyecciones del modelo de Lucas el paper muestra que para la Argentina la ganancia de mantener la disciplina fiscal que Milei mostró en su primer año, sería realmente grande: pasando de un PBI por habitante de USD 22.000 en 2023 (el estudio toma “dólares constantes” de 2017) a USD 34.000 en 2035, un crecimiento de más del 50 por ciento. Los autores concluyen imaginando un guión cinematográfico en que la Argentina es una adicta a la heroína en proceso de recuperación. El final de la película, dicen, dependerá de si el “villano” del déficit resurge de sus cenizas y el país recae en su círculo de crisis y estancamiento o esta vez, a diferencia de las dos etapas de crecimiento con superávit fiscal anterior, el villano es definitivamente derrotado. “Los beneficios de mantener lejos al villano -un crecimiento del 50% en diez años, resaltan- son demasiado grandes como para perderlos. Qué dice Sargent El trabajo de Nicolini-Martínez se publicó en el mismo Quarterly que uno de Iván Werning (hermano de Vladimir, el actual vice del BCRA), suerte de reversión del paper “Algunas desagradables aritméticas monetaristas” de Thomas Sargent, otro economista académico al gusto de Milei. Sargent ganó el premio Nobel de Economía en 2011 por sus investigaciones sobre las relaciones causa-efecto en el funcionamiento de la economía y es un gran referente de la teoría de las expectativas racionales que dice, básicamente, que los agentes económicos (empresarios, trabajadores, consumidores, ahorristas, inversores) no pueden ser engañados por mucho tiempo por las autoridades económicas. Si les mienten –por caso, les dicen que reducirán la inflación, pero siguen teniendo déficits fiscales y emitiendo dinero- en algún momento dejan de creerles. De ahí la importancia que asigna a la “reputación” y la “credibilidad” de gobiernos y funcionarios y dirigencia política. Según Sargent, que en diciembre pasado visitó la Argentina para asistir a un evento académico de la UTDT, pero se dio tiempo para reunirse con el ministro de Economía, Luis Caputo y, elogiar a Milei, para combatir la inflación es clave ser creíble, convencer de que la cosa va en serio, para que la sociedad adapte sus conductas a la nueva situación. Otro trabajo suyo, de 1981, sobre “Cuatro grandes inflaciones”, estudió y develó las hiperinflaciones de Alemania, Hungría, Austria y Polonia de principios del siglo XX. Allí explicó no solo la causa de esos fenómenos sino cómo lograron superarlos: básicamente, liberando al Banco Central de la obligación de financiar el déficit estatal, cortando la emisión de moneda y obligando al gobierno a financiarse con su propia recaudación e intentando colocar deuda valuada (y comprada o rechazada) libremente por el mercado. Esa relación entre fue la que modelizó con su colega Neil Wallace en el paper sobre las “desagradables aritméticas monetaristas”. Un trabajo altamente matemático cuyo corolario, más allá del formuleo, es que si las “autoridades fiscales” dominan a las “autoridades monetarias”, estas pierden control sobre la política monetaria y, en definitiva, sobre la inflación. Así como Milton Friedman, el padre del monetarismo, decía que la inflación “es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario”, Sargent fue un paso más atrás en la cadena de causalidad y afirmó: “la inflación elevada y persistente es siempre y en todo lugar un fenómeno fiscal”. De ahí la importancia de “un Banco Central independiente” capaz de decirle que no al Tesoro y obligarlo a enfrentarse cara a cara con sus cuentas y, en caso de déficit, con la disciplina del mercado de bonos. Fue casi exactamente lo que dijo Milei en un video que ayer domingo posteó en la red X, afirmando que el proyecto de acuerdo con el FMI que enviará al Congreso implicará “un desembolso de fondos para sanear las cuentas del Banco Central. Es decir, para que el Tesoro le cancele deuda al Banco Central. No va a aumentar la deuda bruta, pero al sanear el activo del Banco Central se va a terminar de una vez por todas con la inflación y definitivamente abriremos el cepo y podremos vivir en libertad”. Habrá que ver.

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