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  • Pilar Fiorotto: Cabalgata Cruce de Los Andes

    Gualeguay » Debate Pregon

    Fecha: 02/03/2025 14:17

    “Hace 2 años, una noche de carnaval, alguien me dice “me voy a hacer el cruce de los Andes a caballo” y… me quedé pensando… ¡qué hermosa experiencia debe ser eso!! El año pasado, ya pasado el verano dije “yo quiero hacer ese cruce”. Se lo comenté a Lola (mi hija) quien al instante me dijo ¡YO VOY!, al igual que 3 amigas (Rosa, Rosana y Emilse) cuando les comenté lo que tenía pensado hacer el verano 2025. Por el clima estas cabalgatas se hacen de diciembre a marzo. Así que conseguí el teléfono de Alexis Baigorria, lugareño que se dedica hace 14 años a realizar estas cabalgatas, junto a su familia. Pilar junto a la Bandera Argentina- Y así fue que el 10 de febrero llegamos a Los Molles (Mendoza) donde ya teníamos destinada una cabaña para el grupo. Ahí lo conocimos a Alexis, quien nos explicó cómo haríamos al otro día, y nos alcanzó las alforjas para poner una muda de ropa, un abrigo y algo más…, aparte de llevar nuestras carpas y bolsas de dormir. En cordillera entre la nieve y el cielo- El martes 11 empezó esta hermosa aventura. Nos fuimos hasta la casa de la familia de Alexis, donde nos recibieron con el desayuno, mates y tortas fritas, y nos dieron panes caseros para llevar a la cabalgata. Así que nos trasladamos en camioneta hasta Valle Hermoso, donde nos esperaba Alexis con todas las provisiones para esta travesía y con los caballos listos. Al llegar nos encontramos con Gonzalo y Hernán, quienes eran nuestros guías y nos iban a acompañar. Ellas y allá abajo el precipio, pura emoción- Ya todo listo, y cada una en su compañero de esta aventura (los caballos), empezamos a vivir esta hermosa experiencia. Cruzamos el Río Grande y seguimos al tranco como una hora y media. Nos detuvimos en un lugar donde se hacen paradas momentáneas para almorzar. Había piedras que cubren para poder hacer el fuego y sentarte alrededor. Luego seguimos como 2 hs hasta llegar al lugar donde íbamos a quedarnos dos noches. Al llegar descargamos todo de los caballos y armamos campamento. Cruzando el Río Grande- Hernán y Gonzalo eran los encargados de la cena, entre otras cosas…, así que prendieron fuego, no sólo para cocinar, sino también para tener algo de calor, porque al bajar el sol se ponía frío con el viento. Nos tocó semana de luna llena, así que hasta de noche disfrutamos el paisaje. Preparadas para la cabalgata El miércoles, después de desayunar, mientras nos acomodábamos y dejábamos todo ordenado, los chicos nos esperaban con los caballos listos para irnos hasta el límite con Chile, donde vivimos momentos de mucha adrenalina porque subimos hasta 3.100 mts. de altura, por un caminito de piedras de todos tamaños y diversos tipos de suelo, en medio de montañas tan inmensas, ¡que no podías creer estar ahí viviendo eso!!! Las cinco aventureras de Los Andes.. Llegamos a destino, donde había un hito con banderas argentinas… ¡Increíble ver el paisaje que nos mostraba esa altura, ese lugar! Mirar y darte cuenta de donde estabas, de todo lo que habíamos subido a caballo, no se puede expresar con palabras. Todo era montañas, de diferentes formas y colores que no dejaban de sorprendernos. Luego bajamos un tramo corto caminando, cada uno con su caballo de tiro, los dejamos y subimos hasta al lado una enorme masa de hielo que no se había derretido. Estar sentadas ahí y ver la pendiente en la que estábamos, darnos cuenta de todo lo que habíamos subido… ¡y que ahora teníamos que bajarlo!!!, nos sorprendía mucho. Un alto en el camino Cada lugar donde pasábamos, no dejaba de llamarnos la atención y ver el maravilloso paisaje, lo que estábamos viviendo…, la adrenalina de esas pendientes, la serenidad que trasmiten los caballos, un cóndor (y varios de a ratos) que nos observaba desde lo alto, aunque parecía estar al lado en algunos momentos. Volvimos al campamento y nos quedamos todo el día ahí, nos hidratábamos con agua de deshielo, y también usábamos el agua helada para higienizarnos… Todo era algo nuevo, nuevas experiencias. El jueves, juntamos todo y nos fuimos a la Laguna de Las Cargas, donde, en el camino, aparte de seguir teniendo momentos de adrenalina, nos detuvimos en La Cueva de los Caballos. Su nombre se debe a que unos caballos se resguardaron ahí en un temporal y salvaron sus vidas. Para llegar hasta la cueva, dejamos los caballos y fuimos caminando. Bajamos por el único lugar que se podía y había barro, pero nada nos importaba, sólo ingresar a esa cueva que fue algo imponente. Allí también había un arroyo por dentro, lleno de piedras, y todo era como una roca gigante con una abertura por la que podías observar el cielo. Seguimos la cabalgata y llegamos a la enorme laguna de agua turquesa y transparente, en la cual observábamos las truchas al lado nuestro. Ahí nos “bañamos” con el agua muy fría, pero nada nos importaba, sólo disfrutar de lo que estábamos viviendo. Esa laguna era alimentada por varios arroyos, los cuales también tenían truchas, así que decidimos con Lola y Hernán ir a pescar. Aunque no teníamos con que, Hernán se metía al arroyo y las pescaba con la mano… ¡increíble! Lola también quiso hacerlo, así que en total sacaron 4 truchas, que las comimos a la noche (aparte de la cena q nos correspondía). El viernes, ya día de regreso, juntamos todo y teníamos 4 hs de cabalgata hasta llegar al lugar de partida. Seguíamos deslumbrándonos con los paisajes, los animales sueltos que estaban alimentándose en las alturas en la mitad de una montaña, por ejemplo. Pasamos por valles, arroyos, hasta por un hotel abandonado. Volvíamos a vivir la emoción de caminar por pendientes llenas de piedras, viendo allá abajo, chiquito, el arroyo que habíamos cruzado. Todo muy loco, era increíble lo que habíamos experimentado, 4 días y 3 noches al aire libre, en el medio de esa inmensidad indescriptible, ¡sólo hay que vivirlo!!! Una vez llegado al lugar, soltamos los caballos, almorzamos y nos fuimos a la cabaña nuevamente. A la noche, nos esperaban en la casa de Alexis con la cena, chivos al horno de barro, donde nos atendieron como si fuéramos de la familia. ¡Fue una experiencia única, donde nos encontramos con gente muy cálida, lugares maravillosos, días hermosos y esa naturaleza que no deja de sorprenderte y de enseñarte!!!”

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