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  • David Lynch. La meditación. Lo oscuro. Lo onírico

    Concordia » El Heraldo

    Fecha: 02/03/2025 14:00

    “Las ideas son como peces. Si quieres pescar pececitos, puedes permanecer en aguas poco profundas. Pero si quieres pescar un gran pez dorado, tienes que adentrarte en aguas más profundas.”, así comienza el libro “Atrapa el pez dorado” de David Lynch. En ese texto, publicado originalmente en inglés en 2006 y dos años después en su versión en español, el director recientemente fallecido el 15 de enero de 2025, transmite con sentido metafórico poético su particular visión de sus procesos creativos, las ideas que lo han obsesionado y su perspectiva respecto al cine (“Una película debe valerse por sí misma. Es absurdo que un cineasta necesite explicar con palabras lo que significa una película”). Esta afirmación lo acerca al criterio que esgrime Susan Sontag en “Contra la interpretación”, cuando dice: “La obra de arte, considerada simplemente como obra de arte, es una experiencia, no una afirmación, ni la respuesta a una pregunta. El arte no se refiere a algo: es algo” Lynch que le dedica su libro al Maharishi Mahesh Yogui, alude que la frase “la verdadera felicidad está en el interior” le motivó pensar que la meditación fuera un modo de llegar a su interior y que a partir de ese descubrimiento no faltó a una meditación durante treinta y tres años (al momento de la redacción del libro) porque “te conduce a un océano de conciencia pura, de conocimiento puro. Pero te resulta familiar, eres tú. Y al instante emerge una sensación de felicidad: no de felicidad bobalicona, sino de honda belleza.” Y “el placer de vivir crece”. Mahesh Prasad Varma, reconocido mundialmente como Maharishi Mahesh Yogui fue un gurú religioso indio, fundador de la meditación transcendental. Cuando en la década del ´60 se radicó en los Estados Unidos, difundió la técnica de yoga y meditación conocida como “Ciencia de la Inteligencia Creativa”, antecedente de la Meditación Trascendental, una técnica de relajación y descanso profundo para mejorar la calidad de vida de las personas. Además de Lynch su técnica fue seguida, entre otros, por los Beatles (evidenciado en su Álbum Blanco), fundamentalmente por George Harrison y Paul Mc.Cartney, por el grupo musical The Beach Boys y el veterano director de cine Clint Eastwood. Lynch creó la Fundación David Lynch para la Educación Basada en la Conciencia y en la Paz Mundial para “ayudar a que más niños vivan esa experiencia”. Y con tal fin, la Fundación recoge recursos para financiar, becar y avalar la enseñanza de esa técnica en los estudiantes de escuelas públicas y universidades de los Estados Unidos. David Keith Lynch nació el 20 de enero de 1946 en Missoula, estado de Montana, en medio de las montañas Rocosas, al Nor-Oeste de los Estados Unidos. Su padre era un investigador científico para el Ministerio de Agricultura de ese país, y por su función era trasladado de ciudad en ciudad. Por ello Lynch residió en distintas localidades. A los dos meses de nacer, la familia se trasladó a Sandpoint, Idaho, luego a Spokane, Washington; mas tarde a Durham, Carolina del Norte Boise, Idaho y finalmente a Alexandria, Virginia, cuando era un adolescente. Todos esos ámbitos, de ciudades pequeñas, provocaban que Lynch se asustara cuando viajaba a Brooklyn, en Nueva York a visitar a sus abuelos, por el tamaño de la ciudad. Por otra parte, los frecuentes traslados, lo perturbaron en sus relaciones “Cuando no pertenecemos, lo podemos sentir, y eso nos afecta. Todos los chicos lo sienten”. El hecho de permanecer mucho tiempo en las casas en las que la familia fue sucesivamente residiendo, generaron en él la sensación de considerar al hogar, un lugar claustrofóbico y como escape, se empezó a interesar por el arte. Dice Thierry Jousse en “Maestros del cine. David Lynch” de Cahiers du Cinema, “la infancia de David Lynch fue el descubrimiento de sensaciones íntimas y en particular, la sensación de que bajo la superficie existen mundos ocultos, hormigueantes y abstractos”. La década del ´50, cuando Lynch transitaba la infancia, será referenciada en más de uno de sus films. Por otra parte, fue un Eagle scout, el rango más alto dentro de los Boys scout, y en esa función participó de la toma de posesión como presidente de John Fitzgerald Kennedy el 20 de enero de 1961, guiando a los invitados especiales a sus respectivos asientos en las tribunas dispuestas frente a la Casa Blanca. Comenzó pintando a partir de conocer al padre de su amigo, Toby Keeler. Por su recomendación se interesó por el libro de Robert Henri, “El espíritu del arte” y como cuenta en la entrevista que le ha efectuado el periodista Chris Rodley en “Lynch por Lynch”, muchas de sus pinturas están basadas en los recuerdos de sus vivencias en las distintas localidades en que vivió junto a su familia. Su paleta de colores es muy restringida, Siempre muy oscura, con predominancia del negro. Asocia este color con el sueño, que es un elemento sustancial y permanente de toda su creación artística. “Los sueños que tengo despierto, son los más importantes”. Sus referentes como pintores han sido Francis Bacon, “pintor preferido por la emoción” y el poeta y pintor Oscar Kokoschka, vinculado con el expresionismo austríaco y reconocido por sus retratos y paisajes. Lynch pinta con las palabras, ha dicho su primera mujer, Peggy Reavey, “son textuales y tienen una presencia sensorial. Él es muy poético”. Por otra parte, Lynch ha afirmado que, a partir de una de sus pinturas, que estaba en exhibición en una sala de la Academia de Bellas Artes de Pennsylvania en Filadelfia (Institución reconocida por sus colecciones de pinturas, esculturas y obras estadounidenses de los siglos XIX y XX), un cuadro casi totalmente negro, y estando en situación de contemplación del mismo, al escuchar el sonido del viento en el exterior de la sala, deseó que la figura se moviese, “aunque fuese un poquito”. Ha dicho que a la pintura le faltan dos dimensiones: el movimiento y el sonido. A partir de ese hecho, se cuenta, se volcó al cine. Para Lynch el cine “es un lenguaje. Puede decir cosas: grandes, abstractas. (…) Tienes diálogos. Tienes música. Tienes efectos sonoros. Tienes muchísimas herramientas. Y por tanto, puedes expresar un sentimiento o un pensamiento que no podrían comunicarse de ningún otro modo. Es un medio mágico. (…) Se trata de contar historias. De inventar un mundo, una experiencia que la gente no tendría de no ver esa película”. Lynch conformó una extraordinaria y muy personal carrera en función de notables películas artística, estética y temáticamente comprometidas y disruptivas. Su primer largometraje, Eraserhead (Cabeza borradora) (1977), un trabajo de fin de estudios, “es una película para ser experimentada más que explicada”, según los críticos británicos, lo pudo llevar a cabo por un préstamo del American Film Institute Conservatory (donde Lynch estudiaba), que parcialmente lo financió, de forma tal que le llevó cinco años concluirla. Filmada en blanco y negro, es la historia de una joven pareja que tiene un hijo de corta edad con características muy especiales. A los miedos que surgen del argumento, sus fobias domésticas y sus relaciones con la sociedad, Lynch los vincula con su estancia en la ciudad de Filadelfia. Además, relaciona el carácter claustrofóbico que emana del guion con el universo kafkiano y el suspenso sumado a la turbación que se mantiene durante toda la trama, anticipan las preocupaciones más intensas del director. Mel Brooks, el notable director de comedias como “Locuras en el Oeste” (1974) y “El joven Frankestein” (1974) fue el productor de la siguiente película de Lynch, “El hombre elefante” (1980), sobre la historia real de Joseph Merrick, un inglés que hacia fines del siglo XIX era presentado como un objeto de feria por sus malformaciones físicas. Tuvo ocho nominaciones al Óscar de la Academia y 4 a los Globo de Oro. Obtuvo el Premio César de la Academia francesa del cine como mejor película extranjera en ese país, además de otros galardones. El éxito comercial le abrió las puertas a Lynch a importantes presupuestos financiados por Dino De Laurentiis. De Laurenttis fue un importante productor de cine italiano que posibilitó películas emblemáticas de ese cine dirigidas por Federico Fellini, entre otros. Luego financió películas en otros países de Europa y en Estados Unidos, con especial interés en el cine de calidad. En función de ello, con el aporte de De Laurentiis, Lynch realizó la película de ciencia ficción, “Duna” (1984) sobre el libro de Frank Herbert y un par de años después “Terciopelo azul” (1986) con las actuaciones de Kyle MacLachlan (un actor al que ha recurrido Lynch en varias oportunidades), Isabella Rossellini (la segunda mujer de Lynch) y Dennis Hopper. “Terciopelo azul” (1986), una historia que desnuda lo oscuro que se esconde en un pequeño pueblo (Lumberton) con personajes con una vida tumultuosa. Devela la corrupción y la violencia subyacente y disimulada, a la vez que todo se encubre bajo un rostro de pundonor. En cierta forma, se acerca a “La ventana indiscreta” por las actitudes de voyeurismo del protagonista. El guion mantiene vínculo con la temática de grandes escritores norteamericanos como Sherwood Anderson, o Donald Ray Pollock y por otra parte el director utiliza el surrealismo y una estética cautivante. Lynch estuvo nominado como mejor director para los premios Óscar y los Globo de Oro y la película obtuvo premios en los festivales de Avoriaz y Sitges, en la Cataluña española, entre otros. A partir de ese film, comenzó la vinculación de Lynch con el músico Angelo Baladamenti. Siempre consideró el director que la música era un componente imprescindible de sus historias. Incluso participó personalmente componiendo algunos de los temas de sus realizaciones. En “Terciopelo azul”, el tema de Bobby Vinton que le da nombre a la película e In dreams de Roy Orbison (por el cual Lynch tiene una predilección especial) forman parte de la banda sonora con características especiales y particulares. Con su siguiente película, “Corazón salvaje” (1990) Lynch se alza con la Palma de Oro del Festival de Cannes y su nombre adquiere prestigio internacional más allá de lo hermético y desafiante de su cine. Es una “película de carretera” (road movie) a partir de un libro de Barry Gifford con mucho de rock and roll. Una pareja se ve envuelta en una serie de eventos, algunos desafortunados y otros imprevisibles e ligeramente irracionales. En cuanto a una precisión de Chris Rodley en el libro mencionado, respecto que la historia “es una mezcla embriagadora de brutalidad extrema y humor”. Lynch afirma que “el mundo es extraño y grotesco (…) Todas las cosas extrañas de las películas las desencadena este mundo, así que no puede resultar todo tan extraño. Lo que más me encanta es la absurdidad. Encuentro humor en la lucha de la ignorancia”. Además, no le falta el surrealismo que caracteriza a su filmografía. Para ese entonces, Lynch había realizado “Twin Peaks”, en 1990. La serie revolucionó las concepciones narrativas. Es un policial con tinte de melodrama, suspenso, terror y comedia. Laura Palmer, una joven de secundaria aparece muerte en un pequeño pueblo. Éste es una locación ficticia (Twin Peaks) en una región boscosa y montañosa (los “picos gemelos” del título) cercana a la frontera de Canadá. Un agente especial del FBI, interpretado por Kyle MacLachlan, inicia una investigación descubriéndose detalles que involucraba a varias personas del pueblo, desenvolviéndose la inquina en un universo onírico. Un ambiente pueblerino donde la hipocresía, la envidia y la perversión se mantienen ocultas pero sin duda son notorias para todos, que todo lo saben, todo lo conocen y consienten. Frente al misterio que no necesariamente se revelaba en la trama, Lynch en una entrevista afirmó: "No entiendo por qué la gente espera que el arte tenga sentido. Ellos aceptan el hecho que la vida no tiene sentido". Participaron como intérpretes el propio director, David Bowie y David Duchovny, entre otros. Relata Jousse en el libro mencionado: “la fascinación de la serie reposa, en primer lugar, en la turbadora atmósfera que se cierne permanentemente sobre esa pequeña ciudad (…) El tono, que navega en lo absurdo, la locura, el humor, el erotismo, el melodrama y la angustia, no es gratuito”. La convocatoria que tuvo en todo el mundo, la terminó transformando en una serie de culto. Como derivaciones, en 1992, “Twin Peaks: Fuego camina conmigo”, fue una película que Lynch dirigió, contando la última semana de vida de Laura Palmer. Y en 2014, “Twin Peaks: The Missing Pieces”, una especie de precuela, con escenas eliminadas de las versiones anteriores. “Carretera perdida” (1997) fue el siguiente film de Lynch. La productora CIBY 2000 la promocionó como “una fuga psicogénica”, una especie de amnesia en que las personas huyen de la realidad. Lynch escribió el guion conjuntamente con Barry Gifford y la protagonizaron Bill Pullman, Patricia Arquette y Robert Blake. Es una pareja que huye envuelta en situaciones violentas. Si bien, el guion y el director no siguen una narración lineal, durante toda la trama, los sueños y las elipsis conforman una sensación de agobio y alteración psíquica. Fred, el protagonista, “está perdido en la confusión y en la oscuridad”. Cabe acotar que la productora francesa Ciby 2000 de Francis Bouygues, produjo en una década cincuenta películas, algunos notables films de autor, fundamentalmente de directores europeos. Entre ellos varios de Lynch, “La flor de mi secreto” de Pedro Almodóvar, “El piano” de Jane Campion, “El fin de la violencia” de Wim Wenders, “Secretos y mentiras” de Mike Leigh y “Gato negro, gato blanco” y “Underground” de Emir Kusturica. Para el Festival de Cannes de 1999, “llegaron noticias impactantes (…) la nueva película de David Lynch no perturbaba, ni ofendía, ni desconcertaba”, según Jousse. Era “Una historia sencilla”. Basada en la realidad, un anciano Alvin Straight (Richard Farnsworth), del corredor maicero de Estados Unidos enterado del infarto de su hermano (del que se encontraba alejado por rencillas familiares e interpretado por el extraordinario actor Harry Dean Stanton) se dispone a recorrer, en una cortadora de césped (a 8 kms. por hora) el trayecto entre el pequeño pueblo de Laurens en Iowa hasta Mount Zion en Wiscosin, donde aquel se recupera del percance. La actuación de este enternecedor anciano con notorias dificultades para trasladarse por dolores en su cadera, es extraordinaria, con una enorme consistencia en un papel que en otras situaciones podría caer en una sensiblería inconducente, mientras él mismo padecía de una enfermedad terminal, cuyos dolores harían que, lamentablemente, se suicidara un año después de la filmación. Fue nominada a la Palma de Oro en Cannes, recibió dos nominaciones a los Globo de Oro y el protagonista fue nominado a los Óscar como mejor actor. En el 2001, Lynch concreta uno de los proyectos personales más logrados. Inicialmente tenía la intención que “Mulholland Drive” o “El camino de los sueños” (como se la conoció en Argentina), fuera una serie para la televisión. Al ser rechazada para ese formato, terminó recurriendo a Alain Sarde, hermano del compositor Philippe Sarde y productor francés de más de doscientas películas que había financiado a grandes directores como Jean-Luc Godard, Bertrand Tavernier, Claude Sautet, Roman Polanski y Emir Kusturica, entre otros. Con el apoyo de Sarde pudo concretar la película que, protagonizada por Naomi Watts, Laura Harring y Justin Theroux se acerca a la “fábrica de sueños” que es Hollywood. En particular es la historia de una aspirante a actriz que llega a Los Ángeles con el sueño del triunfo; se encuentra con una mujer que ha perdido la memoria luego de un accidente y se suceden hechos aparentemente no relacionados pero que se van, misteriosamente, conectando en el tiempo, con escenas surrealistas e intensamente realizadas apelando a una notable utilización de la fotografía y la música. El juego de los roles cambiados y las personalidades entremezcladas adquiere en esta película una relevancia notable. Mulholand Drive es una carretera sinuosa y con excelentes vistas de Los Ángeles y el valle de San Fernando. Recorre parte de esa ciudad al pie de las montañas de Santa Mónica y hacia el Oeste. El cartel de Hollywood se encuentra a un lado de esa carretera. El nombre deriva del ingeniero irlandés William Mulholland que fue quien tuvo a cargo el sistema hídrico de California permitiendo transformar una zona desértica en habitable. Por otra parte, la película es un homenaje al cine de los ´50 y en particular a “El ocaso de una vida”. Lynch obtuvo el premio como mejor director en el Festival de Cannes y la película recibió cuatro nominaciones a los Globo de Oro y una nominación como mejor director a Lynch en los Óscar. La última película de Lynch, “Inland Empire” (2006) fue una experimentación muy peculiar porque la filmó en formato digital y sin guion Protagonizada por Laura Dern, Justin Theroux, Harry Dean Stanton y Julia Ormond es “un misterio acerca de una mujer metida en dificultades”. Es otro acercamiento a Hollywood (el título de la película es un barrio de Los Ángeles) donde el surrealismo y la provocación visual y sensorial es constante. Lynch juega con los desafíos y se encarga de proponer una exploración por los sueños y deseos de la mente. David Lynch a la vez que personal y magnético director ha sido también un artista que como se ha referido anteriormente ha desarrollado la pintura y ha incursionado en la fotografía, exponiendo en museos. En su filmografía recurrió a un grupo de actores y actrices con los que ha mantenido una relación durante toda su carrera, como Jack Nance, Harry Dean Stanton, Freddie Jones, Kyle MacLachlan, Laura Dern, Michael J. Anderson, Jack Fish (su amigo personal) y Catherine E. Coulson, entre otros; con la productora Mary Sweeney (una de sus esposas) y le ha dado una importancia significativa a la música en cada una de sus películas, con la colaboración de Angelo Badalamenti en doce films. Ha reconocido influencias de Federico Fellini (“La Strada” y “8 y ½” son sus preferidas), Ingmar Bergman (“Persona” ha sido una referencia para “Twin Peaks”), Jacques Tati, Werner Herzog y por otra parte, su obra como dijo el crítico Richard Brody en The New Yorker, “deja un legado que trasciende los límites del cine convencional. La obra de Lynch marcada por una audaz visión surrealista y una constante exploración de las oscuridades humanas, lo convirtió en un símbolo cultural que desafiaba las normas establecidas”.

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