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  • «Mi futuro pasa por la tarde histórica de la Plaza México»

    » Diario Cordoba

    Fecha: 02/03/2025 13:46

    Dicen los toreros que sienten el latido de su corazón y el ritmo de sus propios pasos cuando se encaminan hacia el paseíllo, pese al ruido del gentío que abarrota los tendidos de una plaza de toros. Tal es el estado de concentración en el que quedan sumidos que, en ese momento, se quiebra el miedo previo para dar lugar a un sentimiento de responsabilidad y de incertidumbre. Con la adrenalina echando horas extra, sólo cabe esperar al toro. Pero en esta mañana de febrero, todo es paz. Y silencio. La de torero es una profesión vocacional, casi un sacerdocio. Es preciso sentir la quietud de esa mole de cemento, tablas y albero que es el coso de Ciudad Jardín, cuya aparente soledad se difumina cuando se accede al ruedo y aparece un grupo de toreros entrenando de salón, esa especie de yoga ibérico, que diría González Viñas. De la cuadrilla sobresale la primera matadora de toros cordobesa, Rocío Romero, 27 años, que encamina sus pasos hasta la fila cinco del tendido tres para comenzar la entrevista. «Lo he hecho sin darme cuenta pero aquí es donde empecé a ver toros con mi padre», afirma. Desde aquella infancia en la primera década del presente siglo, han cambiado tantas cosas que Rocío vela las armas necesarias para lidiar dos toros en México DF, en el denominado embudo de la Monumental, el espacio taurino más grande del mundo: 42.000 espectadores y 43 metros de diámetro en el ruedo. Ahí oirá sus pasos el próximo 9 de marzo, fecha de su histórica confirmación de alternativa porque sigue la senda de Manolete y de Finito de Córdoba. Ahí latirá su corazón a mil. -¿Cómo surge la oportunidad de torear en la plaza de toros de México DF? -Me llamó la empresa de allí para organizar un cartel con mujeres porque hay una matadora de toros mexicana que tiene mucho ambiente. Es Paola San Román y me hablaron de montar un mano a mano porque consideran que puede tener aliciente para el público. Además, a caballo va a actuar la rejoneadora Stefanía Uribe, así es que creo que es un cartel muy singular y que va a funcionar. Los toros son de Campo Hermoso, una ganadería que tiene una rama de Saltillo -la más típica en el país azteca- y otra de Domecq, pero no sé cuál de las dos llevarán. -Es de suponer que las expectativas son importantes porque un triunfo allí abriría puertas de primeras en América, donde se han hecho tantas figuras del toreo antes de triunfar en España. ¿Con que ilusión afronta el compromiso? -No me gusta mucho pensar en el futuro, sino que mi perspectiva ahora mismo es prepararme a fondo y pensar únicamente en esa tarde. Mi futuro está en ese momento, que, además, es histórico, y que me sirva para poder torear en España y en América, pero, sobre todo, es un día para mí, porque toreo para ser feliz. Claro que no me importaría hacer temporada allí, aunque insisto en que es algo que no me preocupa ahora mismo, la verdad. -¿Cuándo se va? ¿Cómo se prepara un viaje de estas características? -Nos vamos este domingo para tener margen para poder torear en el campo y entrenar en la ganadería que lidiará esa tarde en la plaza. Queremos hacer mucho tentadero para conocer el toro mexicano, que tiene una embestida muy singular, distinta a la del toro español. Esos días previos son fundamentales además para ir mentalizada y con mayor seguridad. Rocío Romero tuvo una alternativa de lujo. José María Manzanares y Andrés Roca Rey acompañaron a la cordobesa en su doctorado celebrado en el Coso de Los Llanos de Pozoblanco el 23 de septiembre de 2023. La tarde resultó triunfal y la joven torera acompañó a los dos titanes por la Puerta del Gallo, pero el vestío -un levísimo rosa palo- de aquella tarde se quedó en la silla y desde entonces hasta ahora su nombre no se ha anunciado en un cartel. Así es que el viaje va de Pozoblanco a México. No ha habido más paradas. -¿En qué ha cambiado en ese tiempo de ‘banquillo’? -Creo que mi toreo y mi forma de ver la profesión han evolucionado mucho. He disfrutado, sobre todo, en la época de novillera sin picadores, porque tenía muchas oportunidades y toree muchos bolsines. Luego, en la siguiente etapa toree menos, me costó más porque es un escalafón muy difícil y hay menos festejos, son otros factores que me afectaban anímicamente y por ello empecé a vivir la profesión de una forma que no me satisfacía, y este año de parón desde la alternativa me ha servido para asentarme, para madurar y para ser absolutamente consciente de que esto es lo que quiero, independientemente de que tenga o no contratos; y estoy aprendiendo a disfrutar más y a establecer prioridades: no voy a torear en cualquier sitio ni de cualquier forma. -De sus palabras se deduce que es México el cabo al que debe agarrarse… -Sí, es verdad que estamos en febrero y los toreros con un año de alternativa apenas tenemos perspectivas de contratación, por eso más allá de lo que pase en México, mi sueño es presentarme en mi tierra delante de mis paisanos y poder seguir escribiendo mi nombre en la historia del toreo de Córdoba. -En principio, tiene margen, un triunfo en México podría abrir la puerta de Córdoba. ¿Ha hablado con la empresa? -Muchísimo margen, sí –ríe-. Ojalá. Siempre he tenido buena comunicación con Lances de Futuro pero lo cierto es que ya llevan seis años en Córdoba y no han contado nunca conmigo, y eso no sólo es un problema mío o que me afecta a mí, sino que se está privando a Córdoba de ver a la primera torera de la historia de una ciudad tan taurina como esta. El día de mi alternativa hubo un lleno en Pozoblanco, y eso es porque los toreros, en nuestra tierra, tenemos tirón. ¿Por qué no se puede montar un cartel similar en Córdoba? -Quizá porque ferias como la de Córdoba se han reducido mucho y son sota, caballo y rey. No cabe más que lo que dicta el sistema… -Bueno, pero es que estamos cuatro matadores de toros cordobeses, cada uno con unas circunstancias, es cierto, pero somos de aquí, si no tenemos la posibilidad de torear en nuestra tierra… no fomentamos lo nuestro, no atendemos a nuestra afición. Es necesario que llegue esa oportunidad. ¿Dos figuras y Rocío Romero? ¿Extraña? No, sería normal. Rocío Romero posa sonriente con su capote en el graderío en el coso de Los Califas. / A.J. GONZÁLEZ Rocío Romero recuerda a Manolete. Su imaginación la lleva a México, donde el Monstruo cordobés es leyenda. «Voy a ser la misma, triunfe o no en México», afirma en referencia a que a un torero no se le puede juzgar por una sola tarde. «Manolete todavía es recordado allí por su trayectoria, por su personalidad, y yo tengo mis sueños y me preparo a fondo para cuando llegue el momento porque esto es muy duro, de ahí la importancia de que se nos reconozca en Córdoba», expresa. Tras Manolete, Finito confirmó en México en 1993, en un evento con vuelos chárter y cientos de aficionados viajando hacia ultramar. El Fino retornó en 2001, en su época más fecunda. Es la fuerza de los toreros de esta tierra, y con esos precedentes Rocío vuelve a América… -Si cierra los ojos, ¿qué ve el 9 de marzo? ¿Cómo espera a la afición? -Es una afición pasional, lo vive intensamente. Como mi referencia es Manolete, he leído y he visto vídeos y se aprecia ese amor por el toreo. Sé que puede resultar reiterativo pero es que para mí es un sueño. Y es curioso porque yo ya he estado en esa plaza. Una de las veces que fui a torear a Perú, hicimos escala en México DF y estuve en el embudo. Es impresionante. Por eso me siento tan afortunada, porque hay muchos toreros que son figuras del toreo que o no han confirmado la alterativa allí o lo han hecho diez años después de liderar el escalafón. -Y con esa perspectiva, ¿duerme por las noches? -Últimamente duermo fatal. Casi nunca me había alterado el sueño mi profesión ni los compromisos, pero esto es otra cosa, es una fecha muy importante y como soy consciente de lo que me juego, me afecta. Ojalá esta inquietud sea la base de un resultado positivo. Sólo los toreros saben lo que se pasa ante retos como el de Rocío Romero. Para poder tomar la alternativa tuvo que sumar novilladas y, como las oportunidades en España eran escasas, se enroló en un complejo viaje por las inhóspitas tierras de Perú. -He visto imágenes de festejos en pueblos de Perú y aquello recuerda a la España de los 60… -Es otro mundo. Toree cinco novilladas y hoy quizá no volvería, pero lo necesitaba y tuve que hacerlo. Son plazas de palos donde caben 14.000 espectadores. Y se llenan hasta la bandera. La gente baja de los pueblos y de las montañas en auténticas riadas humanas. Recuerdo Celendín, con un ruedo de casi 100 metros. Vas y no piensas en que vaya a ocurrir nada pero es muy duro. Es un viaje en el tiempo. Situaciones como esas te hacen pensar que es mejor calidad que cantidad, que debo tener respeto a mi profesión y posicionar mi carrera de otro modo. Muchas veces, torear sin categoría más que un paso adelante es un paso atrás. Rocío vuelve al entrenamiento. El capote pesa. Lo toma como un empleo riguroso. Todos los días. Mañana y tarde. Alterna los trastos de torear con el gimnasio y la carrera. Sabe que tiene que estar preparada. «Cuando vas a una plaza no sabes que puede ocurrir. Cuando debuté en Las Ventas, todo fue muy rápido y recuerdo que pensaba, ¿y si me tengo que quedar con los seis novillos porque mis compañeros resulten cogidos?», explica. Y continúa: «Pues por distintas circunstancias tuve que parar varios novillos con el capote, había pasado una hora desde el paseíllo y no había cogido la muleta». En el camino de la despedida, la matadora de toros recuerda que nació un 28 de mayo de 1998. Aquella tarde torearon en Los Califas Julio Aparicio, que tenía el impulso de su histórica tarde de Madrid años antes; Raúl Gracia El Tato, en sus años dorados, y Víctor Puerto, un matador emergente entonces. En ese festejo se vivió un sonoro petardo de Aparicio. Tato y Puerto no pasaron de la discreción. Los toros fueron de Gabriel Rojas y, como ocurría en aquellos años de ferias largas, la plaza apenas registró un tercio de entrada. Veintisiete años después, una cordobesa torea en la Plaza México. Suscríbete para seguir leyendo

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