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  • Los ultraprocesados modifican la actividad cerebral en el corto plazo y promueven el aumento de peso

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 02/03/2025 03:07

    Un estudio reciente muestra que cinco días de excesos alimentarios con comida chatarra provocan cambios cerebrales persistentes, incluso sin aumento de peso (Imagen Ilustrativa Infobae) Comer rápidamente alimentos grasosos y azucarados ya está probado que causa un daño significativo en el cuerpo humano. Y ahora sabemos que también puede alterar la actividad cerebral de manera significativa, según un reciente estudio publicado en Nature Metabolism. A pesar de que los participantes no experimentaron un aumento de peso, los resultados revelaron cambios en los patrones cerebrales que podrían tener implicaciones a largo plazo, similares a los observados en personas con obesidad. El estudio, dirigido por la neurocientífica Stephanie Kullmann de la Universidad de Tübingen en Alemania, mostró que tras cinco días de consumir barras de chocolate, papas fritas y otros tentempiés altos en calorías, el cerebro de los participantes mostraba una mayor actividad en áreas relacionadas con la recompensa alimentaria. El consumo de comida chatarra en solo cinco días puede modificar la actividad cerebral, afectando áreas relacionadas con las recompensas y la memoria (Imagen Ilustrativa Infobae) Este fenómeno, que normalmente se asocia con la obesidad, se produjo incluso en hombres jóvenes y saludables. Kullmann expresó su sorpresa por los resultados: “No esperaba que el efecto fuera tan claro en una población sana”. Según la experta, el impacto de la insulina en el cerebro es crucial para entender cómo los alimentos afectan nuestra salud. Tras comer, el páncreas libera insulina, que ayuda al metabolismo y reduce el apetito al llegar al cerebro. Sin embargo, en algunas personas obesas, la respuesta cerebral a la insulina se ve debilitada, lo que se conoce como “resistencia a la insulina cerebral”, una condición que puede influir en cómo el cuerpo procesa los alimentos y predispone a enfermedades como la diabetes tipo 2. Para explorar más sobre este fenómeno, Kullmann y su equipo reclutaron a 29 hombres sanos para un experimento en el que 18 de ellos siguieron una dieta alta en calorías durante cinco días. Cada participante recibió un paquete de tentempiés ricos en grasas y azúcares con un valor calórico total de 1.500 calorías diarias, aunque la ingesta promedio diaria fue de 1.200 calorías. “Al principio estaban un poco entusiasmados”, dijo Kullmann, “pero al cuarto día, comer la comida procesada adicional se convirtió en un suplicio”. Investigadores descubren que el exceso de alimentos ricos en grasas y azúcares genera patrones cerebrales similares a los de personas obesas y con resistencia a la insulina (Imagen Ilustrativa Infobae) Los resultados fueron claros: después de solo cinco días, el cerebro de los participantes mostró una mayor actividad en las regiones relacionadas con las recompensas alimentarias y la respuesta a los cambios en la dieta. Estos patrones cerebrales, que son típicos en personas con obesidad o resistencia a la insulina, podrían facilitar el desarrollo de la diabetes tipo 2. Sin embargo, los efectos no se detuvieron allí. Una semana después de finalizar el periodo de excesos alimenticios, el grupo que consumió comida chatarra mostró una menor actividad cerebral en dos áreas asociadas con la memoria y la respuesta a señales visuales de comida. Kullmann explicó que estos cambios en la actividad cerebral podrían ser un indicio de que la respuesta del cerebro a la insulina se adapta rápidamente a las modificaciones en la dieta, antes de que ocurra un aumento de peso significativo. “Esto significa que la respuesta del cerebro a la insulina puede adaptarse a cambios a corto plazo en la dieta antes del aumento de peso y puede facilitar el desarrollo de la obesidad y enfermedades asociadas”, comentó la neurocientífica. La insulina tiene un impacto crucial en la forma en que el cerebro responde a los alimentos, y su efecto se ve alterado tras un consumo excesivo de comida procesada - (Imagen Ilustrativa Infobae). Aunque la cantidad de comida alta en calorías que se consumió en este estudio puede parecer extrema, Kullmann destacó que es un patrón bastante similar al comportamiento alimenticio durante las festividades, cuando muchas personas tienden a consumir alimentos procesados y azucarados en grandes cantidades. Según las conclusiones finales, la respuesta cerebral a la insulina está relacionada con el aumento de peso a largo plazo y la distribución no saludable de la grasa corporal. “En este trabajo, demostramos que comer en exceso, a corto plazo, alimentos dulces y grasos ricos en calorías desencadena la acumulación de grasa en el hígado y altera la acción de la insulina cerebral, que perduró más allá del período de su consumo en hombres con un peso saludable. Por lo tanto, la respuesta cerebral a la insulina puede adaptarse a los cambios a corto plazo en la dieta antes del aumento de peso y puede facilitar el desarrollo de la obesidad y las enfermedades asociadas”, afirmaron los investigadores. El estudio muestra que una dieta alta en calorías cambia rápidamente los patrones cerebrales, incluso antes de que se produzca un aumento de peso significativo (Freepik) Este estudio aporta evidencia sobre cómo el consumo de alimentos altamente procesados no solo afecta el peso corporal, sino que también tiene un impacto profundo en el cerebro, alterando áreas clave que regulan el apetito y las recompensas. Esto refuerza la necesidad de reconsiderar nuestra relación con la comida chatarra y cómo su consumo regular podría contribuir a trastornos metabólicos y cognitivos. A medida que más investigaciones se realicen sobre este tema, se espera comprender mejor cómo prevenir los efectos negativos de la dieta moderna sobre la salud cerebral y metabólica. Sin embargo, el estudio ha generado algunas críticas. Christoph Buettner, fisiólogo de la Escuela de Medicina Robert Wood Johnson de Rutgers, cuestionó los métodos utilizados, particularmente la administración de insulina a través de un aerosol nasal, que pudo haber alterado los resultados. “Los autores administran dosis muy altas de insulina, parte de la cual ingresa al torrente sanguíneo, lo que puede confundir los resultados”, señaló Buettner, quien no participó en la investigación. En respuesta, Kullmann defendió la rigurosidad de su estudio y explicó que su equipo controló los efectos de la insulina que se ingresa al torrente sanguíneo. El consumo de comida chatarra aumenta la actividad cerebral en áreas asociadas con la recompensa, lo que podría contribuir al desarrollo de enfermedades metabólicas (Freepik) Comida chatarra y deterioro cognitivo En la conferencia Neuroscience Next 2025, organizada esta semana en Buenos Aires por la Alzheimer’s Association, con la coordinación de FLENI en Argentina, la doctora Claudia Suemoto profesora asistente en la división de geriatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo y directora del Biobanco para Estudios en Envejecimiento de la misma institución, explicó a Infobae esta relación directa entre el consumo de alimentos ultraprocesados y el deterioro cognitivo. “Mostramos por primera vez en 2022 esta asociación y fue sorprendente porque ya se sabía que el consumo de ultraprocesados estaba relacionado con muchas dolencias como el cáncer, el infarto o el ACV. Pero ahora también sabemos que existe una fuerte asociación entre este tipo de alimentos perjudiciales para el organismo y su influencia en la salud cerebral”, explicó Suemoto a Infobae. Suemoto y su equipo demostró cómo las personas que consumieron más del 20 % de las calorías diarias de los alimentos procesados tuvieron una disminución de la cognición global un 28% más rápida y una disminución del funcionamiento ejecutivo un 25% más rápida, en comparación con las personas que comieron menos del 20% de estos alimentos. La doctora Claudia Suemoto, profesora asistente en la división de geriatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo expuso en Buenos Aires la relación entre alimentos ultraprocesados y deterioro cognitivo (Gentileza Fleni) (Gentileza Fleni) “Estamos empezando a darnos cuenta de que afectan a la mente. Eso se debe a que provocan inflamación, que impactar en los neurotransmisores del cerebro. Los alimentos procesados también actúan a nivel microscópico con miles de millones de células bacterianas que perjudican el funcionamiento del organismo”, agregó Suemoto que es geriatra y epidemióloga con sólida trayectoria en el estudio del envejecimiento cerebral y las demencias. Según la experta, los alimentos procesados son en realidad alimentos que tienen ingredientes nocivos para la salud en grandes cantidades, y pueden ser carbohidratos procesados como harina y azúcar, o polvos de proteínas. “Más allá de la cantidad de calorías, independientemente de la cantidad de alimentos saludables que intentes comer, los alimentos ultraprocesados no son buenos para tu cognición. Sé que a veces es más fácil abrir un paquete y meterlo en el microondas o comprar una hamburguesa procesada, pero a largo plazo te va a costar algunos años de vida. Es mejor hacer la hamburguesa casera con carne picada magra”, recomendó Suemoto.

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