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  • Carnaval: de una fiesta pagana de excesos a la celebración religiosa y los actuales desfiles de comparsas y murgas

    Gualeguaychu » El Dia

    Fecha: 01/03/2025 14:00

    El carnaval es una de las celebraciones más vibrantes y coloridas del mundo, una fiesta que mezcla tradiciones ancestrales con influencias religiosas y culturales. Aunque en la actualidad se asocia con desfiles, disfraces y música, sus raíces son mucho más profundas, vinculadas estrechamente con el calendario litúrgico católico y los ritos paganos precristianos. Sin embargo, su ausencia en los países protestantes plantea preguntas sobre la relación entre esta festividad y la religión. ¿Es el carnaval realmente una fiesta religiosa o simplemente un evento cultural? Para responder las preguntas, exploraremos su historia, su conexión con el catolicismo y las razones por las cuales no se celebra en comunidades protestantes. El carnaval tiene sus raíces en las festividades paganas de la antigüedad, como las Saturnales romanas y las Lupercales. Esas celebraciones eran marcadas por el desenfreno, la inversión de roles sociales y un espíritu de permisividad. Las Saturnales, por ejemplo, permitían que los esclavos y los amos intercambiaran papeles, mientras que las Lupercales estaban relacionadas con ritos de fertilidad. Con la expansión del cristianismo en el Imperio Romano, muchas de estas tradiciones fueron absorbidas y reinterpretadas para adaptarse al nuevo marco religioso. Así, el carnaval se vinculó al calendario litúrgico de la Iglesia católica como un período previo a la Cuaresma, un tiempo de penitencia y ayuno que comienza el Miércoles de Ceniza. El término “carnaval” proviene del latín carne vale, que significa “adiós a la carne”, en alusión a la abstinencia de carne durante la Cuaresma. Esta festividad se convirtió en una oportunidad para disfrutar de banquetes, música y excesos antes de entrar en el período de reflexión y sacrificio. Aunque el carnaval tiene elementos seculares y profanos, su estructura está profundamente ligada al cristianismo, específicamente al catolicismo. La fecha del carnaval depende directamente de la Pascua, ya que la Cuaresma comienza 40 días antes de esa celebración. Además, muchas prácticas y tradiciones carnavalescas tienen significados simbólicos que se relacionan con la religión. Los disfraces y las máscaras, por ejemplo, se interpretan como una forma de anonimato que permite la liberación de las restricciones sociales, pero también pueden simbolizar la dualidad del ser humano entre el pecado y la virtud. Sin embargo, con el tiempo, el carnaval ha perdido gran parte de su carácter religioso en muchas partes del mundo, convirtiéndose en una festividad principalmente cultural. Ciudades como Río de Janeiro, en Brasil, Venecia, en Italia y Nueva Orleans, en Estados Unidos, han transformado el carnaval en eventos turísticos y espectáculos de gran escala. El más famoso de Europa es, sin duda el de Venecia, pero allí posee un significado más profundo. Las máscaras venecianas son un símbolo clave del carnaval, y estas pueden estar vinculadas con la idea de la muerte en el sentido de que borran la identidad del individuo. Al cubrir el rostro, la máscara representa una especie de “muerte social”, ya que elimina las diferencias de clase, género y estatus. La máscara no solo es una herramienta para el anonimato, sino también una representación de la desaparición del yo, lo que puede simbolizar la transitoriedad de la vida y la inevitabilidad de la muerte. Además, algunas máscaras tradicionales venecianas, como la “Bauta” o la “Moretta”, tienen una apariencia algo macabra, lo que refuerza esa conexión simbólica con la muerte. En algunas ediciones del Carnaval de Venecia, los temas religiosos y las representaciones de la muerte son explícitos. En medio de la festividad, los venecianos no solo disfrutan de la liberación que otorgan las máscaras, sino que también pueden sumergirse en momentos de reflexión profunda. Aunque no es una característica central, hay celebraciones que recuerdan la muerte y la resurrección, como parte de la conexión entre el carnaval y la Cuaresma, que en sí misma tiene una fuerte carga de reflexión sobre la mortalidad humana. Una de las características más llamativas del carnaval es su ausencia casi total en los países de tradición protestante, como el Reino Unido, los países escandinavos y gran parte de los Estados Unidos. Solo en Nueva Orleans se celebra el carnaval, pero porque fue una colonia francesa y es mayoritariamente católica. Esa diferencia se debe a las distintas perspectivas teológicas y culturales entre el catolicismo y el protestantismo. Durante la Reforma Protestante del siglo XVI, los reformadores, como Martín Lutero y Juan Calvino, criticaron muchas de las prácticas de la Iglesia católica que consideraban excesivas o supersticiosas. Esto incluía las celebraciones festivas asociadas con el calendario litúrgico, como el carnaval. El protestantismo promovió una visión más austera de la fe, enfocada en la sobriedad y la moral individual. En ese contexto, el carnaval fue visto como una celebración que fomentaba el desenfreno y los excesos, valores contrarios a los principios protestantes. Así, mientras los países católicos mantuvieron y adaptaron la tradición del carnaval, los países protestantes la eliminaron casi por completo. En algunos casos, las festividades previas a la Cuaresma fueron reemplazadas por otras tradiciones más moderadas. Por ejemplo, en el Reino Unido, el “Martes de carnaval” (Shrove Tuesday) se convirtió en una jornada para el consumo de panqueques, como una manera simbólica de usar los ingredientes ricos antes del ayuno cuaresmal. Sin embargo, en algunas comunidades más tradicionales, el carnaval conserva elementos religiosos. Por ejemplo, en España, las celebraciones de carnaval a menudo incluyen procesiones y rituales que combinan lo festivo con lo devocional. En América Latina, donde se celebran con gran entusiasmo y una mezcla de tradiciones indígenas, africanas y europeas. Argentina y Uruguay, países del Río de la Plata, tienen celebraciones de carnaval muy particulares, aunque comparten algunas características comunes. En Argentina, el carnaval tiene una fuerte influencia de las tradiciones europeas, pero también incluye elementos autóctonos y africanos debido a la diversidad cultural del país. Las celebraciones varían de una región a otra, pero las más destacadas tienen lugar en la región del litoral (especialmente en las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones) y en las ciudades de Buenos Aires y Córdoba y en las provincias del norte. Uno de los carnavales más famosos y espectaculares de Argentina se celebra en la ciudad de Gualeguaychú, en la provincia de Entre Ríos. Este carnaval se caracteriza por sus desfiles de comparsas que presentan grandes carrozas, bailes y música de samba. Las comparsas son grupos organizados que compiten entre sí mostrando sus trajes, coreografías y, sobre todo, su habilidad en la samba. Los desfiles tienen lugar durante los fines de semana de enero y febrero, y la fiesta se alarga hasta el final de la temporada. En la ciudad de Corrientes, el carnaval también es muy importante y se celebra con comparsas similares a las de Gualeguaychú, aunque con una mayor influencia de las tradiciones del noreste argentino. En algunas regiones del norte del país, se celebran rituales simbólicos como la “Quema del Diablo” para dar la bienvenida al carnaval. Esta tradición tiene orígenes precolombinos y se ha fusionado con las costumbres católicas en algunas zonas. En la ciudad de Buenos Aires el carnaval se vive de manera un poco diferente. Aunque no tiene el mismo nivel de intensidad que en las provincias del litoral, en Buenos Aires se realizan numerosas actividades, como el desfile de “murgas” en las calles, que son grupos de personas que bailan y cantan, realizando performances cómicas y de sátira política y social. Las “murgas” se pueden ver en casi todos los barrios en los que, en su avenida principal, por la noche se corta el tránsito y la gente disfruta de la fiesta. La celebración del carnaval en Montevideo fue declarada “Patrimonio intangible de la humanidad” y aunque es parecida a la de Buenos Aires, es diferente. El carnaval de Uruguay es famoso por su duración (dura más de un mes, desde fines de enero hasta principios de marzo), y por sus desfiles, murgas y concursos de comparsas. La capital, Montevideo, es el epicentro del carnaval en Uruguay. Uno de los aspectos más característicos del carnaval uruguayo es la “Murga”, una combinación de teatro, música y humor que refleja las costumbres y los problemas sociales del país. Las murgas realizan desfiles por las calles y también participan en concursos en los teatros. La “murga” es un grupo musical que canta, baila y hace sátira política y social con un estilo muy característico, usando trajes coloridos y maquillajes elaborados. Uno de los eventos más destacados del carnaval uruguayo es el “Desfile de Llamadas”, que se celebra en Montevideo, donde las comparsas de afrodescendientes recorren las calles bailando al ritmo del candombe, un estilo de música y danza de origen africano. Este desfile tiene un marcado carácter cultural y es una de las expresiones más auténticas de la identidad uruguaya. El “candombe” se interpreta con tambores y es una de las principales tradiciones del carnaval en Uruguay. Al final del carnaval, en Uruguay -donde rige la separación entre el Estado y la Iglesia católica- se celebra el “entierro de la sardina”, una tradición en la que se realiza un simbólico “funeral” para despedir la fiesta antes de la llegada de la Cuaresma. Durante esa ceremonia, se entierra una figura de la sardina, como forma de dar fin a la temporada festiva. El carnaval es una fiesta multifacética que ha evolucionado a lo largo de los siglos, desde sus raíces paganas hasta su conexión con el catolicismo y su adaptación en el mundo moderno. Aunque su carácter religioso ha disminuido en muchas regiones, su estructura y su simbolismo siguen estando ligados al calendario litúrgico católico. Fuente: Infobae

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