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» Diario Cordoba
Fecha: 01/03/2025 04:01
Después de semanas -puede que meses- dándole vueltas al adiós a la casa, al hogar, a si la casa o la vida o la casa o el después o la casa o el adiós, aunque me cueste creerlo ya lo comprendo: mi casa actual, el 2º izquierda, ya ha cumplido su propósito. Diez años a su resguardo, diez años de protección, de alzarse como mi lugar en el mundo, diez años de cuidados, de presenciar lo peor y lo mejor... Ya ha pasado su momento. Bueno, tal vez no. Simplemente, aunque yo me resista a creerlo, aunque haya seguido a su calor tras el divorcio de mi marido un año más tarde, ya está: era (es) el momento de iniciar una nueva etapa. Ya han llegado los 30, ahora toca hacer músculo en otro hogar. Seguir creciendo, arriesgarse a tomar decisiones de las que asustan como alejarme de su cálido interior para construir mi lugar en el mundo en otras paredes que, además, serán las definitivas, las de para siempre (cruzo los dedos, falta firmar las escrituras). Se me hace raro contemplar ese piso aún destartalado, por habitar, como un posible hogar donde crecer y ramificarme cual injerto, pero creo poder ser capaz de ello (o eso he de pensar). Sin embargo, aún me resulta inconcebible que el 2º izquierda haya llegado a ese momento en el que ya me ha enseñado todo lo que podía, lo que estaba a su alcance. ¿De verdad no hay nada más? ¿De verdad he exprimido este músculo que bombea hasta el final y ya... me ha enseñado todo lo que podía?¿Cómo va un hogar a quedarse obsoleto? Es algo que me resulta... ¿imposible de asimilar? Esta casa, donde he aprendido a vivir, básicamente, a ponerme de pie tras cada dura batalla en el ring. ¿Acaso la mujer divorciada sola, con su gata, en la que me he convertido está pidiendo aunque yo no sea consciente de ello otras... paredes, otro suelo, otra luz, otro aire? ¿Seguiremos siendo tan felices como aquí la gata y yo? Debe ser que sí, esto es, a esa conclusión he llegado, también por supervivencia. Eso no paran de repetirme las personas sabias de mi alrededor, las que me quieren bien. Suspiro, tomo aire, me miro en el espejo. Me repito: todo irá bien, todo irá bien. Confío en que dentro de mí haya una parte que sabe lo que hace, que ha tomado las decisiones correctas, aunque yo ahora mismo no tenga claro nada, no atisbe ninguna verdad. Que haya alcanzado alguna sabiduría que a la Ana de esta etapa aún se le escapa. Pero para llegar a ella, a todo eso que viene, debo hacer un salto de fe. Creo que cada día que pasa me convenzo más de ello, aunque sólo sea por repetición. Pero aún tengo que empaquetarme en... ¿50, 80 cajas? *Escritora
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