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  • El estado andaluz

    » Diario Cordoba

    Fecha: 01/03/2025 03:58

    Yo siento Andalucía como una paz del alma. Recuerdo ahora el poema de Manuel Machado, desde su sencillez que es agua clara de precisión nítida: «Cádiz, salada claridad; Granada, / agua oculta que llora. / Romana y mora, Córdoba callada. / Málaga cantaora. / Almería dorada. / Plateado Jaén. Huelva, la orilla / de las Tres Carabelas... / y Sevilla». Cada cual tendrá que confirmar el acierto de su propia ciudad, pero en el caso de Córdoba es palmario el retrato anguloso en su esencialidad: no sólo por Romana y mora, que lo es y lo somos, sino por callada. Pero lo que me gusta del poema del más flamenco de los dos Machado -Manuel es más cantaor por obra y torería, por ese virtuosismo galante y modernista cincelado en la estética con desgana vital- es la salpicadura matizada por el mapa andaluz. No es que aspire a nombrar una totalidad, sino un registro ágil en ocho pinceladas. Manuel Machado, gran amigo de Julio Romero de Torres, es sin embargo el más impresionista -frente al simbolismo de Antonio, que huye de la metáfora verbal- y sabe hacer buen uso del pincel. Por eso los ocho trazos son su ruta sentimental andaluza. Yo siento Andalucía como una paz del alma por su naturaleza -que no orgullo- antinacionalista; porque ser nacionalista hoy, en España, con la verdad que ostenta, y que no oculta, es una podredumbre del espíritu que bordea la escombrera moral. Podemos perdernos en laberintos más o menos delirantes -y racistas- sobre diferencias genéticas, y también culturales -que estas sí existen- entre unas regiones y otras; pero el nacionalismo independentista hoy, en España, se puede resumir en que lo mío es para mí y lo tuyo también. Es decir: que yo me beneficio de la solidaridad territorial cada vez que me favorece, como lo vengo haciendo durante toda la democracia y como lo he hecho también con el franquismo, que me privilegió; pero, cuando se trata de aportar mi parte para unir lo de todos y auxiliarnos, lo mío me lo quedo yo. A partir de aquí podemos alimentar ese laberinto identitario -cada uno tiene el suyo-, pero esa es la evidencia que se impone a todas las demás. Que quiero que lo mío, todo lo que recaudo, se quede conmigo; pero que, además de lo ya recibido, hasta ahora, de todos, si necesito algo más, si me quedo sin agua, por ejemplo, entonces, el Estado -o sea: los demás- me tiene que amparar. Y claro, Andalucía crepita en esa hondura de una respiración emocional que no es nacionalista, sino sensualidad precipitada a la manera de Manuel Machado. Y solidaridad entre territorios, y la poesía más alta desde Góngora a Lorca. Y belleza en el aire y en la piedra, y en la voz de unos hombres y mujeres que se saben hermanos del resto de la tierra. *Escritor Suscríbete para seguir leyendo

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