01/03/2025 02:44
01/03/2025 02:43
01/03/2025 02:43
01/03/2025 02:42
01/03/2025 02:42
01/03/2025 02:42
01/03/2025 02:41
01/03/2025 02:41
01/03/2025 02:40
01/03/2025 02:40
» Comercio y Justicia
Fecha: 28/02/2025 23:42
Por José María Rinaldi (*) Hasta hace pocos días, el mantenimiento de la pax cambiaria parecía casi asegurada hasta las elecciones 2025 por vía de la apreciación del peso, la intervención en la brecha cambiaria y sus controles. Obviamente, ello dependía del denominado proceso de carry trade artificialmente mantenido con los dólares del blanqueo y de la reducida posibilidad de endeudamiento, las promesas del RIGI, y las escasas posibilidades de privatizaciones, en un contexto de casi nulas inversiones de riesgo. Con un agravante: la artificial estrategia intentada profundiza los problemas estructurales de la economía en cuanto a las variables reales y a las restricciones externas o carencia de dólares. Sin embargo, cuando el Gobierno comenzaba a madurar el sueño de una tranquila llegada a la meta del cronograma electoral sin correcciones cambiarias, alguien “tocó el timbre”, sumergiéndonos en la pesadilla más oscura de la opacidad del desregulado mundo de las criptomonedas, en la crisis denominada $Libra. Un verdadero cisne negro de la política económica libertaria. No sería exagerado si dijéramos: “Tanta libertad te va a matar”. Sin ningún tipo de necesidad se cae en un “circulo de venta de humo” utilizado por hackers quienes, por vía de ese mundo marginal, se generan activos financieros a través de encriptar en algoritmos supuestas monedas utilizadas para pedir rescate, formar esquemas piramidales a lo “Ponzi” con promesas de tasas de retorno inexistentes y sin ningún tipo de apalancamiento ni patrimonio de respaldo. Además de los aventureros argentinos de poca monta como Generación Zoe, de Leonardo Cositorto; Adhemar Capital, de Edgar Bacchiani, y la local Wenance, de Alejandro Muszak, el mundo conoció la estafa piramidal más grande del mundo con Bernie Madoff, quien estafó al corazón de las finanzas internacionales, el Mercado de Capitales de Wall Street, en unos US$65.000 millones y no sólo a incautos pequeños inversores sino también a reconocidos personajes del mundo artístico como Steven Spielberg (por una ONG asociada con el director de cine), los actores Kevin Bacon y Kyra Sedgwick, los propietarios de los Mets de Nueva York Fred Wilpon y Saul Katz y la heredera de L’Oreal Liliane Bettencourt y muchos otros fondos de inversión. Todo ello en el año 2008, el año de la denominada crisis mundial o subprime con epicentro en el sector hipotecario, justamente el que menos esquemas regulatorios tenía. Paradójicamente, de la crisis mundial se sale con los conocidos fenómenos de la economía digital o capitalismo de plataforma que se ha constituido como un verdadero modelo hegemónico. En el libro Inventar el futuro. Poscapitalismo y un mundo sin trabajo, los autores Nick Srnicek y Alex Williams, se plantean el siguiente disparador: ¿dónde está el futuro? Se han hecho habituales los neologismos como “economía compartida” (sharing economy), “economía del trabajo temporal” (gig economy), “cuarta revolución industrial”, todo ello con tentadoras imágenes de espíritu empresarial y flexibilidad. El momento contemporáneo y sus avatares en tecnologías emergentes, están signados por plataformas, big data, fabricación aditiva, robótica avanzada, aprendizaje automático y la Internet de las cosas. En la economía digital como modelo hegemónico, las ciudades tienen que volverse inteligentes, los negocios deben ser disruptivos, los trabajadores tienen que ser flexibles y los gobiernos deben ser austeros y capaces. Todo muy seductor para nuestro actual gobierno libertario. Estas condiciones permitieron la metamorfosis del capital, comenzando por el capital monetario, moviéndose a través de las etapas de capital productivo y capital comercial, obteniéndose como ganancias en forma de dinero y volviéndose disponible para nuevas inversiones en lo que se denomina la “digitalización capitalista global” y su emergente “clase capitalista transnacional (CCT)”. De esta manera, el capitalismo depende de un equilibrio inestable entre su valor y las formas sin valor, en un equilibrio cambiante entre mercantilización y desmercantilización. Es de destacar el libro del escritor y filósofo Eric Sadín, titulado La inteligencia artificial o el desafío del siglo XXI, que plantea la crítica a la vertiginosa transformación tecnológica y digital de la segunda década del presente siglo. En él critica el interés utilitarista y la falta de fidelización soberana en el gran avance de la robótica-algorítmica con pretendido mote de neutralidad científica, cuando en realidad la automatización de los sistemas se instala en la vida cotidiana, con pretendida monopolización de la racionalidad de una pretendida “mano invisible automatizada” como ideal de orden natural y perfección. El resultado: la “nube” es una privatización de Internet: la infraestructura y el hardware están siendo puestos en manos de monopolios, cuando el Estado debe regular y estimular la competencia. Es en ese contexto donde surge el escándalo de $Libra. El derrame mundial que está teniendo la crisis genera un alto riesgo en las señales del nuevo gobierno estadounidense referido a que la disponibilidad de alguna ayuda se diluiría, a pesar de que la reciente visita del presidente Milei haya sido considerada un éxito que permite recuperar las esperanzas de una llegada a la etapa electoral y el hecho que la crisis no haya colapsado los mercados. Lo que sí queda claro es que el daño está hecho, en lo referido a la dimensión judicial, principalmente de los tribunales de Nueva York, y la política-institucional en cuanto a alianzas políticas y las designaciones en la Corte, que serían por decreto. De esta manera, y sumado a lo que decíamos en lo referido a Estados Unidos, la llegada de Donald Trump nuevamente al gobierno de los Estados Unidos suma un espaldarazo importante al optimismo de los mercados acerca de la sostenibilidad del ciclo de valorización financiera que protagoniza la economía argentina. Hasta este momento los mercados locales han priorizado la dominancia fiscal al escándalo. Lo que sí resulta un hecho concreto es que no se sabe hasta dónde puede llegar el aguante del humor de los mercados y cuánto influirán las debilidades de las dimensiones judiciales internacionales y políticas-institucionales en el mantenimiento del carry trade o en dolarizar las carteras por vía de una “corrida”. En dichos del himno ricotero “etiqueta negra”: “Venía rápido, muy rápido y se le soltó un patin”. (*) Economista
Ver noticia original