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» Diario Cordoba
Fecha: 28/02/2025 17:38
Ya son cuarenta y cinco años desde que nuestra tierra consiguiera el Estatuto de Autonomía refrendado por las andaluzas y andaluces aquel 28 de febrero de 1980. Muchos años para un pueblo de manos callosas que no ha deseado el mal a nadie, un pueblo para España y la Humanidad. ¿Se puede pedir más? Un estatuto reformado en 2007 y que sigue ignoto en algunas facetas, me refiero a que no siempre se ponen en práctica determinados anhelos como la libertad, la igualdad, la justicia y la solidaridad que se predican en su artículo primero. Tenemos la suerte de ser de una tierra envidiada, cantera y huerto de civilizaciones como la fenicia, griega, romana o árabe. Un lugar al que vienen a morir miles de jubilados de todo el mundo y a disfrutar del sol, de las playas, de las callejuelas estrechas, de las procesiones, de la caña, la tapa y el olé... (también a aprovecharse de nuestra sanidad pública, por qué no decirlo). Tierra de sinsabores, tierra de promisión para unos y de huida para otros. Andalucía es un lugar de eterno retorno, un paraíso al que todos quieren llegar. Tierra de los mil ecosistemas, tierra del sol y de la luz, de las sombras y el llanto lorquiano de un pueblo subyugado. Y también tierra de María, la que llora tras su hijo en Semana Santa y la que ríe en romería. Ser andaluz supone un ejercicio de lucha interna entre el sentimiento de perdedor y la excelencia de haber dado grandes hombres y mujeres al mundo. Ser andaluz es aguantar que desde otras regiones se nos trate como a palurdos sin ganas de trabajar. Ser andaluza es tener que ser la chacha en cualquier película o serie española. Ser andaluz es llevar el sambenito de gracioso, flojo y parado. No podemos bajar los brazos ante un futuro oscuro con crisis económicas eternas, bajísima natalidad, paro crónico y una industria casi ausente. Nuestro escudo supura fuerza con Hércules y los leones, la fuerza de un semidiós que no se detiene ante nada. Esa es Andalucía, para todos, para el pobre y para el rico. Un año más celebraremos en todos los colegios la fiesta de nuestra tierra engalanando los pasillos de verde y blanco, de flores o de poemas de autores andaluces. Debemos trasladar a los alumnos que Andalucía no tiene que esconderse ante nada, ni pedir perdón a nadie. Que no caiga nunca en el vacío el espíritu de Caparrós. Que esta fiesta no quede simplemente en un poema y un pompón verde y blanco en la pared de un colegio. Somos mucho más. Pero, una cosa sí tenemos clara y es que ser andaluz es lo más grande que se puede ser. Que la humillada chacha se convierta de una vez y para siempre en la señora de España. *Profesor
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