28/02/2025 08:21
28/02/2025 08:21
28/02/2025 08:20
28/02/2025 08:20
28/02/2025 08:20
28/02/2025 08:20
28/02/2025 08:20
28/02/2025 08:17
28/02/2025 08:15
28/02/2025 08:14
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 28/02/2025 03:13
Mercedes Tomasa fue la única hija de San Martín El último gesto de ese anciano que enfrentaba sus últimos instantes de vida fue para ella. Ese sábado 17 de agosto de 1850, José de San Martín, después de almorzar, no se sintió bien y pidió que lo llevasen a su cuarto. Alquilaba un segundo piso con cinco habitaciones en la Gran Rue 105, en la ciudad costera de Boulogne-sur-Mer, en una vivienda que pertenecía a Adolphe Gerard, un abogado que también era periodista y bibliotecario de la ciudad. Con su mano, el general, de 72 años, indicó que se llevaran a su hija Mercedes Tomasa del cuarto, que no quería que lo viera en sus últimos instantes de vida. Ella, con su marido, se había mudado para estar cerca de él y había desechado el consejo del médico de su padre, quien le sugirió que una Hermana de la Caridad podría cuidarlo y así aliviarla de esa responsabilidad. Mercedes había nacido en Mendoza el 24 de agosto de 1816 en una casa perteneciente a la familia Álvarez, que el Cabildo alquilaba para San Martín. El militar la usó cuando fue gobernador de Cuyo y desde allí preparó el cruce de los Andes. Estaba situada sobre la calle Corrientes al 300, desapareció con el terremoto de 1861 y actualmente en el predio funciona un museo y una biblioteca sobre el prócer. La mendocina Josefa Álvarez de Delgado, vecina de los San Martín y amiga de Remedios, estaba cocinando cuando la llamaron para que asistiera a la joven madre de 18 años en el parto. Ella y José Antonio Álvarez de Condarco fueron los padrinos de bautismo, realizado el 31 de agosto por el padre Lorenzo Güiraldes, quien también bendijo la bandera del Ejército de los Andes. Al emprender San Martín su campaña a Chile, madre e hija regresaron a Buenos Aires, y fueron a vivir a la casa de los Escalada, los abuelos maternos. Él las volvería a ver en 1818 cuando las llevó a vivir a la Chacra Los Barriales. Cuando la tisis de Remedios de Escalada se agravó, debieron regresar a Buenos Aires. Mercedes, la hija de José de San Martín. Mendocina de nacimiento, vivió la mayoría de su vida en Europa, donde formó una familia El médico aconsejó que Remedios tomase aire de campo, por lo que los Escalada se trasladaron a la quinta de su hermano Bernabé, ubicada en lo que hoy es avenida Caseros y Monasterio, en Parque Patricios. Allí Remedios falleció el 3 de agosto de 1823. Esperó en vano despedirse de su marido. Tenía 25 años. San Martín, luego de su entrevista de Guayaquil, le había dejado el campo libre a Simón Bolívar y había regresado a Mendoza. Esperaba obtener las garantías de que no atentarían contra su vida, ya que sabía de planes para matarlo en el camino a Buenos Aires. Frente de la casa de San Martín en Boulogne sur Mer. Allí falleció el 17 de agosto de 1850 Cuando finalmente llegó el 4 de diciembre, su suegra, que nunca lo quiso, siempre se refirió a él como “el soldadote” o “el plebeyo”, creía que había descuidado a su esposa. La mujer intentó retener a su nieta pero nada pudo ante la decisión del padre, quien había encontrado a la niña “hecha un diablotín”. Lo último que hizo en Buenos Aires fue encargar al francés Felipe Bertrés, guerrero de la independencia y agrimensor, un mármol de 1,20 de alto, 0,70 de ancho y 0,03 de espesor para la tumba de su esposa, al que hizo grabar la leyenda que se puede leer hasta hoy: “Aquí descansa Remedios de Escalada, esposa y amiga del General San Martín”. Mariano Balcarce, el yerno del Libertador. Hijo de un guerrero de la independencia, trabajaba en la legación argentina en Francia cuando conoció a Mercedes A bordo del navío Le Bayonnais, padre e hija partieron a Francia el 10 de febrero de 1824. Como en el puerto francés le encontraron paquetes de diarios antimonárquicos que llevaba a amigos y conocidos que vivían en Europa, no lo dejaron desembarcar. Entonces, siguió viaje hacia Inglaterra, donde dejó a su hija en el Hamsptead College. El General, en tanto, fue a vivir a Bélgica, para él uno de los países más baratos de Europa. Allí escribió las famosas máximas para Mercedes: — Humanizar el carácter y hacerlo sensible aún con los insectos que nos perjudican. Stern ha dicho a una Mosca abriéndole la ventana para que saliese: «Anda, pobre Animal, el Mundo es demasiado grande para nosotros dos”. — Inspirarla amor a la verdad y odio a la mentira. — Inspirarla gran Confianza y Amistad pero uniendo el respeto. — Estimular en Mercedes la Caridad con los Pobres. — Respeto sobre la propiedad ajena. — Acostumbrarla a guardar un Secreto. — Inspirarla sentimientos de indulgencia hacia todas las Religiones. — Dulzura con los Criados, Pobres y Viejos. — Que hable poco y lo preciso. — Acostumbrarla a estar formal en la Mesa. — Amor al Aseo y desprecio al Lujo. — Inspirarla amor por la Patria y por la Libertad. Consejos de puño y letra. Las famosas máximas del padre a su hija En 1828 intentó regresar a Buenos Aires para arreglar la administración de sus propiedades, pero la inestabilidad política reinante, con la revolución de Juan Lavalle contra Manuel Dorrego y su posterior fusilamiento, lo convenció de no bajar del barco y que lo mejor era regresar a Europa. Allí, apenas desembarcó, el carruaje que lo transportaba volcó y resultó herido en una axila con el vidrio de una ventanilla. Estuvo un par de meses en reposo. Con su hija y su fiel criado peruano Eusebio Soto, se instalaron en una casa de la calle Provence número 32, en París. Al estallar una epidemia del cólera, decidieron tomar distancia y se establecieron en Montmorency, un pueblito de 1600 habitantes, a veinte kilómetros al norte de la capital. A pesar de todo, en marzo de 1832, Mercedes contrajo la enfermedad y San Martín, tres días después. Al mes, ambos estaban repuestos, pero a su papá lo atacó una enfermedad gástrica intestinal que lo tuvo a maltraer. Daguerrotipo de San Martín, tomado cerca de dos años antes de su fallecimiento. Mercedes debió convencerlo de hacerlo, ya que por la técnica usada, la persona debía posar sin moverse varios minutos Quien los cuidó y se ocupó de los trámites fue el argentino Mariano Severo Balcarce, hijo del general Antonio González Balcarce, que había fallecido en 1819. Mariano se desempeñaba en la legación argentina en París. Sobre su yerno -le contaba por carta a su amigo O’Higgins- que “su juiciosidad no guarda proporción con su edad de 24 años; amable, instruido, aplicado, ha sabido hacerse amar y respetar de cuantos lo han tratado”. Entre cuidados y atenciones nació el amor entre la pareja, se casaron. Ella 17, y él 24 años. En la noche del jueves 13 de diciembre de 1832, en Chez Grignon, el restaurante de moda de la burguesía parisina, San Martín invitó a cenar a sus íntimos para celebrar el enlace. Los recién casados se embarcaron hacia Buenos Aires por los negocios del flamante esposo. El propio San Martín estuvo por acompañarlos, pero no se sentía del todo bien. En 1834 adquirió una casa de campo de tres plantas en un terreno de una hectárea, en Grand Bourg, a treinta kilómetros de París. Allí solía pasar desde Semana Santa hasta el Día de los Difuntos. En 1836 volvieron Mercedes y Mariano; en Buenos Aires había nacido el 14 de octubre de 1833 su hija María Mercedes y el 14 de julio de 1836 Josefa Dominga. Su primer nombre fue en honor a su abuelo materno; el segundo, por su abuela paterna. En la familia le decían Pepita. La revolución que estalló en 1848, que provocó la renuncia del rey Luis Felipe I y que dio paso a la Segunda República, lo convenció a San Martín de buscar ámbitos más tranquilos. Ese lugar fue Boulogne sur Mer, una población costera frente al Canal de la Mancha, donde alquilaba. Josefa Dominga, la nieta preferida de San Martín. Haría historia en Francia, donde había nacido Cuatro años después de su muerte, su yerno Mariano Balcarce adquirió, en el pueblo de Brunoy, a veinte kilómetros de París, una mansión que había pertenecido, entre otros, al conde de Provenza, hermano de Luis XVI y quien luego sería el rey Luis XVIII. Desde tiempos inmemoriales, era el “Petit Chateau”. A lo largo del tiempo, había sufrido varias modificaciones, especialmente cuando fue parcialmente destruida durante la Revolución Francesa. El 21 de mayo de 1860, a los 27 años, murió una de sus nietas, María Mercedes. La sepultaron en una bóveda en el cementerio local y también llevaron los restos de su abuelo. Ese mismo año, Josefa se casó con Eduardo María de los Dolores Gutiérrez de Estrada y Gómez de la Cortina, embajador de México en Francia. No tuvieron hijos. Mercedes Tomasa falleció en Brunoy el 28 de febrero de 1875, a los 58 años; su esposo Mariano lo haría diez años después, el 20 de febrero de 1885. En 1951 sus restos junto a los de su marido e hija María Mercedes fueron repatriados y sepultados en la Basílica de San Francisco, en Mendoza. No pudieron traer los de la otra nieta, Josefa, quien para Francia es una heroína de guerra, por haber acondicionado la mansión familiar como hospital para soldados franceses y alemanes durante la Primera Guerra Mundial, lo que le valió ser condecorada con la Legión de Honor, la distinción más alta otorgada a un civil. Además, destinaría esa vivienda para un hogar de ancianos. Como única descendiente directa del Libertador, dispuso de sus bienes: el mobiliario de la habitación donde había fallecido lo donó, junto con un croquis que detallaba la disposición de cada mueble, al Museo Histórico Nacional, y mucha de la documentación que atesoraba su abuelo se la cedió a Bartolomé Mitre. Por una ley provincial, en Mendoza se celebra el día del padre el 24 de agosto, en conmemoración al nacimiento de Mercedes, esa criatura malcriada quien no se separó de su padre en el largo exilio que se había impuesto.
Ver noticia original