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» Santafeactual
Fecha: 26/02/2025 10:23
“¿Et tu, Brute?” Julio César. William Shakespeare. En un nuevo episodio de ostentación de la más absoluta improvisación, el gobierno de Javier Milei acaba de abstenerse de votar una Resolución de la Asamblea de la ONU que exigía a Rusia el inmediato retiro de la totalidad de sus tropas de territorio ucraniano. Aunque parezca una parodia digna de un film de Groucho Marx, es la pura realidad de la política exterior argentina en tiempos de Milei. Está claro que el desatino no está marcado por el sentido del voto en sí mismo, sino por el radical cambio de posición, ya que –recordemos- hace apenas un año, Milei parecía consagrarse como el adalid de la lucha contra Rusia en una suerte de Capitán América (eso sí, con papada), e incluso en un ostensible gesto de alineamiento, invitó al presidente ucraniano Volodímir Zelenski a su asunción presidencial del 10 de diciembre de 2023. Esa invitación, sumada a declaraciones previas en las que había fijado posición en el mismo sentido, parecían indicar que la entrañable amistad con el presidente de Ucrania, sería al menos algo duradera. Más aún, si se tiene en cuenta que se vieron un par de veces más, la última de ellas en el reciente Foro de Davos, ocasión en la que Milei, con esa sobreactuación que lo caracteriza y poniendo esa voz de rastrojero fundido que le sale cada vez que las emociones le ganan por goleada a su razón, le espetó al ex comediante ucraniano el mal pronunciado “oh, my friend”. Al auto candidatearse para presidir el “Club de los Amigos del Bien”, todo parecía indicar que esa postura en contra del “comunismo” de Putin, alcanzaría cierta consolidación en el tiempo en el nuevo ordenamiento global; pero no, esa “amistad” duró lo que duran las convicciones de los senadores radicales. La explicación a semejante cambio es sencilla: a Milei no lo mueven las convicciones ni los principios. Sus ocasionales posturas están basadas en dos cuestiones principales: un poco en ese mejunje de ideas que se esconde debajo de ese nido de caranchos que lleva en la cabeza, mezcolanza compuesta por desvaríos, anacronismos, prejuicios, ideas conspiranoicas y delirios místicos varios, y otro poco en esa vocación de sujeto pasivo de la ambición colonialista que demostró desde siempre y que implica un alineamiento automático y ciego con todo lo que decidan geopolíticamente EEUU e Israel. Milei es algo así como el paciente que asiste regularmente a los curanderos y se la pasa hablando mal de los médicos. Una cosa es creer en algo a modo de misticismo, y otra cosa, tener convicciones firmes sobre ese algo, en base al pensamiento crítico. Bastó que Donald Trump asumiera y virara 180 grados su política respecto del conflicto ruso-ucraniano para que nuestro Capitán América con papada pegara una voltereta digna de un trapecista del Tihany para realinearse con su nuevo amo con meneo de colita y todo, y ladrándole en simultáneo a su ex amigo ucraniano, al que poco falta para que empiece a llamarlo dictador, como todo buen perrito faldero de Trump debiera hacer. Sí, aunque le cueste creer al común de la gente y para que todos aquellos legisladores que embanderados con la azul y oro de Ucrania en muchas de las sesiones de nuestro Congreso sientan un poco de vergüenza al menos, si es que les queda, Argentina, de la mano de Milei acaba de votar a favor de Rusia. Estos antecedentes no me dejan otra alternativa que pensar que si por algún motivo que desconocemos, Donald Trump decidiera reingresar a la OMS, nuestro presidente mascotita, sin dejar de mover la colita, haría lo mismo. Cualquiera que entienda algo de qué es lo que ha pasado en el mundo en los últimos años del siglo pasado y en lo que va del presente, sabrá que el Muro de Berlín fue derribado en 1989, y que la URSS colapsó al año siguiente, lo que significó el fin de la Guerra Fría y de la bipolaridad con la que se había configurado el globo después de la Segunda Guerra Mundial. Es por todo ello que llamaban y llaman aún poderosamente la atención los permanentes eructos anticomunistas de Milei cada vez que tiene la oportunidad ya sea en un set de televisión o en un atril con plataforma, como si estuviéramos viviendo en los tiempos del Senador Joseph Mc Carthy y aún no se hubiera enterado no sólo de la caída del muro, sino que Rusia no es un país comunista, sino capitalista. Estos desvaríos personales de antes de ser electo, no podían más que trasladarse a desvaríos de trazabilidad de política exterior, una vez arribado al gobierno. Es por ello que desde el enfermizo e indigno alineamiento “incondicional” –según sus propias palabras- con EEUU e Israel, se la pasó insultando groseramente (con un entusiasmo cuasi adolescente) a otros Jefes de Estado como el presidente chino Xi Jinping, el colombiano Gustavo Petro, el mexicano Andrés Manuel López Obrador, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el chileno Gabriel Boric o el Primer Ministro español Pedro Sanchez, entre otros. Esos insultos no son gratuitos en materia de Relaciones Exteriores. No sólo que tales expresiones no son dignas de un primer mandatario, sino que nada bueno para el país que se representa, puede preceder a esos agravios. Si a eso le sumamos las expresiones de admiración a la asesina de compatriotas Margaret Tatcher, las manifestaciones explícitas de negación de la soberanía argentina sobre nuestras Malvinas, las claudicaciones de la ex canciller Mondino consagradas en el acuerdo “Mondino-Lammy” que le dejó servida en bandeja al Reino Unido la depredación de nuestros recursos naturales en nuestros mares, los exabruptos de la misma ministra posteriormente eyectada respecto de la visita a la base científica china en la provincia de Neuquén, el desprecio hacia el Mercosur y la increíble e incomprensible salida de los BRICS, hacen que no dudemos en calificar a la política exterior del gobierno de Milei como la peor de toda la historia. No sólo por los disparates diplomáticos que hemos presenciado todos, sino por los drásticos cambios de postura en cuestión de días, que no es otra cosa que la recreación de episodios semejantes, como los de tratar a una persona de “montonera tira bombas asesina de niños” a tenerla de ministra en cuestión de un par de meses. La bochornosa imagen de nuestro presidente postrado, genuflexo y sumiso ante no sólo un mandatario de otro país, sino (lo que quizá sea aún peor) ante un multimillonario nazi fascista que lo trata con evidente desdén, es de un patetismo nunca visto. Quizá desde la oprobiosa época del Pacto Roca-Runciman de 1933 que la Argentina no vivía en carne propia una indignidad tan grande. Durante la Guerra del Peloponeso entre Atenas y Esparta, hubo un personaje que bien podría identificarse con Javier Milei. Es deber nuestro hacer la salvedad claro está, que a diferencia de Milei, el ateniense Alcibíades (de él se trata) era un orador brillante y un talentoso consejero militar. Emprendió una campaña contra Sicilia que fue un verdadero fracaso, fue juzgado por ello en Atenas y condenado a muerte. Se cobijó en Esparta, acérrimo rival de Atenas, y desde allí decidió traicionar a sus conciudadanos no sólo uniéndose al ejército espartano, sino participando activamente y fomentando la invasión de su antigua ciudad. Por problemas y sospechas de varios líderes espartanos, tuvo que huir y decidió unirse nada menos que a los persas, elevando la traición a límites mayores aún. Allí fue designado consejero militar y cuando los persas menos lo esperaban, traicionó a éstos para volver a su ciudad natal, Atenas, donde aún conservaba amigos que gestionaron su perdón, y se unió nuevamente a las filas atenienses para luchar contra Esparta. Esta brevísima reseña –de una historia increíble pero real- nos demuestra que es posible que haya seres humanos que traicionen a los suyos, o a eventuales aliados. El tema son los motivos de cada traición. Con este último voto de la Argentina en la Asamblea de la ONU –como ya se dijo, sin entrar en consideraciones acerca de la calificación del voto en sí- queda en claro que nuestro presidente no sólo es capaz de traicionar a su pueblo con las políticas de hambre, entrega, violencia y represión con las que nos somete desde el mismísimo 10 de diciembre de 2023, sino a aliados a los que hace sólo unos meses les regalaba helicópteros e incluso les llegaba a anunciar el posible envío de tropas. ¿Los motivos? Yo sinceramente no creo que Alcibíades haya traicionado motivado sólo con la finalidad de complacer a su amo meneando la colita como una mascota. En cambio nuestro presidente … Ignacio de Tuati Abogado egresado de la UNL Mat. 6164 Sarmiento 1752. Santo Tomé. Te: 342-5462895 drdetuati@hotmail.com
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