Crespo » Paralelo 32
Fecha: 23/02/2025 20:53
Cuando un tema no afecta la vida cotidiana de la mayoría, suele pasar de largo en la consideración de la opinión pública, ergo en los comportamientos electorales. Por eso el “Libragate” no caló. Es un tema de cierta complejidad (¿bitcoin, memecoin o shitcoin?) y además cayó en la época del año “modo verano”. Ambos factores amortiguan la consideración pública. Más allá de eso, el entorno presidencial hizo casi todo mal en la comunicación de crisis. Salió tarde y mal, y delató lo que la gran mayoría imagina: que Milei no se somete al libre escrutinio periodístico. Pese a todo eso, no hay por ahora mayor efecto en el mundo financiero y menos aún en la economía real. Que el “Libragate” haya sido un solo un mal trago, no significa que la película terminó acá. Ahora hay un camino judicial local e internacional que puede traer malas noticias (aunque más no sea porque el fiscal de la causa se quiera vanagloriar de ser independiente de la jueza famosa, que se sacó el tema de encima por ahora). No necesariamente malas nuevas que involucren al presidente, sino que puede disparar el popular “dime con quién andas y te diré quién eres”. Es decir, si los socios son impresentables, el león deberá estar con la guardia alta por un tiempo. No nos olvidemos que el caso Fabiola se destapó investigando comunicaciones por la causa de los seguros. El mundo fintech tiene severas sospechas sobre los personajes que circularon alrededor del presidente “liberal libertario”. Más allá del hecho en sí, es importante considerar dos cuestiones: 1) a diferencia del debate sobre el presupuesto universitario o los dichos en Davos, en este caso hubo una acción presidencial sobre un tema que está fuera de su ámbito, lo cual le da otro cariz a la crisis; y 2) lo sucedido da para un largo análisis sobre cuánto de este suceso permite caracterizar a la política contemporánea a nivel global. Es decir, la anécdota alumbra una estructura. Respecto a este segundo punto, nos habla de al menos cinco atributos que está experimentando la política actual en el mundo: 1) se mueve con una dinámica exponencial; 2) es compulsiva; 3) cortoplacista; 4) tiene una lógica mercantilista; y 5) se premia a la figura del “dirigente influencer”. ¿Es grave lo que pasó? Lo dirá la justicia o no. Mientras no haya más novedades, la cuestión puede pasar a una larga siesta. Al menos, la billetera libertaria sigue logrando encolumnar los votos necesarios en cada ocasión, como el que evitó una comisión investigadora sobre el tech-suceso en el Senado. Pero si vamos a la realpolitik, lo más relevante pasó por el Congreso. Finalmente se suspendieron las PASO, tanto a nivel nacional como en CABA. Es de esperar que ahora también se caigan en la PBA. El sistema jugó a condicionar al Poder Ejecutivo a tener que negociar todo de vuelta en 1 o 2 años. Cada negociación tiene un costo (y una ganancia), pero es mejor reformar algo a no cambiar nunca nada. Aunque para la opinión pública las primarias eran un gran fastidio, y para Milei además un gastadero de plata, su eliminación puede tener importantes efectos políticos, sobre todo en una Argentina que aún está saliendo de la crisis. La consecuencia más importante es que en esta discusión ganó “el partido del Estado”, sea quien sea en cada nivel institucional. Como indica el dicho popular, “el que parte y reparte, se queda con la mejor parte”. Los oficialismos no solo van a ordenarse, sino que además van a ordenar a la oposición, fragmentándola. Si además las diversas oposiciones están shockeadas y desorientadas, el juego se facilita. Ya lo vimos con el peronismo santafesino, y lo vamos a seguir observando en otras comarcas. En una situación de escasez de recursos para la política, esta tendencia puede verse agravada. Por ejemplo, los sindicatos, históricos dadores de sangre, están un poco anémicos desde que asumió Milei (aunque los fondos a las obras sociales fluyen con regularidad, lo cual amortigua la conflictividad laboral). La vida es una de cal y una de arena. Así como se suspendieron las PASO, el gobierno no pudo hacer aprobar a Lijo, porque al pobre García Mansilla no se le da mucha bola, pese a sus antecedentes académicos. Muchos no se explican por qué el referente de Comodoro Py aceptaría ser nombrado en comisión por decreto, teniendo en cuenta que eso le quita su maravillosa capacidad de chantaje al sistema: el freezer eterno de las causas que caen milagrosamente en su despacho. Fuentes habitualmente bien informadas dicen que Lorenzetti lo convenció de aceptar la modalidad provisoria, mientras el gobierno gana tiempo para seguir negociando con Cristina (quien debe aprovechar este año que tendrá más poder que desde diciembre cuando se produzca el cambio en función del resultado electoral). La semana cerró con dos detalles económicos. Por un lado, la inflación de febrero empezó tranquilo y se está acelerando un poco, lo cual podría hacer que no se quiebre el piso de enero. Por el otro, el magro superávit comercial del primer mes del año (¿puede haber déficit en febrero?), genera interrogantes sobre la no acumulación de reservas y lo que el gobierno se gasta en mantener el actual crawling peg. Mientras, llevamos varios meses de déficit de cuenta corriente. Dejando de lado la política, el hecho más interesante de la semana fue la recuperación de dos motos robadas a repartidores de una famosa aplicación. Reaccionaron frente a la inacción policial – estatal, se coordinaron sin necesidad del Estado, decidieron correr un riesgo al meterse en territorios hostiles y lograron su cometido. Es decir, decidieron no depender del Estado, emprendieron una acción y el resultado final les dio la razón. Si esto es así ¿sirve pagar impuestos? ¿para mantener a quién? Como dijo el ex intendente de Avellaneda, Santa Fe, Scarpín, “¿El Estado no puede cortar el pasto en la ruta 11 y quiere manejar Vicentín?”. No hace falta explicar mucho por qué la gestión presidencial tiene más aprobación que desaprobación, pese al bluff del “Libragate”. Nadie conoce con certeza hasta dónde Javier Milei tomó conciencia del daño que le ha provocado su aventura temeraria con el criptogate. No se trata sólo de haber repuesto en la escena a una oposición que parecía mareada. Tampoco, de haber abierto un frente judicial aquí y sobre todo en Estados Unidos que lo mantendrá preocupado. Ni siquiera importaría demasiado el impacto inmediato que aquel escándalo pueda tener en la opinión pública. Las elecciones están aún muy lejos. La peor secuela sería que su sistema de poder, el Triángulo de Hierro, ha sido puesto en crisis. La dificultad, tal vez, no resultaría tan trascendente para algún gobierno convencional. Emanado de “la casta”, donde los partidos o las coaliciones tienen posibilidad de echar mano a sus reservas políticas. La Libertad Avanza es una representación pequeña y poco solvente. Milei ostenta, por otra parte, un personalismo exacerbado y desconocido en 40 años largos de la democracia. Transitó su camino en política de la mano de su hermana, Karina, la secretaria general. Incorporó a Santiago Caputo como prestidigitador de las redes sociales. De esa manera llegó a la Casa Rosada. Con esas dos personas diseñó la ingeniería y la toma de decisiones del poder. El Gobierno sólo levantó algunas cortinas de humo como señal de haber tomado nota del sacudón del criptogate. Resolvió cargar responsabilidades sobre Caputo juniors después de que el asesor interrumpió la grabación de una entrevista que el periodista Jonathan Viale realizaba al Presidente. Sonó a una maniobra con la intención de proteger a la verdadera columna del sistema: Karina, la hermanísima. Manuel Adorni, el portavoz, comunicó que Milei había quedado molesto por aquella intromisión. Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, lo confirmó y aclaró que se trató “de una estupidez”. El mismo asesor apuntado se terminó autoincriminando. Desmesura sospechosa Es cierto que aquel episodio de atropello contra la libertad de expresión jamás debió haber existido. Pero no alcanzó para atenuar la oscuridad con que el criptogate envuelve al Gobierno. Tampoco, para sacar del ojo de la tormenta a la persona determinante en la vida personal y pública de Milei: Karina. “Ella siempre ha sido mi límite. Ella rige mi conducta moral”, repitió varias veces el León libertario, incluso antes de convertirse en mandatario. La nube tóxica se posó sobre Karina por dos menciones concretas. El resto de los comentarios sobre el criptogate aluden con imprecisión al entorno presidencial. Uno de los audaces dentro del escándalo fue el estadounidense Hayden Mark Davis, quien tuvo reuniones con Milei. ¿Gestionadas por quién? El joven titular de Kelsier Ventures, empresa promotora de $LIBRA, escribió un chat en estos términos: “Le envío $$ a su hermana y él (por el Presidente) firma lo que digo y hace lo que quiero”. La otra mención afloró por viejas riñas libertarias. La diputada disidente, Lourdes Arrieta, dijo que pagó para ser candidata de Milei y aconsejó un paso al costado de la secretaria general por los graves problemas presentes. Karina le abrió una hendija del hermético sistema de poder únicamente a Adorni. No hay decisión política y de fiscalización interna del Gobierno que no pase por ella. Lo saben, entre muchos, Luis Caputo, el ministro de Economía. Lo sufre también Francos, a quien pretende desplazar. Lo vivió un militante y amigo de su hermano, Daniel Parisini, apodado el Gordo Dan, que debió aceptar la censura para emitir por streaming un reportaje a “Toto”. Una suma de dinero similar (Usd 100 M), es la que figura en la denuncia criminal contra los protagonistas del criptogate que recibió el Departamento de Justicia de EE.UU. y la Oficina Federal de Investigaciones (FBI). En ella aparece mencionado Milei además del grupo que supo merodearlo: el mencionado Davis, Julián Peh y los empresarios nacionales tecno Mauricio Novelli y Manuel Terrones Godoy. Al margen del destino que tenga aquella presentación, se puede descubrir un efecto político inmediato. El Presidente supone a Washington como su aliado principal. Confía en una corriente de inversores de aquella nación. El escándalo habría llegado en un momento inoportuno. Su show con Elon Musk en el nuevo viaje a EE.UU. no será suficiente para olvidarlo. Aunque el encuentro con Donald Trump significó una compensación. El Gobierno supo recurrir a otras jugadas de distracción. El Presidente reflotó las bondades de su política económica subrayando la nueva baja inflacionaria de enero. Dato viejo. También, como nunca, embistió contra Cristina Fernández por sus causas de corrupción. La ex presidenta torea pese a su maltrecha autoridad moral. Los libertarios siguen pensando que la polarización con la dama podría beneficiarlos en términos electorales. Se abrió un paréntesis en el Senado: hay dictamen para tratar el proyecto de Ficha Limpia que, de aprobarse, dejaría a la ex presidente fuera de la competencia. Habrá que esperar para saber si estarán los votos. La política argentina continúa ofreciendo manifestaciones de descomposición y discordancia. Salvo el kirchnerismo, que también guarda cadáveres en el placar, todos los partidos incluyendo La Libertad Avanza han hecho de Ficha Limpia una bandera de la supuesta transparencia que le esperaría a la democracia. Retrocedieron en el Senado no bien se planteó la posibilidad de formar una Comisión Investigadora por el criptogate. El relato no coincide para nada con los hechos. Existió una voltereta de seis senadores radicales que le permitió a Milei bloquear –su ejercicio parlamentario más efectivo—el nacimiento de aquella comisión. Dos casos emblemáticos: el correntino Eduardo Vischi fue uno de los impulsores del proyecto. Lo terminó rechazando en el recinto. Su firma es un barrilete: había dicho que jamás respaldaría a Lijo. Firmó su pliego. Víctor Zimmerman estaba con licencia en el Senado para desempeñarse como ministro del chaqueño Luis Zdero. El gobernador le dio otra licencia para que regresara a la Cámara alta y aportara su voto en esa instancia delicada para Milei. Tampoco habría que ensañarse con los radicales. La senadora Alejandra Vigo, mujer del ex gobernador de Córdoba Juan Schiaretti, fue la primera en firmar el dictamen de Ficha Limpia que debería considerarse la próxima semana. Votó en contra de la Comisión Investigadora por el criptogate. Quedó expuesta, sin dudas, la colaboración que los gobernadores de Mendoza, Alfredo Cornejo; de Santa Fe, Maximiliano Pullaro; de Corrientes, Gustavo Valdés y el chaqueño Zdero le hicieron a Milei para permitirle sortear este trance complicado. Una comunión con “la casta” que deberá agradecer. Tendrá que moderar, además, ese mensaje tan hostil que suele dispensar a la clase dirigente tradicional. Se abre la posibilidad de que la opinión pública empiece a distinguir entre las palabras y los hechos en la escena política. El radicalismo es un partido a la deriva. Sobre su principal aliado, el PRO, nunca Milei tuvo dudas más allá de la declaración de Mauricio Macri acerca de la gravedad del criptogate y la urgencia de investigarlo. Al ingeniero se le está desgranando la tropa. Las desarmonías políticas afloraron por excelencia en el kirchnerismo. Cristina atizó la idea de un juicio político que provocó espanto en el resto del arco partidario. Fue un espectáculo de hipocresía en estado puro escuchar a los senadores K hablar de la supuesta corrupción de Milei por el criptogate. Como si fueran discípulos de Mahatma Gandhi, célebre líder de la India, y no de una ex presidenta que tiene una doble condena a seis años de prisión por haber beneficiado con la obra pública al empresario Lázaro Báez. Además, otras causas pendientes. También Cristina comprobó hasta qué punto está astillado su liderazgo. Logró mantener compactado el bloque en el Senado por el criptogate. Pero 14 legisladores propios respaldaron la decisión de consagrar la suspensión de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Dos acompañaron la Ley Antimafia de Patricia Bullrich. La ex presidenta, que en algún momento estuvo de acuerdo con aquel rumbo, llegó al jueves último imbuida solo del deseo de vapulear a Milei. Por ese motivo, con antelación, había cancelado cualquier chance de un apoyo a Lijo para la Corte Suprema. El presidente Milei se involucró sólo en un escándalo financiero de repercusión internacional al promocionar –o difundir, como él prefiere llamarlo— la existencia de un activo financiero desconocido, cuyo valor escaló hacia el infinito luego de su sugerencia, y después se derrumbó estrepitosamente. En ese ratito, un puñado de inversores bien informados hicieron decenas millones, mientras miles de despistados perdieron lo suyo. Sin la participación del Presidente, nada de eso hubiera sucedido. Cuando los hechos se difundieron en las redes, el Presidente trató de aclarar que no estaba “interiorizado” en ese proyecto y que no tenía vínculo con sus creadores. En pocas horas quedó claro que los conocía, que había trabajado para algunos de ellos, que se había encontrado con otros en hoteles de cinco estrellas y dependencias oficiales y que tenía información privilegiada sobre la inversión. El presidente anunció entonces que se sometería a una investigación de la Oficina Anticorrupción, que depende de su ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona. Un día después, informó que tal vez Cúneo Libarona sería su abogado en las causas judiciales que investigarán el tema. En un caso sería investigador y en el otro defensor del investigado: la misma persona. Al crecer más el escándalo, el Presidente concedió un reportaje que potenció todas las sospechas. La nota, en principio, fue anunciada por Hayden Davis, el creador del activo financiero $Libra, que a estas alturas ya había dicho que era asesor del Presidente. En pocas horas, la inesperada filtración de un corte editado reveló que la nota, al menos en algunas de sus partes, estaba pautada. Mientras tanto, distintos personajes del mundo cripto contaban en el exterior que les habían pedido dinero para reunirse con el Presidente, o que les constaba la existencia de un pago millonario para que el Presidente participara en el lanzamiento de Libra. Finalmente, cuando un sector de la oposición intentó formar una comisión investigadora, el oficialismo lo impidió, con el apoyo del PRO y la mitad de la UCR. El cuerpo parlamentario que, en tiempos muy cercanos, era definido por el Presidente como “un nido de ratas”, lo protegió de una investigación independiente sobre su conducta. “Fue solo un tuit”, “quien desconfíe de la honestidad del Presidente es porque no lo conoce”, “los que lo critican son los peores ladrones de la historia”, “a la gente este tema no le importa”, “los mercados no se conmovieron por el escándalo porque lo fundamental está bien”: de esos elementos se compuso, a medida que pasaban los días, el relato oficial. Pero, claro, ese relato debió convivir con otro antagónico, que recorrió el planeta. Por ejemplo, un pequeño diario de Berlín llamado Tagesspiegel, explicó así el entuerto: “En la plataforma X de Argentina es tendencia una etiqueta que debería doler especialmente al presidente Javier Milei: #MileiEstafador. Precisamente de eso lo acusan en las redes sociales y, desde el domingo, también algunos abogados. Precisamente él, que representa otra forma de hacer las cosas. Él, que quiere reducir radicalmente el tamaño del Estado y acabar así con las políticas, a veces corruptas, de los gobiernos anteriores, a los que gusta de llamar ‘la casta’… Milei representa la esperanza de que la crisis y la corrupción por fin terminen. Nada menos que él habría de ser ahora, presuntamente, parte de un esquema piramidal, que ha costado sus ahorros a decenas de miles de personas”. Esa narrativa se repitió en medios conservadores como The Economist, más cercanos a la socialdemocracia como El País de Madrid o herederos de la España monárquica, como el Abecé: “Este viernes se dio luz verde al proceso para esclarecer lo ocurrido con la difusión del presidente argentino de Libra, que resultó ser una estafa. El ‘criptofiasco’, promovido por Milei, ronda pérdidas de 251 millones de dólares”. Y así en cada rincón del mundo. O sea que, después de esta semana fatal, la narrativa sobre el presidente argentino está dividida. ¿Se trata de un héroe en la lucha contra la corrupción, o alguien que se llena la boca con esa retórica para hacer sus propios negociados? Solo hay que imaginarse la respuesta que daría al respecto aquel fogoso y enérgico candidato si el protagonista de esta historia hubiera sido Sergio Massa, Alberto Fernández o Mauricio Macri. ambién quedó expuesta la fragilidad del equipo íntimo del Presidente. Muchas veces, durante su corta y exitosa carrera, Milei destacó el rol de su hermana Karina en términos muy claros. “Trabaja de filtro para que no me traigan cosas que me fastidian. Porque si no a los tres días me canso y me voy. Y es quien lleva mis números históricamente. Y cuando paso demasiado tiempo haciendo política, me dice que los números no cierran, andá y laburá. Y después, que es la tarea más importante, que estas basuras jamás van a entender: mi hermana me marca los límites morales. Esto es crucial. Porque vos muchas veces vas por el camino y te traen ofertas, propuestas. Y la mente te hace trampa. Y vos te hacés trampa porque querés justificar lo injustificable. Lo que hace ella es marcarme los límites. Por acá no. Por acá no. Es la única que se atreve a decirme: ‘Eso está mal’. Y me lo dice de una”. Ese mecanismo, evidentemente, no funcionó. Aparecieron además denuncias concretas sobre presuntos comportamientos vidriosos de la mujer de más confianza del Presidente. Encima, el otro hombre de confianza, Santiago Caputo, fue quien interrumpió la nota fallida. Los tres vértices del “triángulo de hierro” temblaron al mismo tiempo en esta misma semana. Mauricio Macri golpeó allí: “Un presidente descuidado”, dijo. Pero además asomó un Milei poco conocido. La semana anterior, el jefe libertario había expulsado del mundo propio al titular de la Anses, Mariano de los Heros, a Sonia Cavallo y a Ramiro Marra. Era la “guillotina” de Karina actuando en tiempo real. Parecía implacable. Esta vez, ante conductas mucho más dañinas para el Gobierno, no tomó ninguna medida, ni siquiera contra los “criptoboys” que lo arrastraron al escándalo. ¿Por qué tanto castigo a unos y tanta tolerancia a otros? Tal vez allí anide otro capítulo de este escándalo. En agosto del 2021, ocurrió un hecho que es, a la vez, parecido y diferente a este: la aparición de la foto que exponía cómo Alberto Fernández había violado la cuarentena que le había impuesto al resto de la población. El contraste era terrible entre el hombre que prometía hacer cumplir el aislamiento con sus propias manos y el que, en secreto, brindaba por un cumpleaños familiar sin respetar ninguna distancia. Ahora, el líder anticasta aparece cobijado por la casta para zafar de una investigación sobre su participación en una estafa. Otra vez, el contraste. Aquello, claro, fue más grave. La sociedad venía de padecer un momento espantoso, la situación económica empeoraba y Fernández perdía día a día autoridad por la situación interna del Gobierno. Milei tiene, a diferencia del ex presidente, más puntos de apoyo y menos golpes recibidos. Por eso, seguramente las consecuencias sean menos desastrosas. Aun así, hay detalles que se van sumando. Las referencias discriminatorias contra las minorías sexuales, las agresiones contra cualquier disidente, la participación en actos internacionales donde aparece en forma recurrente un saludo muy parecido al que hacía Adolf Hitler, los escándalos y las denuncias permanentes de conspiraciones: por momentos parece que el Presidente está buscando un límite. Y eso es un problema. Porque las personas que buscan un límite suelen encontrarlo.
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