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» Diario Cordoba
Fecha: 23/02/2025 11:32
En la plaza de La Corredera, uno de los espacios más reconocidos y reconocibles de la ciudad de Córdoba, se esconde un tesoro arquitectónico del siglo XVI. Entre el mercado de abastos y el arco bajo de la plaza, con una planta de unos 600 metros cuadrados, se sitúa el Pósito de La Corredera tras unas puertas que no hacen honor a lo que protegen. Javier Valverde, arquitecto de la Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU), conoce bien el sitio. Su tesis doctoral, titulada El Pósito de Córdoba. Un prototipo para una tipología perdida, ha recibido numerosos reconocimientos, algo que no extraña si se tiene en cuenta que llevó a cabo una investigación en el espacio que duró cinco años de trabajo. Valverde se sabe al dedillo la historia del Pósito, así como las claves de su arquitectura. Las relata mientras operarios de Xícople Visión de Futuro trabajan en el espacio, a puerta cerrada. De momento, en el Pósito no se está llevando a cabo ninguna labor de rehabilitación, pero se están sustituyendo los toldos que protegen al lugar de las inclemencias meteorológicas (la mayor parte no está techada) para evitar un mayor deterioro. Viaje al siglo XVI Para conocer la historia del Pósito de La Corredera hay que viajar hasta el siglo XVI. Como relata Javier Valverde, el edificio se construyó en torno al año 1536, en un momento en el que La Corredera ya tenía muchísima actividad y era una de las principales plazas de la ciudad. «Pero no tenía esta conformación, que ya es propia del siglo XVII. Era, más bien, un gran descampado, rodeado sobre todo de casitas, de una o dos plantas, y algún que otro convento», señala el arquitecto. Desde finales del siglo XV, continúa, los pósitos ya funcionaban como una especie de institución benéfica. Su fin básico era servir como almacenamiento de grano de trigo para que, cuando llegaran los momentos de escasez, este pudiera repartirse entre la población o entre los agricultores más modestos para sembrar las tierras. «Llega un momento en el que las necesidades de almacenamiento son tan grandes que el concejo [el ayuntamiento de la época], a principios del siglo XVI, decide construir un edificio», comenta Valverde, que añade que, hasta ese momento, lo que solía hacerse era alquilar espacios a particulares para almacenar ese grano. Vista de la planta de arriba del Pósito, donde se almacenaba el grano. / Víctor Castro Así nace el Pósito de La Corredera. Explica el arquitecto de Urbanismo que lo que hace el Ayuntamiento de la época es aprovechar unas casas que había en la zona, y que ya se usaban como alhóndiga, una especie de mercado, y levanta el Pósito. «Resultó ser, por lo tanto, el primer edificio institucional que se implanta aquí en la plaza de La Corredera, fue como si el Ayuntamiento le pusiera el sello», ejemplifica Valverde. A grandes rasgos, el edificio está compuesto de seis naves que pueden, más o menos, intuirse desde fuera si se observan las puertas y ventanas que dan para la plaza. El espacio tiene dos plantas y el grano se apilaba en la de arriba para aislarlo de la humedad del suelo. Valverde agrega que, como «curiosidad urbanística», el edificio del Pósito no fue solamente el primero de índole institucional en la plaza, sino que también marcó la alineación para los edificios que vinieron después, el de la casa del corregidor (lo que ahora es la plaza de abastos) y las casas de doña Ana Jacinta (antigua sede de Procórdoba y ahora edificio cultural de la UCO). El espacio estuvo funcionando como pósito hasta mediados del siglo XIX. Recuerda Valverde que los pósitos se extendieron, sobre todo, durante el reinado de los Reyes Católicos con la labor del cardenal Cisneros. El boom de estos sitios vino en el siglo XVIII, lo que explica que la mayoría de pósitos que se conservan en España sean de esa época, lo que convierte al de Córdoba en uno de los más antiguos del país. Al principio, solo podían prestar y recibir grano, pero a partir del XVIII empiezan también a dar préstamos en dinero, marcándose así el inicio de las cajas de ahorro y de los montes de piedad en España. La desaparición de estos almacenamientos empieza con los cambios en la economía iniciados en el XVIII, aunque el final, al menos en el de Córdoba, se marca a mediados del XIX. Esos cambios económicos y los avances en la agricultura provocan que ya no exista una necesidad de almacenamiento tan destacada. Escalera de acceso a la platan de arriba del Pósito. / Víctor Castro Arquitectura La arquitectura del Pósito de La Corredera es única y hay varias claves que lo evidencian. El arquitecto de la GMU señala que al ser uno de los primeros edificios construidos con la finalidad de ser pósito supone que no existieran muchos ya hechos. Valverde cita al arquitecto Rafael Moneo, que decía que «los momentos más interesantes de la historia de la arquitectura surgen cuando un nuevo tipo arquitectónico aparece». De este Pósito, agrega Valverde, «no tenemos documentos en el Archivo, ni del proyecto, ni del arquitecto, nada. No tenemos ninguna documentación de la obra», pero es de sobra conocido que incluso para que aparezca un nuevo tipo arquitectónico «nunca se parte de cero». Una de las partes centrales de la tesis del arquitecto es que el Pósito de La Corredera, en su parte arquitectónica, «es una reinterpretación del modelo de la Mezquita». Valverde pone varios ejemplos. «La planta de arriba son seis naves con arcadas y cada nave tiene una cubierta a dos aguas; a su vez, las arcadas soportan unos canales que, en cubierta, recogen el agua y la vierten hacia atrás, hacia el callejón. Es el mismo esquema de la Mezquita, con otra función totalmente distinta, claro, y sin la esbeltez ni la ornamentación que tiene el monumento». El arquitecto de Urbanismo Javier Valverde explica algunas claves del edificio. / Víctor Castro Además, la valía arquitectónica del Pósito también se explica con dos características que no existen en ningún otro espacio de este tipo. Por un lado, la cubierta también está hecha al mismo estilo que la Mezquita (los pósitos conocidos lo que tienen son grandes cubiertas a lo largo de todo el edificio) y, por otro, toda la planta de abajo estaba abierta y es que, mientras el grano estaba en la de arriba, en esta parte se seguía funcionando con actividad comercial. Adiós Pósito, hola sombreros A mediados del siglo XIX, cuando la actividad del Pósito ya no está acorde a la época, el Ayuntamiento decide enajenar el edificio. Lo compra José Sánchez Peña, que antes había adquirido otro edificio (el del mercado) y añade a la adquisición varias casas aledañas, y monta una fábrica de sombreros. Rememora Valverde que el empresario tenía un «trasfondo humanista», lo que le lleva a construir en la planta de arriba viviendas y también llega a montar una escuela. A principios del siglo XX, José Sánchez Muñoz (hijo del empresario) le propone al Ayuntamiento montar el mercado, que llega hasta el día de hoy, y la fábrica se reduce a lo que originalmente era el Pósito. Poco a poco, esa fábrica de sombreros va perdiendo actividad y, a partir de su cierre, nacerá la tercera vida el edificio: una casa de vecinos, cuyo germen estaba en las viviendas de los trabajadores de la factoría. En este tercer periodo cambia la fisionomía del edificio, para adaptarse a una típica casa de vecinos, incluido un patio, que es el callejón de detrás, que pega al punto limpio de Sadeco. Es en los años ochenta del siglo XX cuando el edificio queda definitivamente vacío. En esta época, la Junta inicia el plan de protección de La Corredera. El espacio recupera su condición de edificio público (se cede al Ayuntamiento) y los vecinos son desalojados. De esa etapa quedan restos, como una solería demasiado moderna si se compara con el resto de elementos y que se colocó con la oficina técnica del plan. ¿Y ahora qué? Desde los ochenta, por lo tanto, el Pósito está vacío y esperando una cuarta vida. Para el espacio se han planteado algunos usos que nunca han llegado a ejecutarse. Preguntado por lo que haría con el lugar, Valverde lo tiene claro: «Hay que recuperarlo en relación con los edificios que tiene alrededor [todos municipales]. Me parece una oportunidad estupenda para hacer un núcleo de dotaciones públicas que revitalice la zona». Suscríbete para seguir leyendo
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