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» La Capital
Fecha: 23/02/2025 09:52
Un acta fechada en 1725 proclama al capitán Francisco de Frías. Se trata de un acontecimiento clave en la historia de Rosario Certificación. El nombramiento puede ser considerado como indicador del aumento de la población en el Pago de los Arroyos. La aparición de un acta fechada en 1725 por la que el Cabildo santafesino designa a Francisco de Frías como alcalde en la zona de Rosario se suma a los elementos que validan el tricentenario a celebrarse este año. La ciudad, a diferencia de otras en América, no cuenta con un acta fundacional ni con una fecha oficial que marque su origen . Rosario se fue haciendo a sí misma, sin piedras fundamentales ni personas que se apropiaran de ese hito. Eso marcó su esencia: pujante, siempre basándose en la fuerza de su gente, autogestiva, austera y luchadora. Aun sin ese documento oficial, la ciudad tiene otros elementos, nombres y momentos que reconstruyen su origen e invitan a recuperar la historia. En el último tiempo surgió un interesante hallazgo: un acta fechada en 1725 originada en el Cabildo santafesino (dependiente del Imperio Español en las Américas) designaba al capitán Francisco de Frías como alcalde de la Hermandad en el Pago de los Arroyos, a orillas del río Paraná, donde actualmente está Rosario. >> Leer más: Pablo Javkin puso en marcha los preparativos para celebrar los 300 años de Rosario “Implica un reconocimiento y puesta en valor de un acontecimiento basal de la historia institucional de Rosario y de una amplísima región del país. La designación de la figura del alcalde de la Santa Hermandad prueba una necesidad territorial y una realidad poblacional. Eudoro y Gabriel Carrasco, a fines de siglo XIX; Manuel Cervera, a principios de siglo XX; y Juan Álvarez, a mediados de esa misma década, dieron a conocer en sus señeras historias la designación efectuada por el Cabildo de la ciudad de Santa Fe de un alcalde de la Santa Hermandad para el Pago de los Arroyos, en enero de 1725. Sin embargo, hasta el presente, un acontecimiento de tanta enjundia para la identidad local no ha sido tenido en cuenta dentro de las políticas conmemorativas municipales”, asegura Miguel De Marco (h), investigador del Conicet, y miembro de número de la Academia Nacional de la Historia y de la Junta de Estudios Históricos de la Provincia de Santa Fe. “Por otra parte, el hecho de que este nombramiento figure en las actas del Cabildo de Santa Fe (que se encuentran digitalizadas y son de acceso público) otorga la posibilidad de contar con un documento oficial que permite datar fehacientemente los orígenes de un proceso (al menos en su faceta institucional) iniciado hace trescientos años”, continúa De Marco. Magistrado judicial La designación como alcalde del capitán Frías en este territorio tenía un sentido muy claro, el de que fuera “magistrado judicial en pueblos y aldeas” y cumpliera la función “principalmente de estar informado de las infracciones cometidas en las zonas rurales contra el orden establecido, para que pudieran ser procesadas”. rosario.jpeg “El nombramiento del alcalde de la Santa Hermandad puede ser considerado como un indicador del aumento de población en el Pago de los Arroyos. Diversos estudios provenientes de la historia del derecho han aportado la posibilidad de comprender la función del alcalde de la Santa Hermandad dentro de un proceso territorial mayor que excede lo regional y que lo representa como una herramienta del gobierno para la seguridad y con ello la posibilidad de fomentar el poblamiento o evitar el despoblamiento rural”, continúa De Marco. Cuenta De Marco que “una historiadora especialista en demografía histórica regional, como Hebe Viglione, ha afirmado que el nombramiento de Francisco de Frías en 1725 es el reflejo de un crecimiento poblacional que requería de una persona que con un cargo similar al actual juez de paz, pudiera ocuparse de trámites legales, notariales y policiales, y que por lo tanto fue la primera autoridad local de lo que hoy es Rosario. Documentos existentes en el Museo Histórico Provincial de Rosario Julio Marc permiten examinar casos que ejemplifican las amplias labores en la que este tipo de alcalde intervenía”. Los aborígenes de Rosario La zona que hoy alberga al ejido urbano de la ciudad estuvo habitada por aborígenes por cientos de años, hasta que la conquista española, (los españoles ingresaron por el Río de la Plata y avanzaron por los ríos Uruguay y Paraná) desarticuló su organización en el siglo XVI. Varios años después, en 1689, Luis Romero de Pineda tomó posesión de las tierras tras obtener el permiso necesario. De acuerdo al libro “Orígenes de Rosario”, escrito por José Tomás Núñez en 1933, “Romero de Pineda peticionó ante el gobernador Joseph Herrera de Sotomayor un título de tierra para poblar estancia con ganados mayores y menores”, algo que le fue concedido, instalando su estancia cerca del arroyo Saladillo. Su nieto, Domingo Gómez Recio, continuó la obra de crecimiento y fundó posteriormente el oratorio de la Concepción de los Arroyos. Promediando 1725 comienzan a llegar varios pobladores a la zona, por lo que el Imperio Español en las Américas a través del Cabildo santafesino toma la decisión de ponderar al capitán Francisco de Frías como alcalde en el Pago de los Arroyos, marcando por primera vez una organización de poder sectorizada especialmente en las tierras que hoy corresponden a la ciudad. 80243577.jpg “Puede considerarse como un punto de partida en la evolución institucional de Rosario y el sur de Santa Fe. El incremento de la actividad económica de la región y las necesidades mismas de la población motivaron que las atribuciones de los alcaldes de la Santa Hermandad aumentaran en el siglo que tuvo vigencia, entre 1725 y 1825. Además de la seguridad (que quedó subsumida entre las restantes demandas), pasó a entender en cuestiones civiles, la elaboración de padrones y realización de inspecciones, velar por la instrucción elemental, y las obras públicas. Es preciso señalar que no se trataba de un cargo rentado, y que la complejidad creciente de la Aldea del Rosario o Capilla del Rosario (tal como se la conocía por entonces) motivó que los vecinos peticionaran a las autoridades santafesinas su elevación al rango de villa o ciudad. En 1823 se la declaró Ilustre y Fiel Villa. Un año más tarde, la Junta de Representantes le designó un alcalde mayor, lo que implicaba reconocerle a la villa el título de pueblo”, finaliza Miguel De Marco (h). En 1730 se creó el curato del Pago de los Arroyos y Ambrosio de Alzugaray fue nombrado cura párroco. Bisnieto de Romero de Pineda, colocó en el oratorio la imagen de la virgen. Desde entonces, el lugar comenzó a ser conocido como la Capilla del Rosario. Años después, el 27 de febrero de 1812 a las seis de la tarde, Manuel Belgrano creó y enarboló por primera vez la bandera nacional. Recién en 1823, Rosario recibió el título de Ilustre y Fiel Villa del Rosario y en 1852 se convirtió en ciudad de Rosario. El acta hallada con la designación certifica que hace 300 años comenzaba una extraordinaria y bella historia que se llama Rosario. El antecedente del bicentenario Hace 100 años, Rosario, ciudad económica pujante y en constante crecimiento, fue escenario de un esfuerzo conjunto de dirigentes, autoridades y vecinos por construir lazos de unidad a través de la cultura y la historia. Esta iniciativa tiene sus raíces en el proceso iniciado a finales del siglo XIX, cuando en Argentina se produjo un vasto movimiento de construcción de la tradición y del pasado nacional. La idea de celebrar los orígenes de Rosario se gestó en 1924, cuando las fuerzas vivas de la ciudad, representadas por Calixto Lassaga, iniciaron el proyecto de dotar a Rosario de una fecha fundacional. Resaltar sus orígenes modestos, un presente prometedor y un futuro aún más próspero fue el objetivo central. Inicialmente se propuso como día el 27 de febrero, coincidente con la creación de la bandera, pero tras el debate en el Concejo Municipal, se optó por la fecha de la Virgen del Rosario en su rol de madre fundadora. Fue así como el edil Cafferata volcó sus ideas al respecto, y se fijó el 4 de octubre para el inicio de los festejos. Para la gran celebración se creó una comisión. Los festejos se extendieron por ocho días y contaron con la presencia del entonces presidente Marcelo Torcuato de Alvear. Las actividades incluyeron exhibiciones deportivas, fuegos artificiales, bailes, funciones de teatro, banquetes y un desfile militar, además del Te Deum en la iglesia Catedral. También se impulsaron diversas obras, con la activa participación de las colectividades españolas e italianas. Así, la Fuente de los Españoles, emplazada en el Rosedal del parque Independencia fue un obsequio realizado en nombre de la colectividad española a Rosario en el marco del Segundo Centenario de la Ciudad, en octubre de 1925. La misma fue inaugurada con una gran fiesta el 7 de julio de 1929. Las celebraciones civiles no sólo conmemoran un momento histórico, sino que también actuaron como un catalizador para promover valores positivos, fortaleciendo la cohesión social y el sentimiento de comunidad. Así, se recuerda a los ciudadanos que comparten un pasado y un futuro común. Identidad Al reunir a personas de diferentes orígenes y creencias, como sucedía en una sociedad rosarina con una gran cantidad de migrantes, el bicentenario buscó promover la unidad en torno a una identidad local compartida. Hoy, Rosario sigue siendo un reflejo de su historia. Es una ciudad que crece siendo fiel a sus raíces y con la mirada en el horizonte. Su esencia, forjada por la historia y la unidad, es el motor que impulsa una transformación permanente.
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