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  • A tres años de la invasión rusa a Ucrania

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 23/02/2025 08:41

    El vicepresidente de EEUU, JD Vance, en la Conferencia de Seguridad de Munich Marzo de 2025 bien podría quedar en la historia como un año de cambio trascendental en la geopolítica mundial. Esta edición de la Conferencia de Seguridad de Múnich posiblemente ha sido la más trascendente desde que se realiza. Es el encuentro más importante sobre seguridad internacional que se organiza desde hace décadas en el ámbito europeo. Probablemente lo sucedido allí marque una ruptura de carácter histórico entre Europa y Estados Unidos. Después de la Segunda Guerra Mundial, el continente europeo estuvo dividido entre los países que integraron el Pacto de Varsovia, liderado por la URSS, y quienes formaron parte de la OTAN, encabezados por Estados Unidos. A partir de la caída del régimen soviético, el liderazgo global de Washington se fue extendiendo, y esta ampliación se manifestó también en el avance de los Estados Unidos en el entorno de Rusia. Esto es lo que parece haberse roto con las palabras del vicepresidente estadounidense, J. D. Vance, que fueron críticas a los supuestos valores de Europa. Pero una visión histórica larga, muestra que la unidad europea ha sido una breve excepción. Si se extiende al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, esta ha durado ochenta años. Si en cambio se la reduce desde la Caída del Muro, ha durado sólo treinta y cinco. Pero durante siglos, e incluso milenios, Europa ha vivido en un estado de guerra permanente que culminó con las dos conflagraciones mundiales del siglo XX. Es decir, la división europea no es una novedad: es el retorno a un largo pasado. Europa se encuentra debilitada políticamente para enfrentar este momento. El presidente francés, Emmanuel Macron, reunió a los líderes de los países europeos más importantes (Italia, España, Reino Unido, Polonia, Alemania y Holanda) para intentar una respuesta, pero no lo logró. También estuvo la presidente de la Comisión Europea, la alemana Úrsula von der Leyen, y el Secretario General de la OTAN, el holanés Mark Rutte. Macron se encuentra extremadamente débil, con un parlamento que no controla y sin que pueda descartarse un adelantamiento de las elecciones que difícilmente ganará. Italia, liderada por Giorgia Meloni, mantiene una posición afín a los Estados Unidos. El presidente de Francia, Emmanuel Macron España, con un gobierno frágil y pendiente de una posible elección adelantada, probablemente gire a la derecha. El Reino Unido, que no forma parte de la Unión Europea pero sí de la OTAN, tiene un gobierno que domina el Parlamento, pero ha sido electo con sólo el 33% de los votos, el resultado más bajo en décadas para un vencedor. Además, se debate entre Europa y su histórica alianza con Estados Unidos. Polonia tendrá elecciones el 18 de mayo. Es un país clave en Europa Central, pero que no se enfrentará con Estados Unidos. Por el contrario, buscará mayor proximidad. Pero Macron se vio obligado a convocar a los restantes veinte países de la OTAN, que habían sido excluidos de la Cumbre dos días antes. El encuentro fue nuevamente un conjunto de quejas y reclamos y la convicción de que Europa no está en condiciones de enfrentar militarmente a Rusia. En cuanto a Alemania, tiene su elección general el domingo 23 de febrero. Habría un giro hacia la derecha, con un candidato del ala más conservadora de los democristianos y como novedad a la ultraderecha, representada por Alternativa por Alemania, que ocuparía el segundo lugar. La socialdemocracia alemana quedaría en el tercer puesto, haciendo su peor elección en décadas. Mertz, el candidato democristiano, hará la mayor aproximación a Estados Unidos que las circunstancias le permitan. Un gobierno encabezado por Mertz y con alianzas tácticas parciales con Alternativa por Alemania estará más cerca de Estados Unidos que el actual. Al cumplirse el 24 de febrero tres años de la invasión rusa a Ucrania, Europa no parece estar reconociendo los avances geopolíticos que han tenido lugar con esta guerra a su favor. El objetivo central de Moscú es evitar que la OTAN llegue a su frontera con Europa a través de Ucrania, y hasta ahora lo ha conseguido. Pero la alianza militar ha obtenido un éxito geopolítico importante, al incorporarse formalmente Suecia y Finlandia a lo largo del conflicto. Eso habría sido imposible sin la guerra ruso-ucraniana en curso. La frontera terrestre entre Rusia y Ucrania es de casi dos mil kilómetros. A su vez, la que mantiene Rusia con Finlandia es de mil trescientos. La OTAN, a través de este último país, ha tenido un éxito relevante. Además, ha incorporado a dos países cuyos PBI sumados son aproximadamente la mitad del ruso. Se trata de dos naciones medianas con importante capacidad tecnológica e industrial. Por su parte, Ucrania tiene ocupado el 20% de su territorio por Rusia. En términos geopolíticos es un logro muy escaso frente al que ha tenido la OTAN. Pero esto parece no ser advertido por los países europeos. Mirado desde esta perspectiva, la alianza occidental ha tenido una ganancia geopolítica mayor que la de Rusia. Romper la neutralidad que mantuvo Suecia durante más de dos siglos y la que ha mantenido Finlandia durante más de ochenta años representa un cambio regional trascendente, que se proyecta a la pugna geopolítica por el Ártico, que ya se plantea. Pero las dos reuniones convocadas por Macron fracasaron al intentar resolver medidas concretas. La mayoría de los países se negaron a enviar fuerzas de paz para que sean desplegadas en Ucrania. Tampoco hubo acuerdo para la organización de la industria militar europea, autónoma de los Estados Unidos. Fue Henry Kissinger quien en diciembre de 2022 anticipó esta cuestión con su visión, caracterizada por su capacidad de advertir los fenómenos mundiales con anticipación. Ya en mayo de ese año, a tres meses de haberse iniciado la guerra, expuso en una reunión preparatoria del Foro de Davos que Ucrania iba a tener que aceptar la ocupación de ciertos territorios como parte de la solución, pero advirtiendo que también Rusia iba a necesitar concesiones si quería la paz. Esta misma tesis la desarrolló en la revista The Spectator en diciembre de ese mismo año, pero fue más preciso: insistió en que la solución iba a exigir concesiones territoriales ucranianas, pero que también iba a requerir que Rusia aceptara la incorporación de Finlandia a la OTAN que había tenido lugar, y la que próximamente iba a conseguir también Suecia. Kissinger ha sido una expresión del realismo en las relaciones exteriores estadounidenses, a su vez inspirado en el canciller austríaco Metternich, gestor del equilibrio europeo durante la primera mitad del siglo XIX. La visión de Kissinger, que murió a los cien años en 2023, se materializó en una “hoja de ruta” que había anticipado meses antes en The Spectator. No es muy distinta a la que plantea hoy la administración Trump. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, estrecha la mano de su homólogo ruso, Vladímir Putin Pero la misma semana en la que tuvo lugar la Conferencia de Múnich, se generó un hecho que muestra un drástico cambio en la situación mundial. Arabia Saudita -el país clave en el conflicto de Medio Oriente- será la sede del encuentro entre Trump y Putin para iniciar el proceso de paz en la guerra ruso-ucraniana, como lo han manifestado en una reunión preparatoria en Ryad los cancilleres de Washington y Moscú. Cabe señalar que al mismo tiempo, Arabia Saudita es clave para el complejo proceso de paz que se ha puesto en marcha en el conflicto que enfrenta a Israel y a Hamas y Hezbollah -aliados con Irán-, el que se proyecta a todo Medio Oriente. Es decir, Arabia Saudita pasa a ser la sede de la discusión tanto para la paz europea como la de Medio Oriente. Esto explica la reacción europea, que hasta ahora muestra impotencia para frenar la guerra entre Rusia y Ucrania, e incapacidad para jugar un rol en Medio Oriente. La existencia de la OTAN y la Unión Europea están en riesgo y enfrentan la situación más difícil desde su constitución. Es que puede empezar a materializarse el traslado del eje del poder mundial del Atlántico al Indopacífico. El reclamo europeo es claro, tanto a través de la Unión Europea como del presidente Volodimir Zelensky: tener parte activa en la negociación por la paz entre Ucrania y Rusia. Pero el Viejo Continente no parece tener voluntad ni disposición a pagar los costos y asumir los riesgos que implica participar activamente del conflicto y su eventual solución.

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