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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 23/02/2025 05:13
El rabino Abraham Cooper es un reconocido experto en la lucha contra el odio en línea y el terrorismo. Ha trabajado con líderes mundiales para promover los derechos humanos y las relaciones interreligiosas. (Maximiliano Luna/Infobae) Con la vista extendiéndose desde el piso 31 de un hotel en la ciudad de Buenos Aires, el rabino Abraham Cooper observa el Río de la Plata mientras reflexiona sobre la batalla global contra el antisemitismo. Como decano asociado y director de Acción Social Global del Centro Simon Wiesenthal (CSW), Cooper ha dedicado más de cuatro décadas a defender los derechos humanos y judíos en los cinco continentes. Cooper viajó desde Los Ángeles, sede de la organización fundada en honor al célebre “cazanazis” Simon Wiesenthal, para reunirse el pasado martes con Javier Milei. El motivo: la promesa del presidente argentino de abrir los archivos sobre actividades nazis en el país tras la Segunda Guerra Mundial. “Es una oportunidad única para Argentina de cerrar un capítulo oscuro de su historia”, explicó a Cooper a Infobae, refiriéndose a las “rutas de las ratas”, las redes que permitieron a criminales de guerra escapar de Europa. La entrevista se realizó el miércoles, un día antes de que Hamas entregara los cadáveres de cuatro rehenes en Gaza, incluida la argentina-israelí Shiri Bibas y sus dos hijos pequeños, Kfir y Ariel Bibas. Sobre este tema, Cooper expresó: “Comenzamos el día con una reunión con el embajador de Israel, cuando llegó la trágica noticia sobre los niños. Terminamos el día con el Ministro de Defensa, y antes de irnos, expresamos nuestras condolencias a Argentina, ya que el 10% de los rehenes son argentinos. Fue un día que comenzó y terminó pensando en los rehenes. Mañana será un día muy difícil en Israel.” Antiguo líder de la Comisión de Estados Unidos sobre Libertad Religiosa Internacional y actor clave en la firma de los Acuerdos de Abraham, el rabino también se refirió al impacto y las perspectivas de la normalización de las relaciones entre Israel y sus vecinos árabes. “Los fundamentos siguen en pie, al menos en esta parte del mundo. La mejor manera de fomentar lo inevitable es no presionarlo”, afirmó. “Estos acuerdos no son solo un tratado diplomático; son una oportunidad histórica para transformar la región”. En una entrevista exclusiva con Infobae, Cooper abordó además el aumento del antisemitismo en redes sociales tras los ataques de Hamas del 7 de octubre y los desafíos que enfrentan las comunidades judías en Europa y las universidades norteamericanas. —Durante su visita a Argentina, participó en una conferencia sobre los Acuerdos de Abraham, un proceso en el que usted ha estado involucrado desde sus inicios. ¿Qué relevancia tienen estos acuerdos en el escenario actual de Oriente Medio? —Los Acuerdos de Abraham buscan ir más allá de una “paz fría” y avanzar hacia la normalización. Trágicamente, la paz con Egipto, que ha durado décadas, ha sido una paz fría. No ha habido un esfuerzo real por parte de Egipto para fomentar el turismo o la interacción entre sus ciudadanos e Israel. He estado en Egipto varias veces, y la gente es maravillosa, pero si la paz hubiera sido diferente, las perspectivas de una paz más amplia en la región serían mucho más brillantes. Con Jordania, la situación es más complicada debido a la cercanía geográfica y la influencia de grupos como Hamas. Cuando el rey Hussein I estaba vivo, había esperanzas de una paz cálida. Es una oportunidad perdida. Sin embargo, los Acuerdos de Abraham apuntan a crear relaciones normales, no solo entre gobiernos, sino también entre personas. En este proceso, los líderes religiosos y los empresarios juegan un papel crucial. —¿Cómo? —Los líderes religiosos tienen flexibilidad para dialogar, incluso en países no democráticos, y pueden ayudar a crear espacios de normalización. Los empresarios son la otra parte clave de la ecuación porque, en general, la gente de negocios quiere ganar dinero. Tienen un objetivo sencillo. Uno de los aspectos que nadie predijo, pero que evolucionó rápidamente, fue cómo las startups israelíes de alta tecnología, combinadas con inversionistas de la región del Golfo, crearon una poderosa sinergia. Esto no solo beneficia a las economías, sino que también genera un ambiente propicio para la cooperación. "Los Acuerdos de Abraham buscan ir más allá de una ‘paz fría’ y avanzar hacia la normalización. No es solo un acuerdo entre gobiernos, sino entre personas", dijo Cooper. (Maximiliano Luna/Infobae) —¿Cómo ve las perspectivas de ampliación de estos acuerdos, en particular con Arabia Saudita? —Los fundamentos siguen vigentes. Soy optimista, pero con paciencia. Culturalmente, en el Medio Oriente, no se pueden forzar las cosas. Aunque los fundamentos para la normalización están ahí, presionar demasiado puede ser contraproducente. Arabia Saudita es un pilar clave para la política exterior de Estados Unidos en la región, y las relaciones con Israel son inevitables a largo plazo. Sin embargo, hay que entender que estos procesos toman tiempo. —Muchos dicen que uno de los motivos del ataque de Hamas del 7 de octubre fue sabotear este acuerdo. —Es probable que, con el impulso de los iraníes, así haya sido. Sin embargo, eso no significa que el acuerdo esté muerto. En mi opinión, esa sería una lectura equivocada. El verdadero desafío es pensar en el “día después”. Para los israelíes, el mundo cambió para siempre después del 7 de octubre, y reconstruir esa realidad no será sencillo. También países como Indonesia, el mayor país de mayoría musulmana del mundo, podrían ser parte de este proceso. Incluso Pakistán, donde hay un segmento de la población que ve a Israel como una oportunidad para negocios y no como un enemigo. El papel de Trump y el plan para Gaza —¿Qué impacto tiene la administración de Trump en estos esfuerzos? —Trump ha demostrado ser un facilitador clave. Su enfoque pragmático y su equipo experimentado en temas del Medio Oriente han ayudado a avanzar en estos acuerdos. Además, su estilo de delegar múltiples personas en una misma tarea, aunque pueda parecer caótico a un observador externo, genera una energía que impulsa resultados. Países como Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Marruecos no firmaron estos acuerdos por presión, sino porque vieron beneficios concretos en la normalización de relaciones con Israel. En general, creo en un enfoque triple para avanzar: líderes religiosos, proyectos humanitarios sostenibles y verificables, y empresarios. Los negocios pueden ser un motor de cambio, y no tenemos que esperar a los gobiernos para actuar. Cuando combinamos estos elementos, cosas buenas pueden suceder. "La clave está en crear condiciones que permitan a las personas vivir en paz y prosperidad, no en perpetuar el conflicto", según Cooper. (Maximiliano Luna/Infobae) —¿Qué opina del plan de Trump para Gaza? ¿No cree que podría afectar los esfuerzos de normalización, especialmente considerando el malestar que generó entre los países árabes? —Puede sonar contraintuitivo, pero muchos estados árabes, aunque no lo digan públicamente, no sienten mucha simpatía por los palestinos. Desde su punto de vista, ya han invertido miles de millones sin ver resultados concretos. No es que no les importe lo que sucede en Gaza, pero no están dispuestos a dejar que el conflicto palestino-israelí siga siendo un obstáculo para la paz en la región. Los Acuerdos de Abraham enterraron la falsa suposición de que primero hay que resolver el conflicto palestino-israelí para lograr una paz más amplia en Oriente Medio. De hecho, lo contrario es cierto: cuando los palestinos vieron a empresarios árabes prosperar y a cientos de miles de israelíes y judíos visitar los Emiratos Árabes Unidos como turistas, se abrió un camino diferente hacia la normalización. —¿Cómo ve el futuro de los palestinos después de este conflicto? —Cuando termine la guerra en Gaza, muchos en el mundo árabe querrán seguir adelante. Hay países con vastos territorios, como Sudán, Arabia Saudita o Jordania, que podrían ofrecer un hogar a los palestinos. Israel es un país pequeño, con un territorio limitado, y no puede ser la única opción. La verdad es que los palestinos estarán más cerca de la paz cuanto más vean a las naciones árabes y musulmanas normalizando sus relaciones con Israel. Aunque campañas como la de BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) intentan pintar a Israel como un estado apartheid, la realidad es diferente. Por ejemplo, hace poco llegaron a Israel 25 judíos etíopes, lo que demuestra que el color de piel no es un factor en el Estado judío. Los Acuerdos de Abraham ya demostraron que el conflicto palestino-israelí ya no tiene poder de veto sobre la paz en la región. No está en el olvido, pero tampoco es el único tema en la agenda. Archivos argentinos —Hablemos de su reunión con el presidente Milei y la apertura de los archivos argentinos relacionados con los nazis. ¿Qué le prometió el presidente y por qué es importante este tema? —Recibimos un compromiso muy fuerte del presidente Milei para ayudarnos a localizar documentos específicos que deberían estar en los archivos argentinos, pero que hasta ahora no han sido encontrados. Además de la reunión con el presidente, tuvimos acceso a dos ministros [el ministro de Interior Guillermo Francos y el ministro de Defensa Luis Petri] y al director del Archivo Nacional, lo que es crucial para avanzar en nuestra investigación. Por nuestra experiencia de décadas en el Centro Wiesenthal, sabemos que contar con la colaboración de archivistas profesionales y funcionarios clave marca toda la diferencia del mundo. Abraham Cooper durante el encuentro con Javier Milei, en el que el presidente argentino se comprometió a abrir los archivos nazis en Argentina. "Hemos esperado casi 80 años para obtener pruebas definitivas de la participación de Argentina en las ‘rutas de las ratas’ nazis", dijo Cooper. (Foto: Centro Simon Wiesenthal) —¿Qué esperan encontrar en estos archivos? —En un nivel más filosófico, esta es una oportunidad única para Argentina de cerrar un capítulo oscuro de su historia. He estado viniendo a Argentina desde la época de Guido di Tella [ministro de Relaciones Exteriores entre 1991 y 1999]. Hoy es una Argentina diferente, y no solo por el presidente actual. Es diferente porque ahora podemos hablar con una generación de líderes que representan el futuro del país. Cuando vine por primera vez, casi todas las personas en el poder con las que me reuní eran peronistas. En ese entonces, pedíamos información o acciones que podrían haber avergonzado a quienes estaban en el poder. Esta es una oportunidad única, al menos para mí, para que Argentina envíe una señal clara de que puede ayudar a cerrar el círculo en muchos temas importantes. Este es un paso importante para documentar la verdad sobre las “rutas de las ratas”, los bancos y el papel del Vaticano en la huida de criminales nazis. Aunque sigue siendo un tema controvertido, la documentación es clave para rendir cuentas a la historia. Es un rompecabezas gigante, y hay expertos trabajando en muchas partes del mundo. Si queremos contar una narrativa completa y dar una explicación histórica, tenemos que actuar rápido. Antisemitismo, redes sociales y democracia —Otro tema central de su trabajo en el Centro Wiesenthal es el monitoreo del antisemitismo. ¿Cómo evalúa el fenómeno actualmente, especialmente tras el ataque del 7 de octubre? —En Argentina, el antisemitismo no es tan grave como en otros lugares, quizás porque el 7 de octubre impactó a muchas familias argentinas. Sin embargo, a nivel global, el odio ha crecido, especialmente en redes sociales. En conflictos anteriores, Hamas intentó exportar su narrativa, pero nunca con tanto éxito como ahora. Las redes sociales permiten crear realidades alternativas y negar hechos, algo similar a la negación del Holocausto. En universidades, muchos profesores han alentado posturas antiisraelíes, incluso en instituciones de élite en Estados Unidos, Canadá y Australia. La ONU, que debería defender los derechos humanos, ha fallado en expresar empatía hacia Israel. Organizaciones como la Cruz Roja Internacional tampoco han presionado a Hamas lo suficiente. Además, agencias como la UNRWA, encargadas de educar a niños palestinos, han eliminado cualquier referencia a Israel en sus libros de texto, perpetuando una narrativa distorsionada. En Estados Unidos, estudiantes judíos demandan a universidades como Harvard por no protegerlos del acoso, y hay audiencias en el Congreso sobre este tema. "Las redes sociales permiten crear realidades alternativas y armar narrativas de negación. Esto es similar a la negación del Holocausto: si puedes negar eso, puedes negar cualquier cosa", asegura Cooper. (Maximiliano Luna/Infobae) —¿Cómo ve el papel de las redes sociales en la propagación del odio? —Las redes sociales han permitido que el odio se propague alarmantemente. Durante 30 años, hemos pedido a las empresas tecnológicas que establezcan normas claras contra el discurso de odio, pero han optado por el camino fácil. La solución es simple: las principales plataformas deben publicar reglas claras y dedicar recursos para hacerlas cumplir. No podemos eliminar el odio, pero sí marginarlo y debilitarlo. —¿Qué acciones recomienda para combatir el antisemitismo, especialmente entre los jóvenes? —Necesitamos un enfoque multifacético. Primero, educar a los jóvenes sobre la historia y los valores judíos, mostrando sus contribuciones positivas al mundo. Segundo, trabajar con líderes religiosos y comunitarios para crear espacios de diálogo. Tercero, las empresas tecnológicas deben asumir más responsabilidad. Además, las universidades deben proteger a todos los estudiantes, y los gobiernos deben tomar medidas firmes contra el antisemitismo. La lucha contra el odio es un problema de toda la sociedad. —¿Le preocupa el deterioro de la democracia en Europa con el auge de la extrema derecha? —Sí, pero el problema es más complejo. En Europa, el odio viene tanto de la extrema derecha como de los islamistas y la izquierda. En Alemania, aunque hay esfuerzos para frenar el antisemitismo, la comunidad judía sigue vulnerable. En el Reino Unido, muchos jóvenes judíos abandonan el país tras completar su educación, al no ver un futuro allí. Esto es una tragedia para ellos y para Europa. —¿Qué se puede hacer para fortalecer la democracia y proteger a las comunidades judías? —Debemos actuar de manera inteligente y rápida. Simon Wiesenthal creía en el potencial de los jóvenes. Debemos invertir en ellos, ofreciéndoles opciones y valores. La tecnología debe usarse para educar y conectar, no para dividir. Hay gente buena en todas partes; debemos unirnos y actuar juntos. Como dijo Wiesenthal, necesitamos nuevos amigos y aliados. Nunca es tarde para empezar.
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