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» Diario Cordoba
Fecha: 22/02/2025 18:44
Ahora que la política real ha llegado a nosotros podría resultar interesante analizar a qué chorradas hemos dedicado el tiempo público estos últimos años. Hermana, yo sí te creo. No importa si dices la verdad: yo te creo porque sí y porque eres mi hermana. Y me lo dicen Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero -hoy acusados de agresión sexual-, porque, al parecer, no hay nuevo feminismo sin patriarcado no tan invisible que lo vele, como descubrió Pablo Iglesias. No importa que la presunción de inocencia también te proteja a ti, ni la igualdad ante la ley, ni que la ley del sólo sí es sí, contra los informes jurídicos que ignoró Irene Montero, haya beneficiado a más de 1.000 agresores sexuales. No importa que ya existiera un consenso acreditado en España, o que las últimas décadas se hubiera alcanzado una conciencia de acuerdo, y sin conflicto social aparente, respecto a la imprescindible protección de los derechos de las mujeres; no importa que estas políticas únicamente hayan conseguido romper ese consenso, además de diluir todo empoderamiento en verdad cierto y la igualdad real, de hecho y derecho, entre mujeres y hombres, y que ahora haya quedado el campo arrasado tras tanta beligerancia vacía. Nada de esto importa, porque lo único que se buscaba verdaderamente era un buen eslogan en el escaparate, mientras los maniquíes ocultaban a los arquitectos de la confrontación civil. Ahora que la política real ha llegado a nosotros, habría que preguntarse cuánto va a tardar el Gobierno en plantear un pleno en el Congreso, sobre qué posición debe adoptar España ante la amenaza del nuevo orden mundial. Hasta ahora hemos estado en el control de la fiscalía y del tribunal constitucional, para que la ley de amnistía parezca lo que no es, o en descubrir que el dictador Francisco Franco murió en la cama hace 50 años, lo que se celebra como la conquista democrática del pueblo español que no fue; al contrario que otras, que sí lo fueron. Estamos en la memoria democrática de 1939, pero no en esclarecer los asesinatos de ETA sin resolver. En todo esto hemos gastado tiempo, energía y dinero. Pero Trump ha venido y todos saben cómo ha sido: precisamente, porque las democracias occidentales, incluida la estadounidense, se han ocupado tanto de chorradas identitarias que los verdaderos enemigos, Putin al frente, están aprovechando la ocasión. Las minorías deben protegerse, pero hay que estar atentos a los peligros que corren las mayorías. Sin Estados Unidos, volveremos a estar ante los bárbaros. Ahora toca, de verdad, democracia fuerte, y que la Unión Europea deje de ser una casta funcionarial privilegiada para recuperar la visión que tuvo Stefan Zweig. O sea: volver a ser Europa. *Escritor Suscríbete para seguir leyendo
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