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» Diario Cordoba
Fecha: 21/02/2025 00:55
Érase una vez -y esto no es un cuento- una bella princesa llamada Europa. Cada día jugaba feliz con sus amigas en la playa. Era joven, virgen, vigorosa. Pero, como siempre ocurre, había una Bestia que desde su profundo helado, oscuro y tenebroso observaba a la princesa Europa, y, como siempre ocurre, no la amó, sino que la deseó. Inmediatamente, para seducirla, como siempre ocurre, la Bestia se disfraza de un hermoso toro blanco, sale de su caverna y, como siempre hace un seductor, se acerca a Europa, dulce y cariñoso. Y Europa y las amigas, como buenas engañadas, van a la Bestia, la acarician, juegan con ella entre las olas. Europa, como buena obnubilada, se sube a la Bestia, y entonces ésta, en un salto repentino, bufando de triunfo, corre mar adentro y, como buen seductor, se la lleva a una isla. Allí, como buen seductor, abusa de ella, la maltrata y la abandona en ideas y pensamientos contra sí misma. Y Europa, contra sí misma, sucumbe seducida por violencias y revoluciones, con la ensoñación diabólica de que su amante va a venir a seducirla de nuevo, y esta vez para amarla de verdad. Pero Europa, vejada, maltratada, ha perdido la belleza, ha aprendido a maltratarse a sí misma, y envejece en sus propias corrupciones, en el rechazo de sí misma y de lo que la mantuvo joven, viva y fuerte. Ahora se dedica a volverse absurda, a extraviarse de sí misma, a hacerse daño asesinando a sus hijos en su propio vientre, a asesinar a sus mujeres, a emborracharse y a drogarse, a consumir y derrochar, a atentar contra su esencia y su cultura, sustituyéndolas por una pose hueca y vanidosa; a prostituirse en modas y dispendios que la debilitaban más y más. Ahora deambula por sí misma y su desolación, desorientada, solitaria, necia, huera, vacía e infantil, extraviada en su mediocridad, renegando de su moral, sus raíces y su ética. Se ha vuelto ciega y débil, triste y pedigüeña, asustada e inútil. Y por eso se engaña con ensoñaciones acerca de sí misma, su historia, su pasado y su futuro, y cree que aún existe y es reconocida y respetada por la Bestia. Pero ahora, la Bestia, como buen maltratador, se quita el disfraz de bello toro, y, como buen maltratador, con una continua carcajada de triunfo y de cinismo, se lanza contra Europa, para acabar de devorarla. Y Europa, con la ceguera que le da la estupidez en la que, idiotizada, se adormece, no percibe las dentelladas y zarpazos, las coces y pateos, porque, como siempre ocurre, en su ceguera de joven maltratada, cree que con ella no va, que eso que le ocurre, ocurre lejos, que ella aún es joven, bella, capaz de seducir, y aquella fiesta en una playa no acabó ni nunca va a acabar. *Escritor
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