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» Diario Cordoba
Fecha: 20/02/2025 17:35
Mbappé fue la estrella del Real Madrid - Manchester City. / EFE El Real Madrid pasma por muchos motivos, entre ellos por su don de la perpetuidad. Vuela Cristiano, da la espantada Benzema, se jubila Kroos, se crujen los defensas dos cursos seguidos… Lo mismo da. El Real parece imperecedero, más tras el contraste con el City. Pep Guardiola afirmó tras el baile en el Etihad y en Chamartín que “nada es eterno”. Un lapso: el Madrid, sí. A la vista está, más allá de los resultados de fin de temporada. Al Mánchester “blue” se le cayó Rodri, pero al tiempo el espinazo se le ha oxidado. Ederson, Ruben Dias, De Bruyne o Bernardo Silva han periclitado, Foden rastrea al mejor Foden, como Grealish. Kovacic no cuadra como Rodri y a Savinho y Doku aún les falta hueso. Con Haaland no basta. La renovación no sido del todo progresiva y a Guardiola le toca ahora una reforma a la carrera. Veremos si le alcanza con Nico, Marmoush y Khusanov. A la luz del Bernabéu, al preparador catalán le costará su empaste. Y más todavía refrescar el estilo. En La Castellana, al conjunto inglés le faltaron alma y piernas, reducido a un retórico sobe de la pelota. Cada pase, un bostezo. Y en dirección a Ederson, un equipo en tanga. Mientras el City ha dado carpetazo al ciclo más ilustre de su historia, el Real Madrid no enmohece. Se reproduce una y otra vez. No importan las circunstancias ni los maleficios. Sin CR hubo vida con el Benzema más goleador. Sin el francés, a Vinicius se le agrandó la portería y Joselu fue más que un apaño eficaz a la espera de Mbappé. Lesionado Courtois, resultó que Lunin no era un mero parche de banquillo. Sin Militão y Alaba, Nacho cumplió con creces en su último acto de servicio y tras el nuevo revés del central brasileño ha emergido otro Nacho (Asencio). Lucas inquietaba como recosido de Carvajal, pero Valverde tiene el trazo de un lateral de época. Ceballos no sintoniza como Kroos (palabras mayores), pero el madridismo ya jalea al mejor Ceballos. Se acercan los meses terminales y Carlo Ancelotti va armonizando el equipo. Pese al reguero de bajas en la trinchera, lo suyo es equilibrar con los desequilibrantes Bellingham, Rodrygo, Vinicius y Mbappé. Ardua tarea. Tan peliaguda que por el camino al Madrid le dieron dos sonoros soponcios con el Barça y requirió de un flotador en la primera fase de la Copa de Europa. Un trayecto sinuoso en el que hasta se destiñó Mbappé, que desde su ocaso en San Mamés ya no chapotea, sino que ha vuelto a ser el arma nuclear que le entronizó en el PSG y en la selección francesa. Resulta llamativo el distinto ruido del Madrid en la Liga y en Europa. Los asuntos domésticos le ponen histérico, con un ensordecedor volumen de quejidos. Una perturbación desde el alto mando a la que es permeable el equipo, tan proclive a las broncas arbitrales como en tiempos de la “mourinhización”. Sostiene Ancelotti que los arbitrajes en Europa le tranquilizan más. Que le pregunte a su amigo Gian Piero Gasperini por el penalti que sufrió el Atalanta en Brujas. O que tire de hemeroteca y rebobine a mayo de 2017: “Lo sucedido en el Bernabéu fue una injusticia, hay que poner el VAR”. Por entonces, el italiano dirigía al Bayern, derrotado en aquella semifinal por el Real. Al pulgoso Madrid de la Liga le iría bien mayor sosiego. Con partidos como los jugados ante el City, con espíritu gregario y sin brotes conspiranoicos, el Real debería estar muy por encima de tal o cual error arbitral. Nada debiera distraerle de su enorme potencial futbolístico.
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