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» Diario Cordoba
Fecha: 20/02/2025 17:32
Por primera vez, un estudio científico ha llegado a la conclusión de que el cambio climático y sus efectos podrían estar provocando una importante prolongación de la duración del embarazo en las mujeres, que llegaría a las 41 semanas, lo que representa diez días más de lo normal. “Sabemos que nacer demasiado pronto –el denominado nacimiento prematuro– tiene riesgos para la salud bien documentados, pero se ha prestado poca atención a los riesgos asociados con nacer demasiado tarde”, afirma Sylvester Dodzi Nyadanu, autor principal de este trabajo y experto de la Universidad de Curtin (Australia). Para realizar su investigación, los científicos analizaron más de 400.000 nacimientos en Australia en los últimos años y su relación con la contaminación del aire, la temperatura y el estrés biotérmico, es decir, la temperatura del aire, la temperatura radiante o la humedad relativa, así como las propias condiciones biológicas humanas. Embarazos que duran más Los datos del estudio concluyen que este retraso en el nacimiento de los bebés es especialmente perceptible en madres de más de 35 años, así como en embarazos con complicaciones, madres primerizas y las que residen en áreas urbanas. El retraso puede ser de 10 días / Agencias «Los factores de estrés ambientales, incluidas las exposiciones relacionadas con el clima durante el embarazo, se han asociado con la respuesta al estrés materno y las consiguientes alteraciones de las actividades endocrinas e inflamatorias, que aumentan hacia el final del embarazo”, explica Nyadanu. En consecuencia, esta exposición “puede variar la gestación”, incrementando el riesgo de sufrir un parto prematuro o una gestación prolongada. Es más, esta exposición prolongada y el estrés biotérmico están asociados con embarazos que duran más de 41 semanas, según las estimaciones de los expertos. Eso representa unos 10 días por encima de un embarazo normal. Una situación de riesgo Estos cambios en la duración de la gestión pueden suponer una amenaza para la salud de la madre y también del bebé. Entre otras cosas, resulta más probable que se deba realizar una intervención médica, como la inducción al parto o cesárea, y también hay un mayor riesgo de muerte fetal, complicaciones en el parto, mortalidad infantil o problemas emocionales y de comportamiento en la primera infancia. Imagen de un feto de siete meses / Agencias «Dado que el cambio climático provoca fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes y empeora la calidad del aire, es esencial que reconozcamos los posibles impactos en la salud materna e infantil«, añade Nyadanu. En este contexto, los expertos advierten de que es necesario implementar estrategias concretas y medidas preventivas para minimizar y reducir estos riesgos para la salud. “Se deben desarrollar mejores regulaciones de la calidad del aire e iniciativas de salud pública dirigidas a proteger a las mujeres embarazadas y a los niños de las condiciones climáticas extremas”, señalan los autores.
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