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La Paz » Politica con vos
Fecha: 20/02/2025 14:21
De acuerdo con Ciccra, el promedio móvil de los últimos doce meses resultó de 47,8 kilos/año, una merma del 8,1%. El consumo de carne vacuna en la Argentina se mantiene en niveles históricamente bajos y eso es lo que volvió a reflejar un relevamiento. Según un informe de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra), el promedio móvil de los últimos doce meses [febrero 2024 a enero 2025] se ubicó en 47,8 kilos por persona al año, marcando una caída del 8,1% interanual. Este nivel de consumo es el más bajo en los últimos treinta años, dijo Ciccra. En enero de 2025, la producción de carne vacuna alcanzó las 263.800 toneladas res con hueso, un 1,5% menos que en el mismo mes de 2024. La cantidad de animales faenados se redujo, pero el impacto fue parcialmente compensado por un mayor peso promedio al momento de la faena. En total, la oferta de carne vacuna en el país disminuyó en casi 4000 toneladas res con hueso durante el último mes. De acuerdo con la entidad, si se asume que las exportaciones de carne se mantuvieron estables en torno a las 78.000 toneladas res con hueso, el consumo interno el mes pasado fue de 185.900 toneladas, un 2,1% por debajo del registrado en enero de 2024. En términos individuales, el consumo per cápita en enero de 2025 se ubicó en 47 kilos anuales, lo que representó una disminución del 3,2% respecto al mismo mes del año anterior, es decir, 1,5 kg menos por persona. En tanto, como se mencionó, el promedio móvil de los últimos doce meses tuvo una merma del 8,1%. Para Miguel Schiariti, presidente de Ciccra, esto se debe a una combinación de factores económicos y culturales: “En 1994, se consumían 70 kg de carne vacuna por habitante al año, frente a solo 9 kg de pollo y 4 kg de cerdo. Hoy, con el precio de un kilo de carne vacuna, se pueden comprar tres kilos de pollo entero o casi dos kilos de carne de cerdo. En un contexto de dificultades económicas, la decisión final la toma el bolsillo”. El cambio de hábitos también es determinante. “La mitad de la población tiene menos de 40 años y creció consumiendo pollo desde la infancia. La aceptación del sabor y el precio accesible consolidaron el hábito. En contraste, el consumo de pescado y mariscos sigue estancado en 8 kg per cápita desde hace años», agregó. El presidente de Ciccra proyectó una caída en el consumo de carne vacuna hasta que se estabilice en torno a los 30-35 kg por habitante al año en los próximos 15 a 20 años. “Con la baja del consumo interno, lo más lógico es que dejen de operar los mataderos más pequeños y que los medianos se orienten hacia la exportación”, opinó. Sin embargo, desde la Cámara Argentina de Matarifes y Abastecedores (Camya), su presidente, Leonardo Rafael, no coincidió con esta caída. “No percibimos una baja en el consumo. Lo que notamos en enero es una merma habitual en el consumo local por las vacaciones, pero las faenas no cayeron significativamente”, señaló. Según Rafael, la demanda “sigue siendo pujante” y los precios de la carne aumentaron en enero por la menor oferta: “Si la oferta hubiera sido sostenida y el consumo estuviera cayendo, los precios no habrían subido como lo hicieron. Lo que sí observamos es un cambio en la composición del consumo: el asado y los bifes se venden menos, mientras que los cortes económicos para guisos y estofados, como el roast beef, paleta y palomita, ganaron protagonismo, algo inusual en verano”. Otro factor que preocupa al sector es la reducción del stock ganadero. “Hace más de 15 años que el stock no crece y en los últimos dos años se achicó porque se faenaron vientres con preñez por el valor que tiene, quizás, esa vaca ya de último recurso”, alertó Rafael. Ambos especialistas, en tanto, coincidieron en que el mercado de carne argentino se encuentra atravesando un proceso de transformación impulsado por factores económicos, cambios en los hábitos de consumo y restricciones en la oferta ganadera. Mientras que desde Ciccra prevén una continuidad en la caída del consumo de carne vacuna con un paulatino desplazamiento hacia otras carnes, desde Camya consideraron que la demanda se mantiene, aunque con una preferencia creciente por cortes más accesibles. “Lo que vemos es que a futuro tenemos una necesidad de levantar los kilos de la hacienda, porque estamos en escasez de la misma. Como mencioné antes: hace años que no observamos un crecimiento del ganado; es más, solo vemos un decrecimiento. No estamos reteniendo cabezas y el stock se viene achicando. A futuro va a perjudicar a toda la actividad”, concluyó Rafael. Por su parte, Schiariti agregó: “No veo posibilidad de que el consumo interno se revierta, especialmente si analizamos la tendencia del consumo mundial de carnes. Una vez que el consumo interno alcance su piso, se mantendrá en ese nivel”. (La Nación)
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