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» Diario Cordoba
Fecha: 13/02/2025 12:35
Miguel Gallego. P., de ahora 70 años, y su mujer, María Dolores Illan, se mudaron a Gran Canaria en 2014 procedentes de Vilassar de Mar, un municipio de Cataluña. Él, guardia civil, fue trasladado a la Isla para incorporarse al destacamento de Tráfico. Seis años después de llegar a Gran Canaria, a María Dolores se le perdió la pista en San Bartolomé de Tirajana. Fue el 18 de marzo de 2020, cuando tenía 59 años. Esta semana, cinco años después, él ha confesado haberla matado, descuartizado y esparcido sus restos por rincones del sur de Gran Canaria. La jueza ha ordenado este jueves su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza. Miguel estaba citado este martes en la Policía Nacional como testigo para hacer supuestamente una valoración del caso y conocer si había noticias sobre el paradero de su mujer. Lo que no sabía era que el castillo de naipes que había construido durante cinco años se iba a venir pronto abajo. Sospechoso de la Policía Nacional desde que interpuso la denuncia por la desaparición de su mujer, terminó confesando el crimen. María Dolores / La Provincia Según confirman a LA PROVINCIA/Diario de Las Palmas fuentes cercanas a la investigación, Miguel aseguró durante el interrogatorio que a mediados de marzo de 2020, en plena pandemia, María Dolores y él tuvieron una discusión en la que se produjo un forcejeo. Ella -siempre según su testimonio- le habría dado una bofetada y él la habría empujado. En la caída, la víctima se golpeó la cabeza y falleció al desnucarse, afirmó. Tras esto, y ver que no reaccionaba, presuntamente descuartizó el cuerpo en el interior de la vivienda que compartían en San Bartolomé de Tirajana y, durante dos días, repartió los restos humanos de la víctima por varios lugares del sur de Gran Canaria. Las mismas fuentes informan a este diario que él aseveró que había desmembrado el cuerpo "en trozos muy pequeños, de unos cinco centímetros" con herramientas que tenía en la vivienda, como "un cuchillo, un martillo y una sierra", declaró ante la Policía Nacional. Durante los "dos días" posteriores, salía con los restos ocultos en una mochila y los depositaba y escondía, presuntamente, en parterres o lugares en los que pudiese ocultarlos con algún producto, malas hierbas o piedras. También que los había tirado al monte. Pero los investigadores no terminan de creer la confesión de Miguel en este punto. El crimen se produjo en plena pandemia, con las restricciones a la circulación que había en ese momento motivadas por el confinamiento. Por ello, no cuadra que Miguel en "solo dos días", como él explicó, pudiese descuartizar el cadáver y le diese tiempo a deshacerse de él trasladándose libremente por la Isla sin haber sido parado en algún control. Obras en un baño Desde su arresto, los agentes de la Policía Nacional han realizado dos registros en dos viviendas. Uno, en Las Palmas de Gran Canaria, donde el detenido convivía ahora con una nueva pareja; el otro, en el piso de San Bartolomé de Tirajana en el que acabó con la vida de María Dolores. Al parecer, en esta vivienda, Miguel habría acometido una obra en el baño, después del asesinato, que consistió en el cambio de azulejos de las paredes, baldosas del suelo y la ducha, informan a LA PROVINCIA/Diario de Las Palmas las fuentes consultadas. Ahora, se analizará el domicilio en profundidad para esclarecer si en el baño hay ocultos restos biológicos o humanos que correspondan a María Dolores. Ante los agentes, Miguel subrayó que se había deshecho de los huesos en al menos dos puntos: "el monte" y en las inmediaciones del centro comercial Tropical, en Playa del Inglés. Allí, en el entorno de las galerías comerciales, la Policía Nacional realizó este miércoles varios registros, en los puntos señalados por Miguel. Presuntamente, habrían encontrado restos en avanzado estado de descomposición y huesos que ahora serán analizados para confirmar, primero, que se trata de restos humanos y, segundo, que corresponden a María Dolores. Un año en denunciar Miguel y María Dolores aterrizaron en Gran Canaria en 2014, debido a su traslado como guardia civil. Es el 18 de marzo de 2020 la fecha oficial de su desaparición, pero el caso realmente empezó mucho después. Miguel no denunció la desaparición de su mujer ante la Policía Nacional de San Bartolomé de Tirajana hasta el 11 de marzo de 2021, casi un año más tarde. Ese día, el primero que se presenta en comisaría, Miguel dice que un año antes habían discutido, que ella lo había agredido y que él se fue de casa. Cuando volvió, María Dolores ya no estaba. Argumentó ante los agentes, con el objetivo de cubrirse las espaldas, que esta sería una práctica habitual de su mujer, sobre todo, desde que se mudaron a Gran Canaria y se justificó diciendo que su mujer sufriría episodios de "depresión". También dijo que en la vivienda, al regresar, halló una carta de María Dolores en la que le pedía que no la buscara, por eso no había acudido antes a denunciar la desaparición. Esa carta, comprobaron los agentes, no se correspondía con la letra de María Dolores, quien tampoco figuraba en el registro de salida de ningún vuelo o barco. Por eso, Manuel se convirtió desde ese instante en el sospechoso principal y, la desaparición de María Dolores, en un presunto caso de violencia machista. Este martes, cinco años después de su desaparición y cuatro tras interponer la denuncia, Miguel fue detenido de inmediato y, desde el martes, estuvo en dependencias policiales hasta su pase a disposición judicial este jueves a primera hora de la mañana. Según ha informado el Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC), ante la magistrada se ha acogido a su derecho a no declarar. La jueza ha ordenado su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza.
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