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» El litoral Corrientes
Fecha: 11/02/2025 20:35
“La plaga de los tiempos es que los locos guían a los ciegos” “El Rey Lear”, de Williams Shakespeare Generalmente tendemos a pensar que son los líderes los que tienen capacidad de influir en los comportamientos sociales, que los políticos son seres diabólicos que engañan a una sociedad inocente e inerme. Es una verdad parcial, no somos ni tan inocentes ni tan inermes. En la interacción entre el líder y la masa, mucho tiene que ver el compromiso de las personas con la verdad. Pregunto: ¿nunca se les ocurrió pensar, queridos lectores, que muchas veces son los ciudadanos los que no están a la altura del sistema que nos rige? Afortunadamente, en nuestra Argentina, y en gran parte del mundo occidental, tenemos un sistema político e institucional que se apoya en la democracia y en la división de poderes. En consecuencia, es el propio sistema el que requiere de una ciudadanía informada, porque es la que en definitiva elegirá sus representantes. No así en una dictadura, un gobierno de facto o una autocracia vestida de democracia. Es suficiente, en esos casos, con las decisiones y discursos del mandamás, que muchas veces hace uso del recurso de la “posverdad”, para moldear el discurso político a una ciudadanía acrítica, no sólo desinformada sino además sin el compromiso moral con la verdad. Las inquietantes palabras pronunciadas por Gloucester en la obra shakesperiana “El Rey Lear”, adquiere singular importancia en estos tiempos, tanto en nuestro país como en el mundo, en que parece que, efectivamente, “los locos guían a los ciegos”. Si los ciudadanos no tienen un real compromiso con la verdad y un mínimo de información, serán guiados por sus emociones hacia cualquier lugar que el discurso político quiera llevarlos. Hoy por hoy, debo decir con pesar, que tenemos una mayoría enajenada incapaz de distinguir la verdad de la mentira, la realidad de la ficción, la hechos objetivos de las emociones. Tal cómo expresa Carl Berstein en The Guardian, estamos en el proceso de crear la “cultura del idiota”, lo extraño, lo estúpido, lo grosero se están convirtiendo en nuestra norma cultural. Dietrich Bonhoeffer fue un pensador alemán ejecutado por el régimen nazi. Su teoría de la estupidez, expresa que es una condición moral y social más peligrosa que la maldad consciente, porque los estúpidos no son conscientes de su padecimiento, y por tanto incapaces de reflexionar críticamente. Aún a riesgo de parecer autorreferencial, esta temática la he desarrollado ampliamente en mi tercer libro, “Crítica de la Razón Idiota”, publicado en 2018. Existe una base de comportamiento social, que privilegia las emociones por encima de la reflexión crítica. El pegamento de posiciones mayoritarias no suele ser la razón, el conocimiento, la reflexión, sino la ira, el odio, la intolerancia, la omnipotencia. Creo, sin más, que las mayorías que ha formado el gobierno de Javier Milei, es sustentan en un permanente mensaje de confrontación, agresividad, furia, hacia lo distinto, hacia “lo otro”. Ha sabido sacarle, el mayor rédito político a su permanente confrontación con personas, ideologías distintas, posiciones diversas. Está probado que las masas pueden manejarse mejor a través del fomento de sentimientos negativos como la ira, el odio, la intolerancia. Es la técnica presidencial No lo podría haber logrado con un pueblo informado y comprometido moralmente con la verdad. Ha dicho Martín Caparrós, en el diario El País, que “humilla que te maneje un tonto. Una cosa es un malvado inteligente, otra es un malvado poderoso, pero la subsistencia de un malvado que no es inteligente ni poderoso sólo depende de la sumisión de sus súbditos”. A esta altura, nadie puede ignorar las falacias argumentales en que incurre casi permanentemente el presidente. El asunto no parece ser, en este caso, la falta de prevención social sino su desentendimiento moral con la verdad. La sumisión parece ser la respuesta. El discurso de Davos marcó definitivamente el punto cúlmine de las falacias presidenciales. En sus dichos sobre homosexualidad y pedofilia, Milei cayó groseramente en un error lógico denominado “falacia de generalización apresurada”, a esta altura una técnica presidencial por repetición, antiética, que le rinde resultados ante una sociedad desinteresada de la veracidad. Se conoce como cherry picking (“elegir cerezas”, en inglés) o “falacia de evidencia incompleta” a la selección de hechos que apoyan una postura previa. Se hace cherry picking cuando, de todos los datos disponibles sobre una cuestión, se eligen solo aquellos que interesan o convienen, ignorando los otros. No asombra si decimos que Javier es un experto en recolectar cerezas, lo viene haciendo permanentemente, porque ha constatado que a su público no le interesa la verdad sino las emociones que le generan el discurso falaz de su líder. Desde el comienzo de su gestión, también en su campaña electoral, el libertario ha sido pródigo en datos numéricos absolutamente incomprobables, pero útiles para elaborar su discurso político. Proyecciones de índices inflacionarios absolutamente inverosímiles, entre muchos otros números, arrojados “a la marchanta”. La falacia de generalización apresurada es el condimento principal del discurso presidencial. Javier Milei es un experto en recoger cerezas (cherry picking) Así como no hay evidencia que demuestre que las personas homosexuales tengan más probabilidades de cometer abusos sexuales a menores, ya que los estudios señalan que la mayoría de los abusos son cometidos por hombres heterosexuales del entorno familiar y/o social (datos de Chequeado.com), también el cherry picking se dio en materia climática. El presidente retuiteó un gráfico con registros climáticos de los Estados Unidos, que mostraría, supuestamente, que no hay calentamiento global ni crisis climática en ninguna parte del mundo. El caso es que el gráfico retuiteado no indica ningún tipo de fuente, y muestra que las temperaturas máximas en una semana de julio en los Estados Unidos desde 1895 -algo que el propio gráfico aclara- no es representativo de la temperatura promedio global y ni siquiera de la del país del norte. Las evidencias científicas existen e indican que el calentamiento global está sucediendo y es producto de las actividad humana. Si el discurso político está lleno de falacias argumentales, más grave es que el discurso institucional lo esté, como es el caso de nuestro país en cabeza de la más alta magistratura del país. Lo que más asombra es la cantidad de gente con pocos conocimientos y muchos prejuicios que aceptan afirmaciones inverosímiles sin un mínimo de análisis. Milei, cortado con la misma tijera que Donald Trump, no es tan inteligente cómo lo quieren hacer ver sus acólitos, tiene el mismo nivel que su modelo del norte. Pero tampoco tan tonto como para no saber lo que le conviene, así tenga que sacrificar el compromiso con la verdad. Lo grave es que se extiende en el mundo el comportamiento social de tomar por cierto lo falso, haciendo prevalecer la emoción por encima de la razón.
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