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» Diario Cordoba
Fecha: 11/02/2025 09:27
A ti, que eres pobre. A ti, que has perdido a tu hijo en la guerra, a tu madre o a una parte de ti mismo. A ti, que has tenido que huir de la miseria o de las múltiples formas de la violencia. A ti, que eres humillado por ser diferente, que eres la burla de la escuela, el sobrante en la sociedad... A todos vosotros, sabed que sois importantes. Más que importantes. Sois definitivos, insustituibles... ¡Imprescindibles! Sobre vuestras cabezas, América (bueno, Estados Unidos) volverá a ser grande. Grande para los grandes, claro. Volveremos a infundir miedo, pisaremos el tablero del mundo y jugaremos al Monopoly. Temblad, pobres miserables, llorad, mostrad vuestra debilidad más absoluta, mostraos como lo que sois: cucarachas bajo mis zapatos de piel hechos a mano. Se trata de esto, ¿sabéis? ¿Quién no siente placer al aplastar un bichejo indeseable? Y si uno cree que el gusarapo es peligroso, el goce es orgásmico. A ti, que eres un gazatí y voy a construir un balneario sobre tu sangre y tu ausencia. A ti, que eres un hispano que he detenido mientras ibas a trabajar y he enviado a Guantánamo. A ti, que eres una mujer trans y te llamo hombre con falda o delincuente o violador (si eres un hombre trans no te digo nada, has sabido colocarte en el lado de los buenos). A ti, a todos a los que vocifero mi desprecio: sois el pegamento que amalgama la adhesión a mi régimen. Missouri quiere crear la figura del cazarrecompensas para ayudarme en mi campaña de deportaciones masivas. ¿No lo oís? Son los ladridos de los perros persiguiendo a sus presas. Ese aroma a Ku Klux Klan. Lo que hizo grande a la Alemania nazi no fue ese hombre bajito y un poco ridículo con un bigotito y un flequillo aún más risibles (aunque no hay que subestimar el carisma de los tipos grotescos, yo lo sé bien), la grandeza del Tercer Reich residió en la masa que aplaudía enfervorecida. Una inmensa mayoría que consintió o participó en el exterminio de sus vecinos. Ellos fueron el susurro de la delación, el grito en la boca, la mano que apuntó el arma, el pie que pateó. El Führer tuvo su gabinete, claro, y esa pandilla de científicos y empresarios que se pusieron a su servicio. Yo también tengo a mi loca pandilla de milmillonarios tecnológicos. Hay algo sublime en inocular el mal en la sociedad. Ver como el vocabulario despectivo y deshumanizador va elevando muros: los menas, lo woke, las feminazis, los inquiokupas... Excitar el miedo, señalar culpables (si son pequeños y se dejan, mejor) y animar a patearlos. ¡Cuánto une un buen linchamiento colectivo! Los tiquismiquis, al paredón. Así se construye el poder. Así se fulminan la oposición y a ti, que eres pobre. A ti, que has perdido a tu hijo en la guerra, a tu madre o a una parte de ti mismo. A ti, que has tenido que huir de la miseria o de las múltiples formas la protesta. Así se desorienta, desquicia y pervierte la conciencia. ¿Qué será lo próximo? Dejadme pensar. Está Ucrania, con sus playas en Odesa y sus pistas de esquí de Bukovel... También podría emular a Moisés y acabar con ese estúpido mar del Norte sembrado de molinos eólicos. Y Marte, por supuesto. ¿Qué tal trasladar allí a todos los sobrantes? Carnaza, necesito más carnaza... ¿Tú mismo? *Escritora
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