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  • Caral: descubren la civilización más antigua de América, con más de 5.000 años de historia

    » El Ciudadano

    Fecha: 10/02/2025 17:45

    Miles de años antes de que los incas construyeran Machu Picchu o los mayas erigieran sus imponentes pirámides, una civilización ya prosperaba en América. Se trata de Caral, una sociedad que se desarrolló en el valle de Supe, en la costa central de Perú, entre el 3000 y el 1800 a.C. Considerada la civilización más antigua del continente, Caral es contemporánea de culturas como la egipcia y la mesopotámica, y su descubrimiento ha revolucionado la comprensión de la historia precolombina. Los primeros vestigios de Caral se remontan al 3500 a.C., en una región privilegiada por su acceso a recursos naturales. Ubicada entre la costa, la sierra y la selva, esta ubicación estratégica permitió a sus habitantes desarrollar una economía basada en la agricultura, la pesca y el comercio. Cultivos como el algodón, el frijol y la calabaza, junto con productos marinos como la anchoveta, sustentaron a una población que alcanzó un alto grado de organización social y urbanística. La Ciudad Sagrada de Caral, el yacimiento más importante de esta civilización, abarca 626 km² y alberga impresionantes construcciones, como pirámides escalonadas, plazas circulares y viviendas distribuidas de manera planificada. Asentamientos cercanos, como Áspero, Miraya y Lurihuasi, confirman la existencia de una red de ciudades conectadas por caminos y rutas comerciales. Caral se destacó por su estructura jerárquica, donde una élite gobernante administraba los recursos y dirigía las actividades económicas y ceremoniales. La sociedad se organizaba en linajes o «ayllus», con espacios diferenciados para la élite, la producción y los rituales. Este modelo influyó en civilizaciones posteriores, como la inca. La economía de Caral se basaba en la agricultura, la pesca y el intercambio comercial. El algodón, utilizado para fabricar textiles, fue un producto clave en su red de comercio, que conectaba a Caral con otras poblaciones andinas. Este sistema no solo aseguraba el abastecimiento de bienes esenciales, sino que también fortalecía los vínculos entre comunidades. La religión ocupaba un lugar central en la vida de los caralinos. Sus ceremonias se realizaban en templos piramidales y plazas circulares, donde el fuego y la observación astronómica desempeñaban un papel fundamental. La música y la danza también formaban parte de estos rituales, como lo demuestran las flautas de hueso encontradas en los yacimientos. La planificación urbana de Caral reflejaba sus creencias cosmogónicas, con edificaciones alineadas según principios astronómicos. Este enfoque en la armonía entre el hombre y el cosmos sería retomado por civilizaciones posteriores en los Andes. Hacia el 1800 a.C., Caral comenzó a experimentar un lento declive. Los investigadores atribuyen este proceso a cambios climáticos, como la reducción del caudal del río Supe, que afectó la producción agrícola. Conflictos internos y migraciones también habrían contribuido al abandono gradual de los asentamientos. Aunque Caral desapareció hace miles de años, su legado sigue vivo. Su influencia en la arquitectura, la organización social y los conocimientos agrícolas sentó las bases para las civilizaciones andinas que surgieron después. Hoy, las investigaciones arqueológicas continúan revelando secretos sobre esta sociedad pionera, que sigue desafiando nuestra comprensión de los orígenes de las culturas americanas. Caral no es solo un testimonio del pasado; es una ventana a los primeros pasos de la humanidad en América, un recordatorio de que la historia de este continente es mucho más antigua y fascinante de lo que imaginábamos.

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