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» LaVozdeMisiones
Fecha: 10/02/2025 03:50
En el mundo, hay 281 millones de migrantes. Personas que dejaron su tierra natal por diferentes razones. A algunas las invadió las ganas de conocer cada rincón del planeta o llevan consigo un espíritu viajero. A otras, la situación económica de su país no les dejó otra alternativa y se armaron de valor para emprender un nuevo camino. También existen quienes, atravesados por el amor, viajaron a un destino desconocido antes de quedarse con un “¿qué hubiera pasado sí…?”, o están también quienes juntaron fuerzas tras una ruptura amorosa o la pérdida de un ser querido para encontrar un poco de consuelo en nuevas aventuras. De acuerdo a un informe revelado en noviembre por la Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación, a cargo de Guillermo Francos, 1,8 millones de argentinos migraron entre 2013 y 2023. Las razones seguramente son infinitas, pero lo cierto es que en este momento hay misioneros en diferentes destinos forjando experiencias y La Voz de Misiones decidió contar sus historias. Hoy, el protagonista será Franco De Olivera. Un destino, un amor Franco De Olivera (36) es un fotógrafo oriundo de Santiago de Liniers que hace cuatro años reside en un pueblito costero de Ecuador. En plena pandemia, cuando apenas las aerolíneas comenzaban a reactivar los vuelos internacionales, viajó al país sudamericano para reencontrarse con Karen, una ecuatoriana que conoció durante un encuentro católico para jóvenes en Panamá en enero del 2019 y con quien “pintó un amor de verano”. Tiempo después iniciaron una relación a distancia debido a la imposibilidad de verse por la situación mundial a raíz del coronavirus. “No era la idea migrar”, reconoció Franco entrevistado por LVM, mientras recordaba sus primeros meses en el país donde nació la joven arquitecta que lo cautivó. “El 31 de diciembre exactamente del 2020 una aerolínea habilitó un vuelo a Ecuador y yo pensé ‘me voy a la mierda’, con la locura de la pandemia, no sabíamos si el mundo continuaba o terminaba y dije ‘chau, me voy’”, contó el misionero desde Ecuador. La idea del fotógrafo era simple: vacacionar para conocer el país y compartir momentos con Karen durante un mes. Sin embargo, agotados los días optó por quedarse más tiempo hasta que, al tercer mes, tomó la decisión definitiva de radicarse en la localidad de Chone, provincia de Manabí. En cuánto a las dudas e incertidumbres que atravesó al comienzo, Franco sostuvo que “por momentos me pegaba como el miedo, porque el tema del amor a veces es complicado. Uno no sabe quién es la persona correcta y quién no lo es, si uno supiera se evitaría un montón de dolores de cabeza”. La mayor preocupación para el joven era que el vínculo amoroso no prosperara con Karen y quedarse “en la calle”, ya que para ese entonces se alojaba en una vivienda familiar de la ecuatoriana y ella lo “bancaba” económicamente hasta que pudiera regularizar su situación en el país. “Eso me daba un poquito de miedo de momento, pero como la relación fue creciendo muy bien, mi relación con ella es súper bonita, nos entendemos muy bien, para mí eso fue clave, que siempre funcionamos como pareja. Gracias a eso, creo que nunca he tenido ni un solo inconveniente, al punto de decir me tengo que ir de la casa”, confesó Franco. Ganar en dólares Antes de partir a Ecuador, el misionero de 36 años trabajaba como fotógrafo de eventos sociales y también se desempeñaba como reportero gráfico para el diario El Territorio en Eldorado. Tuvo que reinventarse cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la pandemia y el mundo del trabajo cambio definitivamente, fue así que vio como una buena opción hacer delivery. “Ganaba súper bien porque era el boom del momento, pero no era algo que yo quería seguir haciendo, era momentáneo”, afirmó Franco. Después esas vacaciones que había planeado para visitar a su pareja, el joven de Santiago de Liniers tenía pensado regresar a Misiones y luego emprender rumbo a Córdoba o a Buenos Aires para creer profesionalmente. Sin embargo, al enamorarse y cautivado por la moneda que maneja la economía ecuatoriana, cambió rotundamente sus planes “Me gustaba la idea de que acá se gana en dólares, eso para mí era una ventaja. Ahí arranque y no volví a vivir más a Argentina. Sí voy una vez al año para visitar a mi familia, pero no regreso más, al menos por ahora, en algún futuro capaz que sí”, admitió. En esa línea, explicó que, en Ecuador, a diferencia de otros países, es más accesible conseguir una visa para radicarse. “Más siendo argentino”, contó, aunque igual que todo tramite, lleva su tiempo. Para ello, el Estado le otorgó una provisoria por dos años con la única condición de que “facture un sueldo mínimo que son unos 475 dólares, que es súper bajo y no alcanza, pero tenía que facturar eso”. Sobre este trámite, el joven precisó: “Es súper fácil para los argentinos. Primero que tenés una visa de turismo que dura seis meses. Luego cuando estaba por completar los seis meses empecé a hacer los papeles y me dieron una visa temporaria que duraba dos años, con esa visa temporaria podía trabajar, abrir una cuenta en el banco, pagar los impuestos y con eso pude empezar a tener un estatus legal”. Inesperadamente, cuando Franco estaba por cumplir los dos años de residencia y avanzar con los trámites, el vínculo con su pareja Karen se fortaleció y decidieron casarse: “Automáticamente, pasé a tener una visa de amparo que ya no tiene fecha de vencimiento”, contó. Fue así que logró una estabilidad legal en Ecuador, además, de formar una familia junto a la ecuatoriana quien antes de conocerlo ya era madre de una pequeña llamada Alma: “Soy su papá de corazón”, expresó el joven. Gastronomía: “Una cosa de locos” Como todo migrante, Franco De Olivera atravesó dificultades para adaptarse a su nueva vida, a una nueva cultura, a nuevas formas de vincularse socialmente y, sobre todo, a una nueva gastronomía. “Aunque esté en América, la cultura es bastante diferente. Arrancando desde la comida que acá comen full plátano, que es una variedad de la banana. Es un plátano algo verde, prácticamente banana verde digo yo y con esa cosa hacen 300 variedades de comida. Una cosa de locos”, relató el misionero entre risas durante la conversación telefónica con LVM. Además, Franco detalló algunos de los platos que los ecuatorianos elaboran con la fruta conocida popularmente en el país como “guineo”, la cual registra un consumo per cápita (por persona) anual de 40 kilos y existen más de 60 recetas navegando por internet. “Hacen con chicharrón, con queso, con sopa, es una locura”, dijo y añadió que para él “es pesadísimo, los primeros tres meses sufrí como un malparido con la comida”. Charlando sobre las comidas típicas del país, el joven recordó uno de los primeros platillos tradicionales que probó: “Cuando recién había llegado, me prepararon una tortilla de desayuno, una tortilla de huevo con camarón, más algo que se llama el tigrillo, un plato que también tiene plátano verde bien molido cocido con queso y chicharrón”. En esa línea, el misionero comparó el consumo del pan en Argentina con el arroz en Ecuador ubicándolos en el mismo nivel. “¡Ay! El arroz le meten a todo, es como el pan nuestro que comemos en el desayuno, almuerzo y la cena. Bueno, para ellos es el arroz, si no hay arroz no hay comida prácticamente”, relató. Otra anécdota que Franco recordó de sus primeros días de estadía en Ecuador fue cuando hacía el clásico choripán para vender y solventarse económicamente. “Al ser argentino, le guste a quien le guste, y le pese a quien le pese, es un punto a favor. Uno dice, soy argentino y ya tenés una estrellita más, es así. Eso me ayudaba bastante, entonces decía que tenía choripanes para vender y juntaba full pedidos. Hacía con chimichurri, conseguía un chori más o menos bueno, y eso salía mucho”. Viejas costumbres Junto a su nueva familia, Franco De Olivera vive en la localidad de Chone, la cuarta ciudad más grande de la provincia Manabí, ubicada al norte, en una zona costera que alberga una población aproximada de 50.000 ecuatorianos. “Estoy a 30 minutos de la playa, una cosa hermosa. Nosotros que somos de Misiones y si queremos una playa, playa, tenemos que viajar hasta Brasil, para mí tener una acá a 30 minutos, y es la playa encima, es algo espectacular”, destacó el joven sobre su actual ciudad. Seguidamente, en cuanto a los pobladores y los avances de la localidad, Franco comentó: “Hay gente muy amable, servicial, realmente en ese sentido, son como los argentinos. El pueblo tiene las mismas costumbres que hace 30 años, no ha evolucionado en ese sentido, aunque hay edificios y tiene todo lo que uno necesita, si hay muchas cosas en las que para mí están atrasados, como por ejemplo en la sanidad”. Y describió: “Vas por la calle y ves a las personas andando en bicicleta y con las gallinas colgadas en los manubrios, después hay personas que arman un triciclo y llevan a otras de un punto a otro punto, como tipo taxi, tiene muchas cosas de pueblo todavía, hay gente que para el auto en el medio de la calle para hablar con el vecino y se arma un desorden en el tránsito, con eso también sufrí bastante”. Entre las costumbres que más le llamó la atención del lugar y que, pesé a que es “normal” para los ciudadanos de Chone, no la implementa en su rutina, Franco sostuvo que la jornada laboral va de lunes a lunes, es decir, sin día de descanso como es habitual en Argentina. “No descansan, salvo los que trabajan en el municipio, o en alguna que otra oficina, después el normal de la gente trabaja de lunes a lunes. Para mí es chocante, porque con mi familia la costumbre es los domingos comer juntos, visitar algún pariente, vamos al río, no sé, hacemos algo. Yo los domingos acá no trabajo, me voy a la playa, hago otra cosa, que trabajen los que quieran”, sentenció el misionero. Inseguridad Una problemática que lo preocupa de su ciudad y del país en general son las bandas delictivas: “Ecuador está tomado por el narcotráfico, manejan todo prácticamente y es bastante inseguro en ese sentido”. Luego, expuso una experiencia que tuvo hace aproximadamente un año cuando delincuentes lo llamaron para cobrarle un canon para trabajar en el pueblo. “Eso estuvo como de moda y fue una locura total. Tres veces intentaron vacunarme para tratar de sacarme plata y eso fue decir ‘me quiero ir’, nunca me había pasado”, expresó. Y detalló una de la maniobras que utilizaban los “narcotraficantes” para persuadir a los trabajadores: “Me llamaron, me dijeron mi nombre, y como siempre que llama alguien podía ser un cliente nuevo, agarro la llamada, y me dicen ‘mira amigo nosotros somos’ y dice el nombre de uno de los tantos grupos que hay acá, después me dice ‘un colega tuyo nos pagó para que te demos de baja, pero a nosotros nos han hablado muy bien de ti, sabemos que sos un buen tipo, no te vamos a hacer nada pero tienes que colaborar con nosotros para que te cuidemos’”. Afortunadamente, el joven no accedió al pedido y cortó rápidamente la comunicación para luego radicar una denuncia. Si bien está situación le provocó mucho miedo y estuvo a punto de regresar a Misiones, con el tiempo el peligro disminuyó y, adquiriendo las precauciones necesarias, decidió continuar viviendo en Ecuador. Espíritu viajero y la familia argentina Consultado por La Voz de Misiones si Ecuador sería el único lugar donde echaría raíces, el misionero comentó que siempre tuvo un “espíritu” viajero e incluso cuando conoció a su actual esposa en Panamá, luego de que terminara el encuentro religioso de jóvenes donde se conocieron, se quedó tres mes recorriendo “cada rincón” como mochilero: “Mochilero literal, con 10 dólares en el bolsillo”. Asimismo, contó que tiene ocho hermanos y solamente él a decidió conocer diferentes partes del mundo. En una de esas aventuras, ya con su pareja, recientemente visitó la ciudad de Nueva York (Estados Unidos) y planea continuar forjando nuevos destinos juntos. “Siempre fui muy aventurero, soy el loquito de la familia, porque somos nueve hermanos, y soy el único que ha viajado. Cuando estuve en Panamá en el 2019, como había hecho full amigos, me recorrí Panamá de punta a punta, fue toda una travesía, porque nunca lo había hecho, eso fue una experiencia hermosa”, relató. Sobre el hecho de regresar a la Argentina, Franco afirmó que no está en sus planes por el momento, aunque destacó que con Javier Milei como presidente el rumbo económico “ha cambiado” y tiene esperanzas de que en el futuro el país tenga más estabilidad en ese sentido. De darse, sí tomaría como opción volver a su tierra natal acompañado de su esposa y su hija de corazón. Mientras tanto, seducido por el país que lo acogió y le permitió equiparse con herramientas para trabajar de la fotografía, además, de montar un estudio, el misionero planea continuar construyendo su vida lejos de la Argentina. “Creo que muchas veces estamos limitados a un lugar y creemos que no podemos progresar en otra parte y sí se puede, con esfuerzo, con dedicación y estar seguros del hecho de que se puede, porque creo que si yo me hubiera quedado en Eldorado o regresado no hubiera tenido las posibilidades o en el tema económico no estaría en las condiciones en las que estoy hoy”, cerró Franco De Olivera, uno de los tantos misioneros recorriendo el mundo y que contó su historia a LVM.
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